Las podas acortan la vida de los árboles

Antón lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO

M.MORALEJO

Las especies urbanas no viven en circunstancias normales por lo que se debilitan de una manera más rápida

19 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Hoy quisiéramos hacer algunas reflexiones alrededor de las podas del arbolado urbano. En general existen tres tipos, descontando las producidas por causas naturales, cada una con su motivación y características. Las primeras serían podas sanitarias. Son aquellas que se realizan para preservar la salud del árbol ante una enfermedad, parásitos u hongos que afectan a una parte y que habiendo fracasado otro tipo de medidas o tratamientos fitosanitarios exigen cortar la parte infectada para evitar que se extienda provocando la muerte del árbol. Es sencillo entenderlo pues equivale a cuando a una persona se le amputa un miembro para evitar la extensión de una gangrena que pondría en riesgo su vida.

Otras podas son ornamentales o topiarias, que consisten en recortar los árboles y arbustos para darles formas decorativas. En el fondo se trata de que tengan forma de cualquier cosa excepto de un árbol o un arbusto. Nuestro, en otros tiempos emblemático, Dinoseto y el olvidado Rinoseto (hoy juguetes rotos) son un ejemplo de este tipo de podas.

En un tercer grupo estarían las podas productivas, que se utilizan para aumentar la producción de frutos. El fundamento de las mismas es sencillo ya que se basa en el argumento de que, tras las podas, los árboles rebrotan con más fuerza e incrementan su producción de frutos. Esta sería una forma amable de decirlo aunque también se podría explicar de otra manera: ante una agresión los árboles hacen un esfuerzo desesperado por sobrevivir empleando hasta sus últimas energías en procurar producir el máximo de semillas para continuar su legado genético.

La supervivencia es una poderosa motivación; imaginen por ejemplo la velocidad a la que podemos correr en circunstancias normales y cuanto si nos persiguiera un asesino. Sin duda, en el segundo caso batiríamos nuestro récord de velocidad. A continuación estarían las podas del arbolado urbano tan frecuentes en Vigo, y no exentas de polémica, para evitar las «molestias» que provocan los árboles.

El problema de todas estas podas es que implican un gasto extra de energía a los árboles que se traduce en acortar su vida, máxime cuando se realizan en primavera. Esto ya sería cuestionable en circunstancias normales, pero los árboles urbanos no viven en circunstancias normales. Los plantamos sobre una tierra empobrecida, cuando no directamente sobre cemento, en un suelo sin apenas nutrientes y retiramos los pocos que se podrían incorporar por el compostaje natural de las hojas en otoño (porque, ya saben, ver hojas en el suelo en otoño es sinónimo de una ciudad «sucia») y no aportamos abono. Esta inanición debilita al árbol, a lo que tenemos que sumar una tierra aprisionada y sin oxigenar, lo que va eliminando la flora y fauna microscópica del suelo e impide el desarrollo de las raíces.

Los alcorques, cuando existen, son muy pequeños e impiden que el agua llegue a las raíces. Sumemos la contaminación que soportan en la ciudad peninsular con más coches y por si fuera poco (incumpliendo las propias ordenanzas municipales de medio ambiente) los llenamos de adornos navideños. Sumando todos los factores su vulnerabilidad aumenta y con ella la posibilidad de sufrir infecciones y en enfermedades.

Solo nos faltaba añadir las podas, muchas veces excesivamente rigurosas y algunas veces casi decapitaciones, lo que aumenta su debilidad y vulnerabilidad y acortará su vida. Luego, consecuentemente, el árbol enferma, se convierte en un peligro, y hay que cortarlo. Como diría Torrente, es un plan perfecto, sin fisuras.