El Sergas indemnizará con 60.000 euros a un vigués por una cirugía fallida
24 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.«Ya se me está empezando a cerrar del todo, yo ya sé que mi cara va a quedar desfigurada», dice un hombre de Vigo de 61 años que pide mantener el anonimato. Se refiere a su ojo izquierdo. En septiembre del 2016 entró en un quirófano del Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo para operarse del tabique nasal, que tenía desviado desde hacía años y le provocaba una sinusitis crónica. Unas horas después, había perdido la vista del ojo izquierdo, que en principio no tenía nada que ver con la cirugía. «Ya me han dicho que es irreparable», se resigna.
El Tribunal Superior de Xustiza de Galicia acaba de condenar al Servizo Galego de Saúde por el caso. Tendrá que pagarle una indemnización de 60.000 euros más los intereses legales desde que se presentó la reclamación. El alto tribunal gallego eleva la indemnización que había dictado en primera instancia un juzgado de Santiago, que era de 35.000 euros y no incluía los intereses.
En el proceso quedó probado que se produjo una complicación en el posoperatorio y que «no se actuó con la necesaria premura en orden a comprobar su envergadura y atajarla aplicando los medios adecuados», dice la sentencia. Continúa: «Cuando se efectuó la intervención de urgencia ya no se pudo evitar la ceguera».
El problema sucedió unas pocas horas después de la operación. El paciente tenía entonces 53 años. Le hicieron la cirugía, considerada sencilla, y lo llevaron a planta. «Yo tenía sinusitis, nada que ver con el ojo», explica el paciente. Esa noche, a las 4.00 horas, se despertó con mucho dolor en el ojo izquierdo. Lo tenía muy hinchado. Una enfermera acudió a su habitación. «Lo comentó con el otorrino de guardia y dijeron: ‘‘Eso es normal''», cuenta. Según considera probado el tribunal, le dijeron que no se preocupase y que lo revisarían por la mañana. Le administraron analgésicos para que pasara la noche, pero sangró mucho, apenas durmió y casi no respiraba.
A las 7.00, el médico residente acudió al cuarto. La evolución era pésima. Le dio más calmantes. También llamó al médico adjunto, que estaba en su casa, de guardia localizada. Cuando este facultativo llegó al hospital pidió un tac urgente. A las 9.30 horas lo estaban operando de urgencia por el problema del ojo. Pero no hubo nada que hacer.
«Cuando la enfermera advierte a las 4.00 horas que el paciente presentaba el ojo izquierdo muy hinchado, avisó al otorrinolaringólogo de guardia, quien, en lugar de acudir raudo a comprobar las condiciones del ojo y pautar los pasos precisos para el abordaje de esa complicación, dejó pasar tres horas hasta que a las 7.00 visitó finalmente al paciente», reprocha la sentencia.
Tras la cirugía de urgencia, el hombre pasó dos semanas más en el hospital y no se pudo hacer nada por el ojo.
Los magistrados descartan que hubiese una mala praxis, pero sí reconoce una pérdida de oportunidad. Lo explica así: «Existe incertidumbre acerca de lo que habría acontecido si el otorrino de guardia hubiera actuado tempranamente», es decir, cuando el hombre se despertó en mitad de la noche con el ojo hinchado y con un dolor insoportable. La sala dice que la técnica que se hizo a las 9.30 horas, en la cirugía de urgencia, fue correcta, pero que llegó tarde.
Los jueces también reprochan que el consentimiento informado de la cirugía de tabique no recogía un problema en el ojo como posible complicación.
El Sergas no recurrió ante el TSXG porque consideraba que la sentencia de primera instancia resarcía el daño. La aseguradora (Segurcaixa Adeslas) sí se opuso y adujo que haber actuado horas antes no habría modificado el resultado.
El abogado del paciente, el letrado Cipriano Castreje, considera que se produjo «una falta de diligencia médica, un acto negligente por omisión, provocado por el exceso de confianza, la intuición, la comodidad o la pasividad. Lo correcto para el profesional es acudir ante el aviso, y en una isquemia del nervio óptico hay que descomprimirlo en entre 60 y 90 minutos como máximo».
«Yo trabajaba en artes gráficas, ya no me atrevo, no quiero perder el otro ojo»
Este paciente trabajaba en un sector que está en retroceso, el de las artes gráficas. Era un oficio muy detallista, para el que los ojos son una herramienta más de trabajo. «Ya no me atrevo, no puedo arriesgarme a coger una herramienta, que me salte una esquirla al ojo bueno y que me quede totalmente ciego», explica.
El hombre está en el paro desde hace un tiempo. Reconoce que el desempleo no tiene que ver con su problema médico, pero no ha vuelto a intentar ganarse la vida en ese sector. «Con mi edad, ya no me siento con ánimos».
Asegura que en el hospital se disculparon con él por las secuelas de su operación. «Me dijeron que esto pasaba una vez de cada millón... y fui yo».