Bea Mateos regresa un año después de que su cabeza le pidiera una pausa

VIGO

CEDIDA

La jugadora de fútbol sala salmantina hizo un parón en su carrera en abril del 2023 y ahora se suma al Bembrive

09 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El 18 de abril del 2023, la jugadora de fútbol sala salmantina afincada en Galicia Bea Mateos (1987), entonces en las filas del Marín, anunciaba que su cabeza había «pedido pausa» y que dejaba al lado «la pelotita» para cuidar de su salud mental. Casi un año después, el sábado volvió a las pistas, ahora defendiendo la camiseta del Bembrive. Cuenta que el club ya contactó con ella en pretemporada, pero entonces dijo que no; ahora, la respuesta ha sido diferente.

Mateos había terminado «saturada» y cuando se produjo aquel primer contacto, aunque agradecida por la oportunidad, la rechazó: «Necesitaba seguir descansando la cabeza», argumenta. El club vigués no tiró la toalla, lo volvió a intentar en diciembre y ahí ella «ya tenía mono de balón». Así que, aunque avisando de que tiene «otros compromisos» y no puede estar al 100 % con el equipo, sí se ha sumado para «echar una mano».

Comenzó a entrenar hace alrededor de un mes, uno o dos días a la semana, y frente al Valdetires pudo participar del importante triunfo cosechado por las de Pitu (2-1). «Me sentí genial, aunque estaba nerviosa al principio. Se notaba que llevo mucho tiempo sin jugar. No es que se me hubiera olvidado, pero sí que se me hizo largo el partido», confiesa. Es el mayor parón de su carrera, pues el anterior había sido de seis meses por una lesión de rodilla.

Mateos asegura que su decisión de abril del 2023 fue con la idea de poner fin a su carrera. «Tengo una edad, un trabajo y, como decía, tengo otros compromisos. Es algo que hemos hablado y saben en el club», expone. Sin embargo, el fútbol sala ha continuado siendo importante para ella y le faltaba jugar. «Yo no estuve nunca ni cerca de odiar este deporte. He seguido viendo partidos y entreno a mujercitas —al filial del Poio—, como yo digo. Así que seguía en el pabellón, pero no es lo mismo entrenar que jugar y vas sintiendo que te gustaría volver». No hubo un momento, «fue surgiendo».

«Llegué a un límite»

Mateos prefiere no detenerse mucho en lo que le ocurrió el curso pasado, pero sí da algunas pinceladas. «Es un cúmulo de cosas. No estaba ilusionada, no me sentía cómoda, llegué a un límite y decidí dejarlo porque era lo mejor», sintetiza. ¿Qué tuvo que cambiar en ella hasta verse lista para vestirse de corto de nuevo? «Poco a poco, vas sintiendo que te falta algo para estar contenta al 100 % y para mí, es el fútbol sala. Llevo toda la vida y, al final, lo echas de menos», indica.

De esta manera, en un primer momento, comenzó a entrenar sin intención de fichar, pero lo ha acabado haciendo. «La idea fue ir a echar una mano y lo que surgiera», explica. Se sintió muy bien acogida desde el primer momento tanto por el cuerpo técnico como por las compañeras de un equipo para el que Bea supone un refuerzo de lujo. «Estoy muy agradecida por el recibimiento y se nota que están muy contentos también de que esté con ellos», apunta. Sus referencias del club eran de una antigua compañera que había jugado y de enfrentarse. También de seguirlo: «Vivo en Pontevedra y es un club cercano que he ido a ver alguna vez. Estando aquí, siempre sigues más a los equipos gallegos».

Al Bembrive lo está viendo muy bien esta temporada y confía en que puedan mantener la primera plaza que ostentan pese a las dificultades que han ido surgiendo y que también han sido un factor que le ha influido. «Sí que me convenció ver que perdieron a su capitana, que tienen muchas bajas y eso me animó a intentar ayudar», detalla esta auxiliar de enfermería que trabaja en un centro de día para personas con Alzheimer en Pontevedra.

Se ha puesto a las órdenes de Pitu, un referente del fútbol sala vigués con el que está encantada. «Me recibió súper bien y me sorprendió mucho, porque los entrenamientos son muy intensos, dinámicos, de pensar. Me encantan. Se nota que es un apasionado, que lo vive mucho», algo que tienen en común, pues ella juega desde los diez años.

Ahora, es la mayor del vestuario que rebosa juventud, aspecto que valora de manera positiva. «Yo me siento joven, me rodeo de gente de menos edad que yo y que me contagia su ilusión. Nos ayudamos mutuamente», valora. No mira más allá del final de esta temporada: «¡Qué va! Estamos aquí y ya está. Lo que venga ya se verá».