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La Fundación del Banco de Alimentos de la Provincia de Pontevedra que preside gestiona dos millones de kilos anuales para repartir entre 155 entidades sociales
02 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.La actividad es incesante en la sede del banco provincial de alimentos en Vigo. Llegan furgonetas cargadas de productos perecederos que donan empresas de alimentación y de hostelería que ese mismo día ya están en las despensas de cientos de familias de toda la provincia. Hay que organizar todos los paquetes donados durante la última recogida y que se encuentran almacenados en la nave de la parroquia de Lavadores.
El banco es una maquinaria precisa en el que no se mueve un kilo de comida sin que sea registrado. Al frente de esta organización está Iván Martínez (Marín, 1957), que aporta su experiencia de gestión, que no es poca. Antes de jubilarse, fue delegado de Galicia de la división comercial de El Corte Inglés, empresa en la que trabajó 30 años en puestos directivos. Su mente no para de buscar fórmulas para maximizar la rentabilidad, en este caso de alimentos. El beneficio es paliar el hambre de miles de personas que no tienen dinero para satisfacer sus necesidades básicas. Así se lo explican a los escolares en las charlas que organizan para implicarles en las recogidas que llevan a cabo. «Hay una realidad social que posiblemente no sea la que vivan en sus casas. Hay mucha gente que lo está pasando mal», asegura Iván. Por eso, su mayor satisfacción es cumplir objetivos. Hay emoción cuando, tras cada Gran Recogida, contabilizan las cantidad de alimentos recaudados.
Reparten alrededor de dos millones de kilos cada año a un total de 155 entidades de toda Pontevedra que, a su vez, los hacen llegar a las familias necesitadas. Cada día es más difícil. Las partidas de alimentos que recibían de fondos de la Unión Europa han desaparecido desde este año. El Gobierno central ha cambiado la política y las sustituirá por las tarjetas monedero. Representaban el 40 % del volumen de alimentos que han venido gestionando, si bien durante los últimos años habían descendido drásticamente. Por ejemplo, el año pasado dejaron de recibir leche y aceite. A pesar de ello, logran mantenerse gracias al trabajo diario y a todas las empresas e instituciones que arriman el hombro para hacer posible este milagro diario. «No nos hemos planteado desaparecer. Vamos a incrementar nuestro trabajo, en la medida en que podamos, estableciendo contactos con empresas. Vamos a intentar paliar el vacío que va a dejar esta nueva forma de invertir los fondos europeos», asegura el presidente del banco. Mientras tanto, ven con incertidumbre la implantación de las tarjetas monedero, de la que casi no tienen información. Iván tiene claro que ese no es el camino. «La decisión de sustituir el reparto de alimentos por tarjetas monedero es un error» afirma. El usuario de la tarjeta monedero hará la compra a un precio de mercado, cuando los alimentos que recibían de Europa eran suministros que se adquirían por menos dinero. «Por ahí se pierde mucho recurso», dice. Además, estas tarjetas excluyen a familias sin hijos o con edades superiores a los 16 años. Mucha gente mayor no podrá optar a esta ayuda social. «Creemos que alrededor de 400.000 personas se quedarán fuera en todo el país», asegura. Por eso su labor seguirá siendo imprescindible. Desde la pandemia han incorporado la posibilidad de hacer donaciones económicas, lo que ha servido para poder optimizar las recogidas y comprar los alimentos que necesitan en cada momento.
«Hay personas que no están de acuerdo porque es caldo gordo para los supermercados, pero que alguien me diga de qué forma el banco puede conseguir tanta ayuda», afirma Iván Martínez. El sistema mixto soluciona, además, el problema de verse con la prisa de entregar mucha cantidad de alimentos antes de que caduque. «En un año nos hemos visto con 80.000 litros de leche. Nos hemos visto obligados a repartirla en dos o tres meses, cuando en otras condiciones nos durarían cuatro o cinco meses». El sentido común es algo que debe imperar a la hora de que el consumidor done alimentos. «Es preferible donar cinco botellas de litro de aceite que una garrafa de cinco litros. Es preferible que el aceite sea de girasol a que sea de oliva porque con esa misma inversión podemos llegar a más familias», explica.
¿De dónde viene?
Licenciado en Económicas en Santiago, trabajó durante 30 años en la división comercial de El Corte Inglés.
¿Su mejor viaje?
El que hizo a Disney París hace dos años con Ana, su mujer, con la que lleva casado 45 años, y con hijos con sus parejas y nietos. «Fue una experiencia maravillosa».