Una peluquera de Vigo, condenada a volver a trabajar con su acosador sexual: «No quiero ni verlo»

alejandro martínez VIGO / LA VOZ

VIGO

M.MORALEJO

El juzgado impone el pago de una indemnización de 25.000 euros a un peluquero por acoso sexual a una empleada y declara nulo el despido en una sentencia aún no firme

21 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El Juzgado de lo Social número 7 de Vigo ha impuesto al dueño de una peluquería del centro de la ciudad el pago de una indemnización de 25.000 euros por acosar sexualmente a una empleada a la que acabó despidiendo. La sentencia, que aún no es firme, declara nulo el fin de la relación laboral, por lo que la mujer, de 46 años, debería reincorporarse a su puesto de trabajo, cuestión que ella rechaza de plano. «Me pregunto cómo meten a una víctima a trabajar otra vez con su acosador. Qué me espera a mí ahí, si no quiero ni verlo, ni olerlo, ni nada», afirma Luz María Pereira, que se encuentra de baja, a tratamiento psicológico y con problemas de salud derivados de la experiencia traumática que ha vivido.

El fallo judicial considera probado que el peluquero viajó en junio de 2022 con su empleada a un curso del sector celebrado en Barcelona y que reservó una única habitación en un hotel para ambos. «La primera noche, mientras se preparaban para el evento, el demandado intentó besar y tocar a la actora, a la cual esta se negó», según se expresa en el fallo. Luz María afirma que vivió momentos «horribles» dentro de aquella habitación y que tuvo que defenderse. Esperaba que, al cabo de unos días, su jefe le pidiera perdón. Pero no fue así. La situación empeoró. «Se obsesionó conmigo», afirma.

Durante el juicio, el denunciado reconoció que dejó notas en la taquilla de su empleada en la que podía leerse: «No te imaginas las ganas que tengo de abrazarte. Espero que si lo intento no me huyas... sisisi», o «te deseo tanto como respirar, porfa, no me dejes morir».

Luz María compartió lo que le estaba pasando con sus compañeras de la peluquería por consejo de su abogado para sentirse arropada. «Lo que hizo fue separarme de todo el equipo, anularme, no me dejaba atender a las clientas. Fue un machaque psicológico. Me mandaba trabajos para que me quedara sola con él de noche», recuerda. Al mismo tiempo, no daba el paso de marcharse de la peluquería en la que llevaba 14 años trabajando. «Llevo 28 años trabajando en mi barrio. Para mí la peluquería es como una droga. Mi profesión la llevo en la sangre. No me imaginaba mi vida fuera de ahí», dice. Pero la situación se fue haciendo cada vez más insostenible. «El trato era humillante. Me decía que era una mierda, que no valía para nada y que la gente se olvidaría de mí a los dos días de marcharme», recuerda. Luz María no pudo más y cogió una baja tras una discusión. El empresario la despidió al cabo de unos días acusándola de haberle faltado al respeto.

La sentencia considera que las pruebas que aportó la denunciante revelan «un panorama discriminatorio». El hecho de que el empresario demandado reservase una única habitación en el hotel de Barcelona «es un indicio de acoso sexual» y «atenta al derecho fundamental de la intimidad personal». La situación de acoso «incluso resulta propia de la carta de despido», así como las notas manuscritas que le dejaba el empresario, «que son un indicio más de ese acoso por parte del demandado». La jueza señala que ha existido una vulneración de un derecho fundamental y que la trabajadora no solo ha aportado indicios, sino también «una prueba concluyente de la existencia de tal vulneración».

Luz María reconoce que no está satisfecha con la sentencia y el tortuoso camino que ha recorrido. «Entiendo que haya mujeres que no lleguen a denunciar. Es una tortura». Renunció a ofrecimientos para no llegar a juicio, pero quiso sentar a su jefe en el banquillo «porque fue muy grave».

La abogada que defiende al empresario es su mujer: «Se acatará el fallo definitivo»

La abogada del denunciado, que es su mujer, afirma que la sentencia está recurrida y que además han pedido una aclaración respecto a la indemnización que hay que abonar a la víctima del acoso sexual. «Acataremos la sentencia, pero la definitiva», afirma.

La letrada dice que «esto no va a quedar así» y que hubo testigos en el procedimiento que ya habían sido despedidos con anterioridad de la peluquería.

Considera que el procedimiento judicial responde a «una campaña de acoso y derribo de la persona que fue despedida». «Habló de un tema que pasó hace un año y contó su película y acudieron testigos que fueron despedidos del salón. El ánimo de hacer daño es evidente», dice. La abogada afirma que en la peluquería de su marido «estamos en contra del acoso sexual laboral» y que tienen un protocolo de actuación.

Recuerda que hubo un procedimiento anterior de otra trabajadora que fue sancionada y presentó una demanda por acoso laboral, «que se desestimó y esa misma trabajadora que denunció iba de testigo de esta otra sentencia». 

Proceso de ansiedad

La peluquera que la sentencia de primera instancia acredita que ha sufrido acoso sexual inició un proceso de incapacidad temporal por ansiedad poco antes de ser despedida. Reconoce que aún le queda mucho tiempo para volver a estar bien. Ha desarrollado fobias, dolores físicos, miedo a salir de casa, pesadillas y debe tomar medicación después de la experiencia traumática que vivió en el hotel de Barcelona y las semanas posteriores. La sentencia condena al empresario a readmitirla.