Botellones, suciedad y drogas junto a la estación de Vialia Vigo

Luis Carlos Llera Llorente
luis carlos llera VIGO / LA VOZ

VIGO

M.MORALEJO

«Llegas a las 7 de la mañana a trabajar y todavía siguen bebiendo y montando jaleo en la calle», dicen vecinos y los hoteleros de la calle Alfonso XIII

08 sep 2024 . Actualizado a las 21:07 h.

«Transformando Vigo», reza la lona que cubre la fachada de una edificación abandonada a las puertas de Vialia, en la calle Alfonso XIII. Las zarzas se descuelgan por el cartel de propaganda municipal que está lleno de pintadas y garabatos poco artísticos. En la acera se levanta el local cerrado de la cafetería Estación. Es uno de los efectos colaterales de la explosión de negocios de Vialia. Una eclosión que tiene consecuencias retardadas con otros cierres posteriores.

En la zona había bares nocturnos y locales de alterne que ya se clausuraron, aunque algunos establecimientos siguen abriendo a deshoras, como confirman en los hoteles de Alfonso XIII. «Por las mañanas, a las siete, sigue el botellón», aseguran.

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El proyecto inicial era derribar toda la manzana, para generar una gran plaza, pero acabó por descartarse porque resultaba muy caro llevar a cabo todas las expropiaciones. En la esquina de lo que eran after hours y una casa de citas, existe una calle a medio construir que acumula restos de material de construcción y decenas de botellas y vidrios. Detrás de las vallas semiabandonadas que acotan esta calle hay una vivienda en precario en la que pernocta de vez en cuando una persona. Se ven por doquier silvas, zarzas, y enredados a ellas vidrios, plásticos y colillas.

Al adentrarse por la acera pegada a uno de los edificios surge una plazoleta. Está abandonada y llena de pintadas poco artísticas.. «Antes no era así pero desde hace un año el césped no se cuida ni riega, ni se limpian los restos del botellón», señala Roi, uno de los vecinos. Los propietarios de mascotas las llevan a pasear por esta zona para que hagan sus necesidades. Lo que no se recoge es la basura de las noches de juerga que se va acumulando a la vista de todos. 

Botellón frecuente

Un empresario que soporta la acumulación de residuos en la fachada de su edificio corrobora que no ve por allí a los barrenderos. Así que el espectáculo está servido: botellas de Coca Cola de dos litros, envases de vodka Caramelo tirados, vidrios de ginebra Seagrams vacíos. Son restos de botellones recientes en una escondida plazoleta que se ha convertido en refugio de pandillas que acuden allí para beber y fumar evitando ser molestados. No hace falta esperar a la noche. En la puerta de la estación de autobuses, dos ciudadanos portugueses preparan, sin cortarse, dosis de droga a la vista de los viandantes.

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Los vecinos aseguran que hasta hace un año la zona estaba limpia, pero dejó de estarlo porque las comunidades no se ponen de acuerdo en su mantenimiento. El espacio público permite el transito desde la estación a la calle Ramón María Aller, un vial cortado al tránsito de coches pero permeable al de viandantes.

El Concello de Vigo considera que es obligación de las comunidades de vecinos cuidar y limpiar esa zona, ya que la plaza fue objeto de una cesión de suelo. Pero muchos dueños e inquilinos de las decenas de pisos de dicha área desconocen esta circunstancia y se quejan de tener que lidiar con la suciedad y el vandalismo. El hotel B&B ha llegado a poner carteles pidiendo que no pinten más. «Es pasto de los abusos de drogatas y vándalos que achicharran con sus pintadas y golpes a los vecinos», dice Cayetano Lledó, que asegura que los clientes de los hoteles no se llevan allí una buena imagen de Vigo.