La atalaya del Aloia: naturaleza y leyendas

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

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Tradiciones y arqueología son algunos de los atractivos del primer parque natural de Galicia

11 nov 2024 . Actualizado a las 23:58 h.

Las 750 hectáreas que conforman el Parque Natural del Monte Aloia contienen un variado y rico patrimonio histórico, natural e inmaterial, y un misterio todavía sin resolver. El territorio, incluido en el extremo meridional de la Serra do Galiñeiro, está enclavado en la parroquias tudenses de Rebordáns y Pazos de Reis, y su altitud máxima es de 634 metros.

El aspecto patrimonial más evidente viene indicado por su catalogación en el año 1978 como parque natural. Fue el primer en Galicia. Esto fue debido, en gran parte, al trabajo realizado durante las primeras décadas del siglo XX por el ingeniero forestal tudense Rafael Areses, que emprendió la reforestar de una montaña que entonces carecía de árboles. Su memoria se mantiene en el parque con un monumento y el edificio del centro de interpretación, la antigua casa forestal.

Una de las consecuencias de aquella iniciativa, enriquecida con acciones posteriores más elaboradas, es la senda botánica, una ruta que transcurre por el arboreto, en palabras del divulgador medioambiental Antón Lois «un museo vivo en el que conoceremos los árboles que marcaron para bien y para mal, la evolución ambiental y humana de nuestros bosques». Aunque la repoblación inicial se realizó principalmente con pinos, en las etapas posteriores, el parque apostó por otras especies autóctonas de gran valor medioambiental y, sobre todo, visual.

Esta ruta parte del centro de interpretación, un edificio inspirado en los cuentos que se levantó en el año 1921. Se le suele atribuir el diseño al propio Rafael Areses. Es un lugar importante para apreciar lo que luego se verá en todo el parque debido a que se expone en él el valor natural e histórico de todo el conjunto. Abre por las mañanas, domingos incluidos.

Por continuar con Rafael Areses Vidal, en la cumbre del Aloia se sitúan un monumento que honra su memoria y su obra. Se trata de un conjunto de granito y bronce inaugurado en septiembre de 1956. Fue una iniciativa del Club de Montañeros Celtas que contó con la financiación de la Diputación de Pontevedra y varios ayuntamientos de la provincia, entre los que destacaron, por aportar una cantidad mayor que los otros, los concellos de A Guarda, O Rosal, Tomiño y Tui. El medallón de bronce con la efigie del ingeniero forestal, que corona el monumento, fue realizado por el escultor cangués Xoán Piñeiro.

Corona el monte la ermita de San Xián. Su actual composición data del siglo XVIII, pero con anterioridad hubo otro edificio. Durante la campaña arqueológica del 2001 se detectaron restos de una construcción anterior y, en un nivel inferior a esta, se encontraron restos de tégulas, un elemento característico de las construcciones romanas. Posiblemente fuera un lugar de culto desde la antigüedad. Hoy en día se celebran dos romerías, una en enero, festividad de San Xián o San Julián, y la otra, el día de Nuestra Señora de las Angustias, en julio.

Leyendas

En las inmediaciones del templo se encuentra la conocida como Cama de San Xián, un piedra, con una oquedad en su base que abre el ámbito de las leyendas. Se la relaciona con el martirio del santo y se dice que a sus pies no crece la hierba. El entorno de la piedra también fue excavado arqueológicamente. Los expertos localizaron evidencias de muros y huecos de poste, así como un derrumbe de tégulas, lo que podría llevar a pensar que hubo una construcción de época romana. Al monolito también se le atribuyen poderes fertilizadores, como ocurre en numerosos lugares de Galicia, o propiedades para disminuir los dolores de cabeza. Se completa este conjunto etnográfico con la presencia de la Fonte do santo, a la que los creyentes ascendían de rodillas, rezando, para conseguir los favores del santo.

No es la única leyenda que rodea al espléndido monte. También alguien expandió la idea de que las yeguas salvajes que pueblan la sierra de O Galiñeiro son fecundadas por el viento.

Lo que sí es una realidad es que desde la antigüedad estuvo poblado, como lo demuestra la presencia del castro del Alto dos Cubos. Solo se pueden ver unas pocas casas que estuvieron ocupadas entre el siglo II a. C y el III de nuestra era. Muy cerca de este poblado prerromano se localizan unos petroglifos que presentan combinaciones circulares y cazoletas de gran tamaño. Estas manifestaciones rupestres son más antiguas que el castro.

Pero el gran misterio del Aloia está en los orígenes y la utilidad de lo que es conocido como la muralla ciclópea y lo que guardaba. El profesor de la Universidad de Santiago de Compostela Mario Fernández-Pereira considera que es un asentamiento fortificado posterior a la desaparición del poder romano. Establece una horquilla cronológica que va del siglo V al X, pero señala que se trata de uno de los asentamientos fortificados más grandes de todo el noroeste peninsular. Tiene un perímetro de más de un kilómetro, aunque ya se conservan pocos metros. Recomendaba, en un trabajo de hace algún tiempo, realizar un trabajo arqueológico en profundidad para determinar su naturaleza.

En el pasado también se quiso ubicar el mítico monte Medulio en el Aloia, pero las últimas investigaciones apuntan hacia una sierra leonesa. Pero, el parque natural tudense también es un espacio adecuado para el senderismo. Su página web propone varias rutas de recorridos cortos, pero plagados de elementos interesantes, como ocurre con la del río Tripes, afluente del Miño que nace en el Aloia. En este caso, uno de sus atractivos es la presencia de varios molinos de agua salpicados en un bosques de ribera de variada vegetación.

Y todo este grandioso conjunto se completa con las impresionantes panorámicas que se contemplan desde sus cinco miradores.