La jugadora viguesa del conjunto navarro se enfrenta al preparador de porteras del equipo gallego, hoy en División de Honor
16 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.El partido entre Beti Onak y Porriño de División de honor femenina de balonmano es especial para la viguesa Adriana Mallo (2002) por muchos motivos. Pero el principal comparte apellidos con ella: se llama Sergio Mallo y es el preparador de porteras, aparte de técnico ayudante, del conjunto gallego y su hermano, seis años mayor. Hoy será la primera vez que se enfrenten.
La jugadora revela que se van a ver por primera vez en meses y que medirse en equipos diferente se hace raro. «Él ha sido uno de mis principales motores en el balonmano, quien más me ha apoyado en el entorno deportivo», señala la deportista, que cuenta que él, como entrenador, siempre la ha «apretado» para que creciera como deportista. «Será bonito verlo a él, pero luego también sé que al que pierda, el otro se lo va a estar recordando hasta fin de año», dice entre risas.
Sergio cambió el Carballal, equipo de formación de su hermana, por el Porriño este verano. «Le surgió la oportunidad y decidió dar el paso de moverse», relata ella. Pero la distancia geográfica entre ellos no se ha traducido en que él haya dejado de ser lo que Mallo llama «una especie de entrenador personal». «Sé que después del partido me va a dar la chapa, tanto con lo bueno como con lo malo. Siempre lo hace» y eso es lo que en este caso le genera «algunos nervios».
Más allá de este vínculo familiar, para Adriana el duelo contra el Porriño siempre ha sido un derbi apetecible desde que era jugadora del Carballal, donde estuvo muchos años tras iniciarse en el Lavadores y hasta llegar hace cuatro a su actual club. «Solía ser un rival directo nuestro para ganar las ligas», rememora. Y ya trasladándose a la etapa actual, añade: «En los tres años que llevamos en División de Honor, es uno de los tres equipos a los que no les hemos ganado, y yendo por delante en varios de ellos, así que vemos que es ganable», valora.
Aunque alguna vez le llegaron rumores de que la estaban tanteando, nunca tuvo ningún contacto para fichar por Guardés o Porriño, aunque le gusta la idea de jugar en la élite en Galicia, cerca de los suyos, en el futuro y, a sus 22 años, sabe que tiene mucho tiempo por delante. Mientras, otro reencuentro que le espera hoy es con Aitana Santomé. «Nuestros padres son muy amigos y, de hecho, pasamos algunas Navidades juntas las familias. Aunque con los años y la distancia la relación no sea tan cercana, hemos compartido mucho», también en las selecciones, detalla.
En su análisis del Porriño, Mallo comenta que «en los últimos tres años, han hecho pocos cambios en la plantilla y es lo que les ha hecho fortalecerse como grupo». Destaca sus buenos resultados tanto en liga como en Europa, «demostrando que son súpercapaces de estar ahí». Considera que son candidatas no sabe si a ganar la liga, «pero a estar entre las cuatro primeras, seguro». Y se alegra de su éxito continental. «Me hace ilusión por el reconocimiento y visibilidad al balonmano gallego».
Inicios duros en Navarra
La llegada de Mallo al Beti Onak fue «una coincidencia». Su compañera de selección Aileen Ripa jugaba ya en el equipo y ante una baja en la primera línea, le habló a su entrenador de la viguesa. «Le dio mi nombre y se puso en contacto. Yo estaba un poco reacia porque tenía 17 años, tenía a mi hermana melliza, iba a empezar la universidad... Eran demasiados cambios a la vez, pero lo valoré y, al final, cepté», cuenta. Llevaba entonces ocho años en el Carballal «y tú piensas que tu club puede llegar a algo así, pero la realidad es que no».
Aunque a día de hoy está muy contenta con la decisión que tomó, reconoce que los primeros dos años fueron duros y que cada día se repetía a sí misma que quería volver a casa. «Tienes que adaptarte a demasiadas cosas. No solo a nivel deportivo, sino estar sin tu familia, las gestiones de la vida diaria: la compra, limpiar, recoger... Cuestiones a las que no dabas importancia», reflexiona. Además, compagina con estudios de Enfermería, que ahora, tras un parón para respirar, lleva con más calma.
Agradece que Villava es un lugar «muy acogedor» y que en el club le concedieron mucho margen para hacerse a su nueva vida. «Ahora pienso que quién me ha visto y quién me ve. Todos los días pensaba en volver, pero llegaba el final de temporada y decía: ‘Igual no estoy tan mal’. Y renovaba». Hasta ahora, que ya sí que se siente a gusto desde hace tiempo. «Aparcar los estudios por un tiempo me ayudó. Sentía que no estaba al 100 % en nada», afirma.
En lo colectivo, cree que su equipo va a más y que aunque su objetivo siempre es la salvación, este año se plantean que por qué no pensar en el play-off. «Estamos creciendo. Pero somos un equipo joven, capaz de lo mejor y lo peor, de estar al nivel de las mejores y de las peores», se sincera. Dice que trabajan en ser más regulares pero que se han demostrado que pueden competir contra cualquiera. «Creo que a veces, en gran parte, ganar o perder está más en nosotras que en el rival».
Piensa que la clave del duelo de hoy estará en centrarse en ellas mismas. «Somos un equipo que juega desde la defensa y si estamos bien atrás y nuestra portería acompaña, como suele hacerlo, estaremos bien arriba», vaticina. También tiene presente que no deben caer en la precipitación, como dice que les pasó la pasada jornada. A nivel individual está «contenta en líneas generales», aunque no es «nada conformista».
Su melliza, en el Carballal
La hermana melliza de Adriana, Patricia, sigue siendo a día de hoy jugadora del Carballal, recién ascendido en División de Honor Oro y cuyos pasos sigue de cerca la integrante del Beti-Onak. «Cuando ascendieron, me quedaba a dos horas de aquí y pude ir a verlas. Me emocioné tanto como ellas. Al final, me siento parte del proyecto, no dejan de ser las compañeras y el entrenador que tenía», enfatiza. Aunque están sufriendo en la categoría, dice que tienen que disfrutarlo como el premio que es. «Por presupuesto y por la apuesta por gente de casa, es más complicado. El objetivo era ascender y darles ese reconocimiento al trabajo de años», reivindica.