La Alameda de Vigo merece ser bien de interés cultural para protegerla

Quizás no sepan que la plaza de Compostela, que para vigueses y viguesas será siempre la Alameda, recibió ese nombre por la plantación de álamos (chopos, para las amistades) cuando, originalmente, se ganó ese espacio al mar. Hoy sería complicado que hiciera honor a su nombre porque el Concello hace unos años que ha declarado la guerra a los chopos, y la está ganando. La Alameda era y es el lugar en el que Vigo se gustaba a sí mismo y su jardín histórico solo puede compararse al de Castrelos. Solamente la presencia de las dos casuarinas de más de un siglo de edad que sobreviven allí justificarían su declaración como bien de interés cultural (BIC), pues se trata de una de las solo siete especies viguesas que figuran en el catálogo de «árbores senlleiras» de la Xunta de Galicia, en el que se recogen las joyas botánicas de la comunidad. 

Además de especies catalogadas, en la Alameda prácticamente todos sus árboles están incluidos en el catálogo de árboles singulares que en su día elaboró (y no aplica sus recomendaciones) el propio Concello de Vigo, siendo muy difícil destacar alguna, aunque recomendamos los espectaculares castaños de indias, teixos, los helechos arborescentes, la sophora y la espectacular araucaria que, aunque este año se libró de ser soporte de luces, no ha podido evitar que, por supuesto sin protección alguna para no dañar su corteza, le hayan enroscado un cable de las guirnaldas luminosas. 

El incumplimiento de las propias ordenanzas municipales de medio ambiente en lo referente al arbolado urbano sigue siendo una constante durante las Navidades. La Navidad extendida de Vigo es mala época para nuestro jardín histórico desde que el gobierno municipal decidió instalar allí un llamado mercadillo. En general, los mercadillos navideños de Centroeuropa, muchos de ellos con siglos de tradición, acostumbran a ofrecer un equilibrio entre los puestos de artesanía navideña y los de comidas y bebidas populares. En nuestro caso, el asunto está un poco desequilibrado, pues de sus 102 casetas (algunas unidas, por lo que son 63 negocios y 6 casetas para alguna organización e información), 50 son de comida y bebida y solamente 13 de artesanía. Si el 79 % de las casetas están dedicadas a la hostelería, ¿realmente es una feria de Navidad o una feria gastronómica de bebidas alcohólicas, cervezas, choripán y dulces varios? 

En realidad, Vigo ya tenía una feria tradicional de Navidad, que sí era una feria de artesanía en la que la Asociación Galega de Artesáns ofrecía sus piezas únicas y que se celebró durante 37 años consecutivos y que ya era un referente en todo el noroeste peninsular. Se llamaba, dicho en pasado, Ofeitoamán. Ante la falta de apoyo del Concello, dejó de celebrarse en esta ciudad. La contaminación acústica y luminosa que espanta a las aves que heroicamente todavía consiguen sobrevivir allí, los humos y grasas de las chimeneas de las casetas de comidas, las aguas residuales que con frecuencia se arrojan a las arquetas de pluviales (por lo que se van a la ría sin depuración alguna), las podas tipo decapitación y las luces y cableados en los árboles hacen que para la Alameda las Navidades impliquen un aumento exponencial de agresiones. 

Por eso, hoy queremos retomar de nuevo la iniciativa para declarar la Alameda como bien de interés cultural, como ya se intentó varias veces sin éxito (en el 2016 se encargó un estudio para la declaración de todo el ensanche vigués, y nuevamente en el 2022 a propuesta de Marea) bien por el desinterés… o quizá deliberadamente, porque de ser declarada como BIC no se podrían hacer las cosas que se están haciendo allí. 

Una de las excusas para no tramitar la solicitud ante la Consellería de Cultura era la ausencia de Plan Xeral. Pues dicen que es inminente tener ese PXOM, por lo que insistimos en que se declare BIC nuestra Alameda, por su valor histórico, patrimonial, ambiental y, sobre todo, por la necesidad de protegerla.

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