El dolmen con tres cruces donde se practicaba magia en Mondariz Balneario

Pedro Rodríguez Villar
Pedro Rodríguez MONDARIZ / LA VOZ

VIGO

Cedida

Santiago Pazhín recuerda la historia que envuelve una piedra megalítica

04 mar 2025 . Actualizado a las 01:29 h.

Los antiguos galaicos centraban su religión en la convivencia con la naturaleza. Sus dioses estaban en las rocas, en el sol, en las aguas y en los bosques. No está confirmado por los historiadores si eran druidas, los sacerdotes de la cultura celta, o recibían otro nombre propio. Gran parte de aquellos lugares sagrados de los pueblos galaicos se pueden intuir aún hoy. «Muchos han sido cristianizados», recuerda Santiago Pazhín, que ha recogido muchas leyendas en sus libros sobre la Galicia Mágica. En uno de los últimos, el que está centrado en la comarca de O Condado, hace referencia a un gran monumento funerario megalítico conocido como O Dolmen das Tres Cruces en la parroquia de San Pedro en Mondariz Balneario.

«Está ubicada en un lugar con conexiones mágicas. Estaba cerca del río Xabriña y, probablemente, aquí se celebraran rituales y cultos a la madre tierra», indica Pazhín. Sobre la gran piedra hay tres grandes cruces. «Esto no debe ser casualidad. Alguien se centró en tratar de cristianizar este lugar de fuerte tradición pagana con tres cruces porque no les valía una», cuenta. Además, en la roca también hay inscritos símbolos cristianos y otros de época prerromana.

Pazhín recuerda que en la cultura celta, que tiene grandes lazos en común con la galaica, se creía que las grandes piedras, como la de Mondariz, tenían un espíritu en su interior, y sostiene que, puede que, aquella tradición, derivara en la memoria oral en personajes como las mouras, un personaje mágico que en la tradición oral de Galicia se solía relacionar con mujeres jóvenes de gran belleza, largas melenas y pieles pálidas, y que, en muchas ocasiones, permanecían encerradas en lugares con grandes formaciones pétreas o lagunas.

El amor de Pazhín por las leyendas e historias le viene de cuna. «Ya me interesaban muchos seis o siete años y, creo, que no podría vivir sin música ni misterio», dice, entre risas. También recuerda que las leyendas van desapareciendo cuando mueren las personas mayores. «Son los guardianes de este patrimonio que tenemos que mantener», e insiste en la importancia de escucharlos y de que las administraciones creen iniciativas para proteger este legado. Además, Pazhín recuerda que él seguirá investigando y distribuyendo estas historias a través de sus libros y nuevos proyectos.