El italiano que se mudó a Vigo por amor y que enseña la magia del circo a familias

VIGO

Claudio es malabarista y lleva dos años enseñando los secretos de su oficio en el CEIP Carrasqueira de Coruxo
13 mar 2025 . Actualizado a las 00:48 h.Claudio Casaccia se enamoró del circo en las fiestas de su Ancona (Italia) natal. Le encantaban los malabaristas que veían por la calle jugando con el fuego. Llegó a pensar que le gustaría ser uno de ellos, pero pensaba que se quedaría en eso, «un sueño infantil e inaccesible», pero los azares de la vida revivieron el deseo de casualidad. «Mi hermana se fue a vivir a un piso y, sorpresa, uno de sus compañeros era malabarista», recuerda. Él le enseñó las primeras nociones de la disciplina y, poco a poco, fue descubriendo el mundo del circo. «Descubrí que era algo muy accesible a todo el mundo», cuenta. Se cargó de libros, cintas de VHS y fue aprendiendo con práctica y error. En el camino fue conociendo gente, especializándose y viajando por toda Italia para practicar y aprender.
«Para seguir formándome me apunté a la Escuela de Circo de Bruselas», prosigue. Allí los alumnos se formaban en las cuatro disciplinas básicas del circo: malabares, acrobacias, equilibrismo y maniobras aéreas. Al poco, Claudio consiguió una plaza como profesor y allí conoció a la viguesa que hoy es su pareja. «Al final, decidimos mudarnos aquí hace dos años», cuenta. Se trajeron con ellos su circo particular y hoy, Claudio, ya cuenta con 45 alumnos en los talleres que imparte en el CEIP Carrasqueira de Coruxo.

Claudio enseña circo en clases convencionales para adultos y, también, a familias con sus hijos. Hay dos variantes el «Baby Circus», especializado en niños de dos a cuatro años, y el «Circo en familia», para personas con niños mayores. «Son actividades que van a pares. Viene un padre o una madre con su hijo y tienen que hacer todo juntos», cuenta. «Lo primero que buscamos es que se lo pasen bien y, luego, practicamos los movimientos básicos del circo, lo que yo llamo circomotrocidad», explica. En las clases practican malabares, equilibrios y acrobacias en parejas en las que inicia a pequeños y mayores en la magia del arte circense.
«El circo puede aportar muchas cosas interesantes. A mí, personalmente, me ayudó a encontrar mi identidad, a conocer a mucha gente y a descubrir un arte que tiene muchos beneficios mentales y físicos», cuenta. Claudio los resume en varias palabras que son: «diversión, confianza, no competitividad, atención, motricidad, autonomía, cooperación, creatividad, gestión del riesgo, perseverancia y autoconocimiento». Está convencido de que es un arte de lo «más completo».

En las clases de Claudio también se «descubre que en el circo hay actividades para todo tipo de personas. Me explico. El malabarismo, por ejemplo, es para personas con buena coordinación y paciencia, las acrobacias para personas que buscan algo más físico y activo».
Claudio también está sorprendido por la buena acogida que está teniendo su propuesta en la ciudad. «Hay mucho interés y el boca a boca funciona muy bien», destaca. No lo tenía claro cuando se vinieron de Bruselas, pero la ciudad le ha sorprendido y, «por suerte, aquí puedo seguir viviendo de esto».
Además de sus clases en el Carrasqueira, Claudio también imparte sesiones en centros educativos. Un día fue a la Escola Superior de Arte Dramático de Galicia, que está en Vigo, y allí conoció a Carmen y Nerea, que hoy son sus alumnas. «Gústounos o que aprendemos e dicimos vir porque axuda bastante a nosa formación», cuenta. En las clases con Claudio descubrieron una profesión que «creo que está moi pouco valorada e que recomendamos moito. Primeiro de todo, porque é súper divertido e, despois, porque o enfoque pedagóxico de Claudio é moi interesante», cuentan las alumnas que aprenden de aquel niño que soñó que, alguna vez, podría vivir haciendo malabares.
Claudio comparte en sus redes sociales (@atipicocirco) toda la información sobre los talleres que imparte.