






La alameda concentra desde hace 150 años un enorme valor natural, cultural y social
31 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.La alameda, oficialmente denominada plaza de Compostela desde 1935, es el corazón verde y, a la vez, sentimental de Vigo. Fue el primer espacio de esparcimiento público que tuvieron los vigueses. Allí se paseaba, se escuchaba música en directo y se fomentaban las relaciones sociales. Algunos autores señalan la existencia de la alameda, al menos, desde 1597 porque de ese año es el plano más antiguo de Vigo. En un punto muy cercano a su actual emplazamiento aparece en ese plano un conjunto de árboles que podría ser el origen del actual espacio verde. Otros autores sitúan en 1828 la plantación de los álamos que dieron lugar a lo que hoy conocemos como alameda. En cualquier caso, la situación de aquella zona arbolada no coincide exactamente con su actual emplazamiento. Hasta que se realizó el relleno del espacio que va desde el actual edificio de Correos hasta el Náutico, aquella alameda se situaba por encima de la calle Victoria, al borde mismo de la playa que se extendía hacia el este. Así que la alameda actual fue una playa hasta hace 160 años.
Ensanche
En la década de los años sesenta del siglo XIX comenzaron los rellenos que dieron origen a este espacio y al conjunto de calles que va hacia el Náutico. A consecuencia de aquel ensanche hacia la ría se produjo un pleito entre la empresa concesionaria del relleno y el Concello de Vigo. Se disputaban la propiedad, que finalmente recayó en el ámbito municipal. A partir de ahí comenzó el ajardinamiento de este espacio. El arquitecto Domingo Rodríguez Sesmero fue el responsable de aquel planeamiento. En aquella época, la alameda presentaba distintas alturas que se salvaban con una escalinata. También tuvo en esa época un palco de música desde donde la banda municipal y la agrupación musical de la guarnición militar ofrecían conciertos muy seguidos por la población. Ese palco fue retirado a finales de la década de los años veinte de la pasada centuria.
Los dos pequeños estanques que se sitúan en los extremos del parque fueron diseñados por Sesmero, así como la división de espacios ajardinados con setos. Todo ese conjunto estuvo durante varias décadas cercado por una verja de metal, al estilo de los jardines urbanos británicos.
Mercedes Bangueses, en su reciente libro, Escultura pública de Vigo, explica una curiosidad de esa época. La estatua dedicada al contralmirante vigués Casto Méndez Núñez, de Agustín Querol, fruto de una suscripción popular impulsada por la sociedad El Gimnasio, está realizada con el bronce de los cañones de la fragata Numancia, el navío mandado por el marino vigués en el ataque a El Callao, en 1866. Fue la aportación de la Armada al homenaje al militar nacido en la plaza de la Constitución. Fue inaugurada en 1890, con la presencia de Isaac Peral, el inventor del submarino español.
La escultura de Curros Enríquez, de Lorenzo Coullaut, fue inaugurada en 1911. En este caso, fue impulsada por la sociedad La Oliva, presidida entonces por el arquitecto Manuel Gómez Román. Originalmente, estaba situada cerca del estanque más próximo a Concepción Arenal, pero fue trasladado al Castro hasta que hace unos años se reubicó en el anexo de la alameda.
La nivelación del parque, con la desaparición de las escaleras que permitían el tránsito entre los dos niveles, se produjo en la década de los treinta, y tras la guerra llegaría el ajardinamiento principal, diseñado por el paisajista Luciano Turc Bert. De esos mismos años es el pavimento de las aceras, realizado a modo de mosaico, y desaparecido a finales de los años ochenta cuando el concejal Agustín Arca tuvo la infeliz idea de cambiarlo por losetas. De esa misma época es cuando se empiezan a situar esculturas en distintos puntos de la alameda. Camilo Nogueira Martínez, el escultor de O Calvario, es el artista con más obras en este espacio. Según Mercedes Bangueses, también es este el escultor más presente en todo el municipio. A finales de los años cuarenta, Nogueira firmó cuatro obras para este espacio: Niño con cisne, Niño sobre caracol, Niñas sobre tortuga y Alborada, esta última ubicada hoy en día en el anexo de la alameda que da a la calle del Areal.
Unos años más tarde, ya en la década de los sesenta, el escultor de O Calvario aportó otras esculturas al lugar. Son Na cume, La paz, Desacougo y O mariñeiro, que deben entenderse como un conjunto, Fartura y O forxador.
Otro escultor presente en el parque vigués es José Luis Medina, autor de la Cabra con cabritillo y la hiena.
Cerca del estanque del este se encuentra un monolito con la efigie en bronce del poeta Rubén Darío, que luce la leyenda: «Príncipe del verso castellano». Fue un regalo a Vigo del embajador de Nicaragua en España, Justino Sansón Balladares. Y la última incorporación es la estatua dedicada a Domingo Villar, realizada por Pedro Dobao.
La fuente de luces de colores que preside el centro del jardín llegó en 1955 a su actual emplazamiento. En el ámbito botánico, el jardín cuenta con cuatro ejemplares de casuarinas que están incluidas en el catálogo de árboles singulares de Galicia. Se unen a los espectaculares helechos gigantes, castaños o magnolios.
Entorno arquitectónico
Además de los propios valores de la alameda, todo su entorno arquitectónico engrandece el conjunto. En todo su perímetro se suceden edificios proyectados por algunos de los grandes arquitectos vigueses. Desde los más antiguos, firmados por Rodríguez Sesmero, Jenaro de la Fuente Domínguez y Michel Pacewicz, pasando por Franco Montes y Manuel Gómez Romá, hasta Antonio Cominges y Xosé Bar Boo. Una auténtica maravilla para la admiración de todos.
Finalmente, hay que recordar una placa en el paseo central, en la que un alcalde, sin citar su nombre, anima a todos los vigueses y viguesas a cuidar este patrimonio común.