«Dani se fue pronto, pero nos dejó un legado único»

LA VOZ VIGO

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Willy Rivas recuerda a su hijo, piloto de motociclismo moañés fallecido en un accidente en Laguna Seca el 19 de julio del 2015, hace hoy diez años

19 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Que la muerte de un hijo no se supera y que piensas en él cada día de tu vida lo repiten todos los padres que han pasado por esa tragedia. Willy Rivas no es una excepción, ambas frases salen de su boca cuando se cumplen, este sábado, diez años de la pérdida del piloto Dani Rivas en un accidente en Laguna Seca. Pero él puede decir que ha encontrado la que le ha resultado la mejor manera de enfocar la ausencia: honrando su memoria a través de celebrar su vida y dar continuidad a su legado.

Porque Rivas padre puso en marcha la Cup Dani Rivas y el Dani Rivas Talent Team. «Es mi válvula de escape. Lleva su nombre y me imagino su alma, donde esté, orgullosa», expresa con emoción. Gracias a estas iniciativas, sigue en contacto permanente con el mundo del motor y recibiendo su cariño, que también habla de quién fue aquel moañés que perdió la vida con 27 años. «Un tío que no fue campeón del mundo, que no corrió el mundial, pero que se acuerden de él y me traten como lo hacen es gratificante y me emociona», relata.

Cuando mira atrás, Rivas se agarra a lo vivido juntos: «Suena duro, pero con lo feliz que nos hizo esos 27 años, es como si tuviera 40. Vivió intensamente y fue una persona increíble. ¿Se fue pronto? Sí, pero nos dio mucho y nos dejó un legado único». Ambos forjaron un lazo que le sigue llenando a día de hoy: «A veces, tienes un hijo y no eres feliz con él, o él contigo, y eso es muy triste. Nosotros teníamos un vínculo de amor, y con el nexo del motociclismo que nos unía, que es muy difícil que yo encuentre palabras para explicarlo», ahonda.

Aún le ocurre a veces que va en el coche y se le va la mirada para el asiento del copiloto. «Sin darme cuenta, es como si de alguna manera me acompañara, es muy extraño», se sincera. O que se pregunta qué hace en un circuito si su hijo ya no está. La respuesta es ayudar a otros jóvenes pilotos a cumplir sus sueños. «Dani tuvo que luchar mucho para lograr lo que logró, no te lo puedes imaginar», recuerda evocando todas las puertas a las que hubo que llamar y todas las veces que no se abrieron.

Pero cuando le sobrevino la muerte, tenía firmado un precontrato para correr el Mundial de Superbikes con Kawasaki, de ahí que a Willy le haya quedado la amargura añadida de pensar que «murió en la orilla» después de tanto nadar. «Yo creo que hoy Dani estaría corriendo el Mundial de MotoGP con alguna marca. Estaba en la parrilla de salida para dar el salto hacia arriba», asegura. Y menciona con cariño que su gran amigo Aleix Espargaró, que llegó a esas instancias, «nunca pudo ganar a Dani».

M.MORALEJO

Orgullosos del tío Dani

Meses después del fatal accidente, los progenitores de Dani se convirtieron en abuelos por primera vez y hoy tienen dos nietos, de nueve y cinco años, que están al corriente de quién fue su tío y conocen su historia. «Hablan de él en presente y es acojonante, es genial. Para mí, es un bálsamo. Si ven una moto o una carrera, hablan de él y preguntan», comenta.

A Rivas no le pone triste hablar de su hijo, al contrario. «Para nada. Eso no significa que no tenga mis momentos de intimidad de acordarme de cualquier detalle, echarlo de menos en mi soledad, emocionarme y llorar», revela. Como lloró al ver a uno de sus pilotos, Hugo, de doce años, ganar hace pocas fechas. «Nunca voy a las salidas, me parece el momento más peligroso —fue el que le costó la vida a Dani—, pero hice una excepción y me lo agradeció ganando».

En lo personal, para Rivas, el 19 de julio es un día más, pero el entorno hace que no sea así. Para empezar, se reúne con los que «siguen siendo los amigos de Dani» en el bar Frappo’s, que sirve gratis la bebida bautizada como DR7, por las iniciales y el dorsal del deportista, «es johnnie negro con Kas de naranja para honrarlo». A nivel familiar, reconoce que la madre, Rosa —de la que está separado—, «lo lleva peor». Él tampoco lo ha superado, ni lo pretende. «Si buscas hacerlo, peleas contigo mismo y con quienes te rodean. Hay que intentar aceptarlo y convivir con ello. Yo voy a morir con esos pensamientos y no quiero cambiarlos, no hay nada que olvidar», subraya.

«Perder a Dani fue como si te pasa una apisonadora encima»

Hace poco, Willy pudo acompañar a los padres de Borja Gómez, piloto fallecido este mes cuyo caso le removió por dentro. «Intenté animarlos, les dije que no se arrepientan de nada, que estén orgullosos de haberle ayudado y de lo felices que fueron mientras estuvo con ellos», replicando las máximas que le han ayudado a él. «Aunque no estén físicamente aquí, siempre estarán con nosotros. Es lo que yo sentí y siento. Nadie muere del todo mientras no desaparece de tu mente», expone.

Recomienda Rivas expresar los sentimientos hacia los seres queridos. Y no porque su hijo y él pecaran de lo contrario. «Nos decíamos mucho ‘te quiero’. Tengo tatuado el último WhatsApp que me mandó: ‘Te quiero más que a nada. Gas a tope’». Si se despedían y se iba a dormir a casa de su madre, no faltaba el mensaje. «Pensaba: ‘Hostia, tío, si acabamos de vernos. Qué cabrón’. Es muy bonito», cuenta.

M.MORALEJO

Cuando piensa que han pasado diez años, por una parte le sale decir que «pasó volando», pero por otra, aquello le hizo «daño a todos los niveles, como si te pasara una apisonadora por encima». «Me hice mayor, me hice un puto abuelo. Pero para mí, el tiempo perdió valor. No es como antes, me da igual que sea lunes o domingo», ejemplifica.

Hizo mella en su salud con una diabetes que, dice, apareció a raíz de la muerte de Dani y que hace poco le tuvo en coma. «Hubo un error con la medicación y me salvaron por los pelos. Pero en el estado en el que entré, viví cosas bonitas y tristes a la vez. Aparecieron con nitidez Dani y mi primogénito, Iván, que murió de meningitis a los 90 días», revela. Ambos van siempre con él.