50 comunidades de montes se alían para evitar una ola de incendios como la del 2017

VIGO

Los colectivos de Vigo, O Val Miñor y O Baixo Miño ya patrullan a diario de forma conectada
06 ago 2025 . Actualizado a las 01:33 h.La ola de calor ha provocado que Vigo y su área estén en riesgo extremo de incendio. Los comuneros lo saben y se han echado al monte para detectar el fuego antes de que se expanda y, también, para disuadir a posibles incendiarios. Ya van más de 30 conatos de incendios identificados en las últimas dos semanas en todo el área. Varios de ellos han sido intencionados. El pasado sábado, por ejemplo, el alcalde de Gondomar alertaba que habían registrado cinco incendios en menos de un día. «Todos tenían el mismo patrón. El fuego aparece cerca de las viviendas, en zonas diferentes y genera mucha alarma social. Está claro que son intencionados», sostenía el alcalde. Los comuneros de Vigo, O Val Miñor y O Baixo Miño han tomado nota de este patrón y, por eso, se han centrado en vigilar su monte más que nunca. «Lo estamos haciendo unas 50 comunidades de montes y más de 300 vecinos», destaca Xosé Antón, secretario técnico de la Mancomunidade Montes de Vigo.
Su plan está funcionando. El mes pasado los comuneros detectaron un incendio en Valadares que se pudo parar gracias a su reacción temprana. «Avisamos al 085 y nos coordinamos con las brigadas para poder atajarlo rápidamente», continúa. Este tipo de fuegos pueden ser una bomba de relojería. Los comuneros coinciden en que el monte está muy seco, hace un calor más alto de lo normal y hay una gran masa vegetal tras las lluvias de invierno y primavera. «Lo que queremos evitar, sobre todo, es que se dé un gran incendio como los de 2017. Son los llamados incendios territoriales», indica Antón. Se refiere a fuegos que afectan a más de una zona concreta y que, incluso, pueden ser capaces de cambiar el tiempo de una zona o expandir el incendio a lugares más alejados. Estos, como el que sufrió Lleida a principios de mes y en el que murieron dos personas, pueden generar un pirocúmulo, una nube de fuego de gran altura, que extiende el incendio a velocidades incontrolables. «La mejor manera de combatirlos es prevenirlos», insiste Xosé Antón, que cita al el ingeniero de montes, Juan Picos: «Non chega con prever os incendios do próximo verán, debemos prever os incendios da próxima década».
Este es el principal objetivo de la alianza que comparten las tres mancomunidades que ahora patrullan los montes en conjunto. «También queremos coordinarnos con el resto de la comunidad. Estos incendios se deben combatir implicando a todos los implicamos. Notamos que todavía hay falta de coordinación entre administraciones y que hay actores que no tienen en cuenta esta situación», añade Xosé Antón. Pone el ejemplo de las empresas eléctricas que, a su manera de ver, están descuidando las tareas de limpieza que le corresponden en Vigo. También pone el foco, de nuevo, en la importancia de limpiar las zonas de montes de particulares que todavía se encuentran abandonados.
En Coruxo, por ejemplo, hay parcelas pegadas al monte vecinal que todavía tienen en pie los esqueletos de los eucaliptos que ardieron en 2017. «Unha parte importante do ardido en 2017 leva xa un par de anos listo para volver a arder se se dan as circunstancias», lamenta Picos. De hecho, el incendio de Pesqueiras en Salvaterra de Miño calcinó 30 hectáreas que casi en su totalidad ya habían ardido en aquella ola de incendios que dejó cuatro muertos. «Tenemos que mejorar nuestra coordinación y, por eso, lo más importante es unirse y colaborar», insiste.

«Varias zonas nos preocupan especialmente»
Los comuneros de Vigo le prestan especial atención a varias zonas del monte que rodea en la ciudad. Son las que tienen más potencial de desencadenar un gran incendio. Por ejemplo, en la parroquia de Matamá denuncian que el monte pegado a la VG-20, el vial de circunvalación, está muy descuidado y se debe actuar de forma prioritaria. «Las chispas de cuando frenan los camiones ya han provocado algún conato de incendio», lamenta Xosé Antón, secretario de los comuneros de la ciudad.
En Valadares, en el monte Alba, también han detectado que varias líneas de electricidad pasan por parcelas que llevan años sin limpiar. Les llama especialmente una la atención. En ella, plagada de eucaliptos que crecen sin orden ninguna, un cable se cuela entre las ramas. «El otro día generó una chispa y se armó aquí un conato de incendio. Hay que exigirle a la eléctrica que actúe lo antes posible», continúa Xosé Antón, que recuerda que en la zona también hay una zona de generadores que está rodeada de maleza alta. Son dos ejemplos de lugares que, si se dan las circunstancias indeseadas, pueden reforzar a un posible gran incendio de cuarta generación, como el que se produjo en octubre del 2017.