El Templo Votivo de Panxón recupera su color original

p.rodríguez NIGRÁN / LA VOZ

VIGO

Cedida

La restauración de la iglesia que ideó Antonio Palacios ya se disfruta sin andamios

27 ago 2025 . Actualizado a las 01:18 h.

El Templo Votivo del Mar de Panxón, la joya arquitectónico que el arquitecto Antonio Palacios legó a Nigrán hace más de 90 años, ya se puede disfrutar sin los andamios que la recubrían desde noviembre del año pasado, cuando comenzó su restauración para resolver las patologías que amenazaban el monumento. Las paredes ya han sido restauradas y la piedra ha recuperado el color original que imaginó Palacios. Ahora, falta que el templo recupere sus vidrieras. Estas presentaban fisuras en el mortero que las unen con los muros y otras por corrosión de las armaduras que afectaban tanto a los vitrales como al rosetón de la fachada principal. Las de la torre principal están compuestas por catorce ventanas, compuestas por una combinación de hormigón y vidrio, están siendo restauradas o reconstruidas con técnicas artesanales. «Se hicieron más de 120 pruebas en laboratorio para evaluar cada paño. Muchos se pudieron conservar, pero otros están siendo recreados por el vidriero Javier Pintos con texturas idénticas a las originales», detallaba a La Voz Alejandro González, jefe de obra.

La intervención, financiada por la Consellería de Cultura, dirigida por el arquitecto Santiago Pintos y ejecutada por la empresa Gomacóns, del Grupo Godoy Maceira, que ha desplegado a un equipo multidisciplinar de más de diez especialistas, entre canteros, restauradores, técnicos de patrimonio y arquitectos, ha permitido salvar del colapso su gran rosetón de fachada y ha sacado a la luz la policromía original de las figuras humanas femeninas que coronan la torre del Templo Votivo del Mar.

El templo llevaba años evidenciando signos de deterioro derivados de su exposición al ambiente marino. El estado del emblemático rosetón de la fachada principal era mucho más comprometido de lo que se pensaba y eso que ya se había está forrado interiormente con mallas para evitar posibles percances. «Ha sido un complejo proceso porque amenazaba colapso, pero hemos conseguido restaurarlo mediante la consolidación de la estructura original», explicaba a La Voz Marta Uriarte, una de las restauradoras. Además, recordaba que la carpintería de hormigón que lo compone, un elemento muy característico del lenguaje de Palacios, presentaba una avanzada carbonatación que había comprometido su armadura interior. Para detener su degradación y asegurar su estabilidad, se realizó una intervención técnica muy cuidadosa que permitió conservar su materialidad y devolverle la integridad sin alterar su configuración.

El trabajo de restauración ha sido precedido por dos años de estudios previos que incluyeron levantamientos topográficos con escáner láser 3D, monitorización con sensores higrotérmicos (que miden, tanto la temperatura como la humedad del aire) y análisis de laboratorio. Este enfoque científico ha permitido planificar la obra con precisión, respetando al máximo la autenticidad del monumento, aunque todavía no se conoce la fecha final de la intervención. La empresa contaba con que estuviera lista en julio, pero no ha sido posible.