
La trasera de la calle Portela en Vigo se convierte en un lugar de acampada y venta de estupefacientes con toxicómanos que esperan la dosis en colchones
28 sep 2025 . Actualizado a las 01:26 h.«Disculpe que le moleste….», aborda un escuálido viandante con un perro a un transeúnte trajeado al que le pide dinero. El olor a drogas sube hasta los pisos de la calle Portela. Abajo, una docena de toxicómanos pasan el rato charlando y bebiendo latas de cerveza. Detrás de Portela se ubica la plaza José Campos Mestre, un auténtico fumadero de drogas a los que acuden los pequeños traficantes a vender a los que frecuentan el lugar y duermen en colchones para cobijarse apenas protegidos de la lluvia en los voladizos de los edificios a los que añaden un tejado improvisado de tablas.
«Ayer vino la policía nacional e identificó unos cuantos, y nada más. Hoy vuelven a estar ahí», cuenta una vecina que asiste con impotencia al espectáculo que parece sacado de una serie de Netflix con su componente erótica incluida: «El otro día había una chica desnuda del todo y un hombre le arrojaba agua con un balde para que sea asease», relata el vecino Feliciano que se queja de la impunidad con la que actúan los refugiados en una plaza interior que es de titularidad pública.
Los vecinos consideran que la acampada de los transeúntes es un peligro para la seguridad del edificio. «Nos hemos gastado 380.000 euros en la reforma de la fachada que está aislada con sate, que aunque dicen que es ignífugo, arde. Yo lo he comprobado cuando lo trajeron», cuenta el propietario. El revestimiento tiene una especie de poliespán y en el recuerdo de todos los vecinos está el incendio de una fachada que causó graves daños en un edificio en Jenaro de la Fuente.
«Me estoy planteando vender el piso si esto sigue así y la policía y el Concello no actúan con eficacia, dice Feliciano, «Y a quién se lo vas a vender?, tercia Lorena, una vecina. Pero la policía sí actúa de vez en cuando, pero no erradica el problema. Los residentes de las 23 viviendas de unos de los portales y las 13 del otro relatan que «aquí hay trasiego de gente que viene con maletas». Algunos estaban viviendo en su día en el barrio del Cura en casas en ruinas que ya se han derribado para dar paso a la nueva urbanización.
El problema del mal ambiente comenzó hace uso años «con dos vecinos alcohólicos que se ponían a beber en la plaza y atrajeron a otros». Del alcohol se pasó a otras sustancias adictivas y de ahí a montar una acampada en un espacio que es público, aunque las aceras, donde han construido un refugio con tablas, pertenecen a la urbanización.
Los sin techo que frecuentan el lugar ni siquiera tienen que salir a buscar la drogas. «Viene un proveedor con un patinete y se la reparte a todos», dicen los vecinos. «Es un espectáculo lamentable, una verdadera pena», señala un residente que asegura que alguno de los vecinos que les ha llamado la atención por su comportamiento indecente «ha sufrido amenazas y se ha tenido que marchar del barrio».
Garajes
Las quejas no son nuevas, el invierno pasado ya hubo reclamaciones al Concello para que pusiese orden público, pero la preocupación se ha agravado en las últimas semanas, porque le trasiego de drogas y consumidores es mayor. Incluso han roto la puerta del garaje, A la vez, va prosperando el campamento construido con muebles viejos por las personas que viven a la intemperie. «Deben ir a un albergue», señalan los vecinos. Pero no quieren ir a un sitio donde no se les permita el consumo de sustancias. Un día vino la policía nacional y le dijo al presidente de la comunidad: en algún sitio tienen que dormir. Esta justificación no nos convence. ¡Que vayan pues a los soportales de la comisaría!», ironizan los residente que señalan también que «en la entrada del Ayuntamiento no se permiten instalar tenderetes y aquí los tenemos en una plaza pública».