
«En Sri Lanka nos chantajeó la policía», narran Nacho Trota y Leo Zambrano, que han grabado un documental
04 oct 2025 . Actualizado a las 09:40 h.De Patos a Maldivas y Sri Lanka para grabar un documental sobre el surf, un deporte que cada vez está más en auge en Vigo y en la comarca de Val Miñor. Esa fue la singladura de dos jóvenes aventureros que tuvieron algunas pequeñas sorpresas.
Viajaron al Océano Índico 24 días repartidos entre Maldivas y Sri Lanka. «Soy entrenador de surf desde hace veinte años. Mi padre hacía este deporte en Venezuela y toda mi familia lo practica», dice Leo Zambrano. La aventura comenzó cuando finales del 2024 el entrenador encargó una tabla nueva a un fabricante de Espiño, en Portugal, un municipio de enormes olas y de reputados shaper (artesanos de las tablas). La tabla que encargó mide 1,80 de largo por 19 pulgadas de ancho. Es muy manejable. En total, los dos viajeros cargaron con cuatro en las maletas especiales que existen para estos materiales para embarcarlos en el avión. La fábrica de Espiño es un referente, está muy avanzada y el dueño investiga y mejora las formas de las planchas de fibra de vidrio y resina, que cuestan entre 650 y 1.000 euros cada una. El tamaño y la forma depende de la playa y de las circunstancias del mar. «A olas mas grandes, tablas más largas y estrechas».
Maldivas está en auge porque el fondo de coral hace que el mar choque contra esa barrera y se levanten grandes ondas. Algunas de ellas se generan a varios kilómetros de la costa. A cabalgarlas acuden los surfistas de todo el mundo. «A veces hay 150 esperando tomar esa gran ola. Nosotros no tuvimos tanta gente porque fuimos en temporada baja».
Para poder grabar el documental tuvieron que solicitar permisos. Muchas horas de vídeo y de montaje posterior, han visto la luz con el título de Calma, surf en Maldivas.
Policías
Pero no todo fue tan calmado. Zambrano sufrió un pinchazo terrible de un erizo de mar. Allí no son pequeños, como los de la costa gallega, sino de un tamaño considerable. Navegan llevados por las corrientes y están recubiertos de púas de 10 centímetros de longitud. «Tas el pinchazo las púas se partieron y se quedaron en el interior del pie. Sangraba mucho y fue difícil extraerlas porque dentro de la planta tenía trozos de un centímetro.
Tras el rodaje en Maldivas fueron a Sri Lanka a descansar un poco y a grabar para otros documental. Son dos mundos diferentes: Maldivas es tranquilo, Sri Lanka, bullicioso y corrupto. «Nos abordaron dos policías con metralletas por la noche y nos pusimos nerviosos. Nos pararon exigiéndonos dinero. Si no se lo dábamos, nos llevaban al calabozo por conducir una motocicleta sin tener el permiso de conducir de
La entrevista tiene lugar a pie de playa y en el Mono Patín, un café de Patos regentado por Adrián Ippel, de origen holandés, que dirige la escuela y campamento Prado Surf. Tiene su oficina en el local, que es también de su propiedad. El establecimiento esta decorado con tablas de coleccionista de gran valor y cuenta con una pequeña pista de monopatín para que los más pequeños vayan desarrollando sus habilidades sobre las tablas.
Hoy el mar está tranquilo en Patos, el lugar de trabajo de Leonardo Zambrano, entrenador profesional en la escuela Prado Surf. La mejor época para surfear frente a las Cíes es en otoño, invierno y primavera, salvo los meses de enero y febrero, acota Zambrano, un venezolano de 27 años que llegó a Vigo con seis años y empezó a hacer equilibrios sobre una tabla desde pequeño. Su compañero de andanzas es productor audiovisual y piloto profesional de drones: Nacho Trota, de 23 años, es autor de numerosos documentales y vídeos filmados con aparatos volantes. Se ha formado en la Escuela de Estudios Audiovisuales de Bouzas y tiene 23 años. Su primer trabajo sobre surf lo hizo en Gran Canaria. «Hago documentales clásicos, auténticos, no vídeos cortos para las redes donde se falsea la realidad», señala Trota.
Zambrano y Trota se conocen desde el 2021, año en que Nacho se convirtió en piloto profesional de drones. Sus abuelos proceden de Viveiro y de Cataluña y mantiene familia en Caracas. «La capital está abastecida, pero otras ciudades tienen problemas serios. Venezuela es ahora un país distópico».