La pequeña África y su madre se reencuentran con los cirujanos que les salvaron la vida en una cirugía de emergencia que detuvo media hora la circulación de la sangre

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«Fue una sorpresa cuando puso el eco y había latido fetal», celebra el equipo de cirugía cardíaca del Hospital Álvaro Cunqueiro

07 oct 2025 . Actualizado a las 01:59 h.

Con cuatro meses de vida, la pequeña África se acaba de reencontrar con los cirujanos que le salvaron la vida en el Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo el pasado mayo. También a su madre, que a las 24 semanas de gestación sufrió una disección aórtica, un desgarro que pone en peligro la vida del paciente en cuestión de horas. Los médicos decidieron practicar una cirugía al límite que implicó detener la circulación de la sangre durante 30 minutos. Felizmente, salió bien. «Este final nos pone especialmente contentos a todo el equipo», reconoce el jefe del servicio de cirugía cardíaca, Juan José Legarra.

La madre, Isabel, empezó a tener los síntomas de un infarto. El dolor se hizo notar primero en la pierna izquierda, «que se me hinchó muchísimo». El síntoma delataba el inicio del desgarro en la principal arteria del cuerpo, una situación con escasas referencias en mujeres embarazadas. «Que en el mismo TAC en el que identificamos este síndrome aórtico agudo veamos la imagen de desarrollo del feto es algo sobrecogedor», describe Legarra. En seguida, la madre quiso conocer las implicaciones que tendría la cirugía que debían practicarle y cómo podría afectar a su bebé.

Comenzó, entonces, una intervención de emergencia que obligó a cortar la circulación sanguínea de la madre y de su hijo por completo durante media hora. Al terminar, «fue una sorpresa cuando puso el eco y había latido fetal», añade la cirujana Rocío Casais tras el encuentro de este fin de semana en el que todo el equipo recibió con emoción a África.

El caso tenía un dilema fundamental. Por una parte, la mujer estaba embarazada de 24 semanas, al límite de la viabilidad fetal: si se practicaba una cesárea, la probabilidad de que el bebé no sobreviviese o sufriese muy graves secuelas era muy alta. Por otra, cada segundo que pasaba era tiempo que corría en contra de la vida de la madre. Además, la cirugía debía hacerse con circulación extracorpórea, es decir, desviando la sangre a una máquina para evitar que pasase por el corazón y los pulmones, que tenían que permanecer en reposo. Y para rematarlo, era necesario detener la circulación de la sangre por completo durante un tiempo, para que la zona lesionada estuviese libre y los cirujanos pudiesen trabajar en ella.

La operación

«Durante ese tiempo, los órganos del feto y de la madre se quedan sin circulación, salvo el cerebro de la madre, que tiene una pequeña cánula», explicó el cirujano cardíaco Francisco Estévez, que operó junto con Rocío Casais; «para protegerlos, los enfriamos mucho, a 28 grados». La hipotermia evita el daño durante un tiempo, pero los cirujanos trabajan contra reloj para que este plazo sea lo más corto posible. Sin sangre, no hay oxígeno. Sin oxígeno no hay vida. Cuando se puede, se recupera la circulación y la sangre va llegando a todos los rincones del cuerpo, con oxígeno. Al mismo tiempo, los médicos empiezan a calentar poco a poco a la paciente.

La lesión ocurrió el 1 de mayo. Era una disección aórtica aguda de tipo A, que es la variante de peor pronóstico entre los síndromes aórticos agudos. La aorta tiene tres capas. La disección se produce cuando la interior se separa del resto. El riesgo de que la arteria se rompa en las primeras horas y produzca una hemorragia sin control es grande. Normalmente, los pacientes son hombres de más de 60 años, no mujeres jóvenes. 

Francisco Estévez explicó que el desgarro en la aorta era muy largo, desde la entrada del corazón hasta las arterias femorales. Repararon la parte más próxima al músculo cardíaco. Cortaron la aorta y le insertaron una prótesis en su lugar. Se trata de un tubo de un material llamado dacrón, que es una tela resistente de poliéster, de 3 centímetros de grosor. Este tubo tiene diez centímetros de longitud. Se conecta con otro tramo de la aorta que también está dañado, pero que sufre un desgarro de tipo B, no tan maligno y que se controlará en los próximos años a través de medicación. En el futuro podría requerir una prótesis también, pero se podría insertar sin cirugía abierta. La operación duró seis horas.