Erea Rodríguez y Cintia Lomba, socias en Skeirrum: «En una empresa pequeña lo más difícil es darte a conocer»

A GUARDA

BEATRIZ CÍSCAR

Una química y una clarinetista de 29 años, amigas de A Guarda desde el instituto, se juntaron en el 2022 para convertir su afición por los juegos de escape en una alternativa laboral, y en estos tres años no han parado de crecer. Ofrecen experiencias personalizadas para particulares, empresas y entidades, en ciudades y pueblos de Galicia, y también fuera, un modo lúdico de conocer un territorio y su cultura

14 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Erea Rodríguez, química, y Cintia Lomba, clarinetista, las dos de 29 años y de A Guarda, crearon hace ya tres años Skeirrum, una cooperativa de trabajo asociado que ofrece escape rooms personalizadas dirigidas a empresas, entidades y particulares. Cuentan que se conocieron en el instituto y después, Erea estudió Química en la Universidade de Vigo, acabó la carrera con un Erasmus en Portugal, descubrió la química farmacéutica, cursó un máster de I+D en fármacos en Santiago y empezó el doctorado, pero vio que no era su camino. Cintia estudió Música en Zaragoza, hizo un máster en Amberes y otro de Profesorado en A Coruña y se formó como lutier, siempre ligada al clarinete. Las dos compartían el interés por el mundo del emprendimiento y acabaron realizando un curso que les inyectó la motivación que necesitaban para convertir su idea de «escape rooms para amigos, como afición», en una salida laboral. En la entrevista alternan las respuestas, que comparten al cien por cien. 

—¿Cuándo empezaron?

—En el 2022. Durante el primer año y medio lo compaginábamos con otros trabajos de nuestras ramas, y a partir de ahí ya solo nos dedicamos a Skeirrum. Quisimos darle una oportunidad porque nos empezaba a ocupar mucho tiempo y sentíamos que, si estábamos con otra cosa, el tiempo que le dedicábamos no era suficiente.

—¿Qué ofrece Skeirrum?

—Hacemos escape rooms personalizadas en dos ramas: una dirigida a entidades y empresas, con el contenido que nos pidan; y otra a particulares, más enfocada al turismo y la cultura (visitar una ciudad y conocer su cultura o su patrimonio, siempre a través del juego).

 —¿Cómo funcionan?

—Nuestras escape rooms son al aire libre o en espacios grandes y funcionan por geolocalización, sin necesidad de instalar nada físico en los sitios donde las tenemos activas. Se puede jugar cualquier día y a cualquier hora. Funciona con una aplicación web que no necesita descargar nada y permite instalar [las escape rooms] en cualquier parte de España o del mundo sin tener que ir nosotras allí, físicamente.

 —Siempre bajo el concepto juego.

—La intención es que funcione como si fuera una audioguía gamificada, como un free tour [visita guiada] donde vas visitando los puntos emblemáticos de la localización donde se hace la actividad, resolviendo pruebas y retos, como si fuera una aventura, una misión. Lo único que te hace falta para jugar es un teléfono móvil con internet y batería. Basta con entrar en la web [skeirrum.com], decidir el sitio en el que quieres jugar y comprar los códigos. 

—¿Qué coste tiene?

—Las experiencias de ciudades que ya están diseñadas, entre 12 y 15 euros por persona, y hay alguna gratuita porque está subvencionada por alguna entidad (una diputación provincial, un concello o la Xunta).

—En el caso de particulares, ¿a quiénes va dirigido?

—Hay dos perfiles. La gente que va de vacaciones a una ciudad o es de cerca y quiere visitarla y pasárselo bien mientras aprende (va muy bien para hacerlo en familia, con niños, que tardan más en aburrirse). Y gente que nos contrata para celebraciones de cumpleaños, despedidas de soltero o bodas, y les hacemos una escape room personalizada, con sus anécdotas, sus fotos... Esto requiere una conversación previa con la persona que organiza.

—¿Y en el caso de empresas?

—También hacemos actividades personalizadas, para jornadas de team building [construcción de equipos]. Por ejemplo, una actividad de Navidad para 300 personas con la temática que decidan. Imagina que quieren presentar los resultados económicos del ejercicio o un nuevo producto que van a empezar a comercializar. En vez de hacerlo con una charla, todos metidos en el mismo sitio, le damos una vuelta de rosca y hacemos un proyecto que se ajuste a las necesidades de la empresa y resulte divertido. O simplemente porque decide que sus empleados, que teletrabajan en distintos puntos de España, se junten para conocer Segovia. 

—¿Siempre en sitios abiertos?

—También en lugares cerrados, como un museo, y en vez de moverte por puntos en el mapa, tienes que buscar códigos QR. Se puede adaptar a cualquier lugar, sin límite.

—¿Cuánto dura?

—El tiempo nunca se termina. Siempre avanza. Gana el que consigue completar la experiencia en menos tiempo, pero si pides pistas o fallas la respuesta se añade tiempo adicional a tu tiempo real.

—Operan, sobre todo, en Galicia.

—Tenemos circuitos ya diseñados en A Coruña, Vigo, Santiago, Pontevedra, Ourense y Santander, y vamos incorporando pueblos (en concellos con los que trabajamos para alguna actividad específica y quedamos de acuerdo con ellos para poder reutilizar el diseño). Somos de A Guarda y trabajamos aquí para toda Galicia (presencialmente vamos donde nos digan); y para el resto de España depende, lo podemos presupuestar o hacerlo a distancia, no tenemos limitaciones.

—¿Cuáles han sido las mayores dificultades que han encontrado para emprender?

—Ahora, la más grande que estamos encontrando (e intentando solventar) es darnos a conocer, que te conozca la gente para que te elija. Es uno de los principales problemas de las pequeñas empresas (las grandes tienen presupuesto para hacer campañas). El boca a boca funciona muy bien, si das un buen servicio. A la gente le gusta y vemos que repite, pero es muy difícil llegar. Ese es nuestro mayor reto empresarial, ganar visibilidad. En los inicios, al ser muy novatas en temas empresariales, nos equivocamos muchas veces y aprendimos, tienes que aprender rápido porque hay gastos y cuesta arrancar. Hemos ido creciendo y ahora lo que queremos es mejorar cosas, también nuestra calidad de vida.

—¿Han recibido ayudas públicas?

—Pudimos acceder a varias como cooperativa de trabajo asociado y tuvimos la suerte de que nos concedieran el programa Emega [fomento del emprendimiento femenino, de la Xunta]. Eso nos permitió arrancar de forma más holgada, porque estábamos estudiando, teníamos 25 años y ni un euro en la cuenta. El ecosistema está mejorando y hay ayudas buenas para poder emprender, económicas y de formación, que también es muy necesaria. Ahora estamos en ViaGalicia, una aceleradora de la Zona Franca de Vigo, y nos está ayudando tanto en dinero como en formación. Nosotras partimos de una formación (química y música) en la que nadie te plantea como opción emprender, algo que ahora ya se hace más en las universidades.

El dinamismo de la búsqueda del tesoro y los acertijos de una «escape room» 

Las promotoras de Skeirrum definen su propuesta como «un todo en uno»: «el dinamismo de las búsquedas del tesoro junto a la lógica y los acertijos de las escape room». En su caso, se trata de una actividad que se desarrolla al aire libre, con jugadores por parejas o grupos dispuestos a «resolver todos los enigmas, acertijos y pruebas que se encuentran a lo largo del circuito». Las pruebas, ocultas en distintos puntos, sirven además para «contar una historia diseñada de manera exclusiva para cada actividad y que permite a los participantes fomentar una serie de competencias transversales». Se trata de «aprender y divertirse», todo a la vez. De este modo, se diferencian de la definición clásica de escape room, o juego de escape, como una actividad lúdica en grupo que consiste en lograr escapar de una sala llena de enigmas, pistas y puzles, en un tiempo determinado. Erea y Cintia forman un equipo «preparado para todo», según su propia definición. «Nos apasiona lo que hacemos y nos entusiasman los retos», subrayan. Skeirrum ha creado, junto a otras dos empresas (de comunicación, márketing y redes sociales), Xogal, un proyecto impulsado por grupo de desarrollo local del norte de las provincias de A Coruña y Lugo, que consiste en diez experiencias en otras tantas villas, similar a lo que ya habían hecho con el GDR de Baixo Miño.