Reclaman las casas de maestros de Torneiros para maltratadas y personas sin hogar

alejandro martínez O PORRIÑO / LA VOZ

O PORRIÑO

Alejandro Martí­nez

El movimiento que abandera la Fiambrera Solidaria demanda un uso social para las viviendas anexas al colegio de Ribeira

07 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La vegetación invade las antiguas viviendas de maestros del colegio público Ribeira de Torneiros. El inmueble, que es propiedad de la consellería de Educación, ofrece una imagen de abandono por la falta de mantenimiento. Prueba de ello son los zarzales que se han adueñado de todo el espacio en los patios.

Este bloque anexo al centro educativo se encuentra infrautilizado en la actualidad y ha surgido en O Porriño un movimiento para demandar a las administraciones que sirva para paliar las carencia de viviendas de personas desahuciadas o mujeres que han sufrido malos tratos.

La iniciativa la abandera la asociación Fiambrera Solidaria, un grupo de voluntarios que cada semana cocina y da de comer a decenas de personas del municipio con escasos recursos. Conscientes de la situación por la que atraviesan muchas familias y que hay gente en O Porriño que vive de forma muy precaria en casetas abandonadas o soportales, quieren que el Ayuntamiento gestione un convenio con la Xunta para poder dar un uso social a este espacio. «Nos mueve la necesidad de poder dotar de una vivienda digna a personas sin hogar y para que ningún vecino del municipio se quede en la calle», señala Valentín, portavoz de la Fiambrera Solidaria. Los promotores de esta iniciativa están dispuestos a ofrecer su trabajo voluntario para poder poner a punto estas cinco viviendas. Cuentan con albañiles, personal de limpieza e incluso una persona que se encargaría de la vigilancia de las instalaciones. La iniciativa obligaría a remodelar los accesos a esta zona residencial para independizarla del colegio público.

El objetivo es que estas viviendas puedan suponer en el futuro un desahogo temporal para personas que atraviesen situaciones difíciles. De esta forma, el Ayuntamiento les podría ofrecer un techo mientras no obtengan un empleo o encuentren un lugar para vivir.

Adjudicación

Los servicios sociales del Ayuntamiento serían los encargados de valorar los casos y adjudicar las viviendas a aquellas familias con los problemas más urgentes. «El proyecto tiene el objetivo de otorgar una solución habitacional a mujeres víctimas de maltrato que se beneficien de órdenes de alejamiento respecto de sus agresores y hayan perdido su hogar», señalan los autores de la iniciativa. También consideran que podría beneficiar a perceptores de la Risga, que con unos ingresos muy bajos, con frecuencia tienen problemas para pagar un alquiler y alimentarse al mismo tiempo.

«Ni el más miserable aceptaría vivir así»

Mientras en el polígono de Torneiros hay viviendas de la administración en desuso, hay personas que viven en unas condiciones infrahumanas en la misma parroquia. A poca distancia del colegio Ribeira se encuentra la caseta con el techo de uralita en la que vive Graciela, una vecina de O Porriño que cuidaba a una persona mayor en Panxón que se murió y de la noche a la mañana se quedó sin trabajo. Primero vivió en su coche, un Peugeot 205, que al final tuvo que vender por 370 euros mientras tramitaba la posibilidad de acceder a una vivienda digna. Graciela lleva desde el invierno en este galpón sin luz ni agua. Todos los días llena dos bidones de 10 litros del grifo de una bloque de viviendas de una urbanización cercana para poder lavarse. «Todo el invierno calenté el agua con alcohol de quemar», afirma. «Tuve que poner cartones para protegerme del frío», dice mientras muestra el habitáculo en el que reside. «Ni el más miserable aceptaría vivir así», añade esta mujer de nacionalidad argentina, que perdió su antigüedad residencial en O Porriño cuando en el año 2013 se empadronó en Salceda porque alquiló un piso más barato, del que acabó siendo desahuciada cuando se quedó sin empleo. El anterior alcalde, Nelson Santos, le había prometido una ayuda para un alquiler social que no le pudo otorgar porque llevaba menos de seis meses empadronada. Al cumplir este período, cambió el gobierno municipal y continúa viviendo en la calle. La concejalía de Servicios Sociales ha omitido referirse a la situación de esta vecina atendiendo a la privacidad de los casos de emergencia social. Su situación se complicó esta primavera porque la comunidad de montes de Torneiros puso un cerco de alambres alrededor de la parcela en la que se ubica el galpón en el que se ha metido a vivir. Hasta hace poco tiempo se veía obligada a saltar la valla a diario para entrar y salir, pero alguien le abrió un hueco.