María, la gaitera de Tui que pone en solfa la falta de ley para tocar en la calle

Monica Torres
mónica torres TUI / LA VOZ

TUI

Mónica Torres

Recorre Galicia y defiende el valor social y artístico de la música urbana

23 abr 2025 . Actualizado a las 14:37 h.

Desde el Camino hasta las plazas urbanas, María Pérez Mariño lleva su gaita a cielo abierto, transformando las calles en un escenario donde la música conecta con las personas. A sus 30 años, esta artista gallega ha recorrido un camino propio, abrazando la música de la calle como una forma auténtica y poderosa de expresión. Licenciada en Trompa por el Conservatorio de Vigo, María podría haber seguido en los circuitos clásicos. Sin embargo, durante su estancia Erasmus en Múnich se dio cuenta de que la competencia en la música clásica no era lo suyo. «No quería seguir en un estilo tan competitivo», reconoce. La calle, por el contrario, le ofrecía cercanía, libertad y conexión directa con su público. Así, volvió a Galicia con su gaita —instrumento que toca desde los seis años— para recorrer el Camino de Santiago y las calles de su tierra natal, Tui.

Su música no es solo una forma de arte, también es una causa. «La música de calle no puede morir», dice con firmeza. María defiende que esta práctica necesita ser regulada y protegida, ya que no es mero entretenimiento, sino una manifestación cultural con valor social. Desde su día a día, tocando en plazas, caminos y rincones de ciudades gallegas, lanza ese mensaje: la calle es también un espacio para la cultura.

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Una de sus principales preocupaciones es el vacío legal que existe en Galicia. «La música de calle es cultura y debe protegerse», sostiene. En lugares como Bilbao, los músicos pueden obtener permisos para actuar regularmente, lo que garantiza seguridad para artistas y viandantes. En Galicia, sin embargo, la mayoría de localidades carecen de una normativa específica. Para María, esto supone una injusticia porque el arte en la vía pública merece respeto y respaldo institucional.

Ella reivindica un lugar digno para el arte urbano. Tocando al aire libre, se enfrenta a retos físicos, emocionales y legales. Aun así, sigue con pasión en cada esquina, calle o plaza donde se le permite sonar. Su música no solo llena el espacio. también crea vínculos. Peregrinos, vecinos, turistas y niños se acercan a ella movidos por el sonido único de su gaita, y María les responde con melodías que trascienden el idioma y el origen.

Ha tocado en muchas ciudades de España, de Fisterra a Benidorm, y confiesa que a menudo se siente más valorada fuera de Galicia. «Aquí, la gente a veces no entiende la música de calle, pero fuera se valora mucho más», lamenta. En sitios como Cáceres, el arte urbano está mejor regulado y los músicos son considerados parte del paisaje cultural. En Galicia, en cambio, la falta de regulación y el escaso interés institucional dificultan su labor.

Incluso en territorio vigués, donde se habla con orgullo de la cultura gallega, María siente que los músicos callejeros no son tenidos en cuenta. «El alcalde de Vigo dice ser un gran defensor de la cultura gallega, pero cuando se trata de los músicos callejeros, no nos tiene en cuenta», denuncia. Asegura que ese doble discurso resulta frustrante para ella.

A pesar de todo, María sigue tocando a diario. «El arte en la calle tiene el poder de transformar la ciudad y de generar vínculos entre las personas», señala. Su música es su oficio, pero también su forma de resistencia. Para ella, la música en la calle no es solo una opción profesional, sino una manera de devolver a la comunidad lo que la música le ha dado. «Cuando toco en una plaza o en un camino, lo que siento es libertad. Es un diálogo abierto con las personas y con el espacio», dice. Y muchos turistas y peregrinos lo atestiguan.