Las calles de Vigo apenas tenían secretos para Carlos Oroza. Su constante deambular tras las palabras y su perenne curiosidad le obligaban a pisar una y otra vez cada rincón de la ciudad. En ese recorrido, emulando a Prometeo en la búsqueda de la razón, Oroza tenía predilección por el centro, por el kilómetro cero que marca la Porta do Sol. En ese meollo, que tanto le permitía acercarse al Eligio como acudir a las galerías de arte de Marqués de Valladares y su entorno, el poeta buscaba el tránsito por la Travesía del Príncipe. Por eso pedimos al Concello, a través de una campaña ciudadana muy respaldada, que se diera su nombre a esta calle con el fin de recordarle a diario. Y por eso aceptó sin reparos el alcalde de Vigo. Ahora, vamos un poco más allá porque queremos impulsar una suscripción popular con el fin de levantarle una estatua. Será el homenaje a todas las palabras agraciadas por la voz del poeta que eligió Vigo como el lugar donde vivir.