Tras las huellas de los verdes castros

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Vigo y todos los municipios del área poseen numerosos restos de los primeros poblados conocidos

21 nov 2021 . Actualizado a las 01:48 h.

Vigo, la ciudad más poblada de Galicia, conserva en pleno centro urbano su primer vestigio de población organizada en un núcleo semiurbano. El castro, todavía sin estudiar a fondo, era el eje vertebrador de otros veinticinco más pequeños repartidos por el espacio geográfico que actualmente ocupa el municipio olívico. Una pequeña parte de aquel castro se puede visitar en el espacio musealizado del parque, en donde se pueden ver dos tipos de cabañas castreñas. El otro castro vigués visitable es el que está dentro del Museo do Mar. Tiene un altar púnico datado en torno al siglo V-IV a.C. y está entre los dos edificios que conforman el museo.

Los castros eran poblados fortificados en los que vivieron los habitantes de Galicia en los cinco o seis siglos anteriores al cambio de era. En toda la comunidad hay miles de estos poblados, unos más grandes que otros, y también unos más investigados que otros. Respecto a sus pobladores, no hay unanimidad entre los historiadores para denominarlos. Hay quien habla de celtas, quien emplea el neutro castreño y aun quienes consideran más adecuado llamarles galaicos, nombre empleado por los romanos para referirse a las distintas tribus existentes en el noroeste peninsular.

En el área metropolitana viguesa, el más grande de los castros es el del monte Trega, en A Guarda. También es el mejor estudiado de todos, especialmente en los últimos años, gracias a las campañas impulsadas por la Diputación. A través de esos estudios, se sabe que en el siglo I antes de Cristo pudo tener más de cinco mil habitantes, una cifra importante para la época. En la cumbre del monte existe un museo en el que las personas interesadas pueden contextualizar de forma clara y precisa la visita a las ruinas del poblado. No es el único castro del municipio, también los hay en Camposancos, A Forca y Salcidos, pero eso pasa en todos los municipios de la zona.

Más al norte, en la península de O Morrazo se encuentra el castro del Facho, en Donón, Cangas. Aunque hace tiempo que no se mueve una pala en el lugar, hace años fue estudiado con intensidad. Se supo entonces que había sido un castro y que tras la romanización se convirtió en un santuario al que peregrinaban fieles. Según el arqueólogo José Suárez, fue siempre un santuario, incluso durante su etapa propiamente castreña. Allí se encontraron numerosas aras, elementos para realizar ofrendas a las divinidades. En el siglo XVII se construyó sobre el castro una garita de piedra para acoger personas que vigilaban la presencia de enemigos. En este municipio también hay otros diez castros repartidos por las distintas parroquias.

José Manuel Hidalgo Cuñarro estudió durante años el castro de Troña, en Ponteareas. Estuvo activo durante setecientos años y la mayor parte de sus cabañas presentan formas circulares, aspecto que solían adoptar las viviendas más antiguas. Es famosa en este monte una piedra que tiene grabada una serpiente. Están documentados otros quince poblados dentro del municipio.

En Moaña se encuentra otro castro, el de Montealegre, que estuvo en la actualidad informativa hasta no hace mucho debido a la ampliación de la autovía y su situación justo encima de un túnel. La Xunta se comprometió con la comunidad de montes de la zona en divulgar y profundizar en su estudio, algo que todavía está pendiente de realizar.

Uno de los castros con la datación más antiguas en la zona de Vigo se encuentra en el municipio de Mos. Es el castro de O Torroso, excavado en los años ochenta por el arqueólogo Antonio de la Peña Santos. Está datado en el siglo IX a. C, y tuvo varios fosos concéntricos y parapetos defensivos.

En Chandebrito (Nigrán), se localiza otro de los castros recientemente investigados. En esa campaña, fueron encontrados allí restos fenicios, romanos y suevos, lo que le da una larga ocupación en el tiempo, posiblemente que arrancó en el siglo VIII a. C.

Desde hace unos años, las comunidades de montes de Oia promocionan la prehistoria de la zona bajo la denominación Costa dos castros. A lo largo de siete kilómetros se pueden ver varios castros y otras manifestaciones prehistóricas. El de A Cabeciña destaca por su impresionante ubicación en el alto de la sierra costera. Durante el verano, por lo menos antes de la pandemia, se organizaban visitas a la zona.

El dios Mercurio

Si estos pueden ser los castros más importantes y mejor estudiados del área viguesa, desde luego, no son los únicos. En As Neves, por ejemplo, están documentados 19 castros. En uno de ellos, el de Altamira, se encontró una figura en bronce que representa al dios Mercurio. Se puede ver en el Museo de Pontevedra.

Otro que también fue excavado y que todavía se pueden ver algunas estructuras de piedra a la vista es el castro Alto dos Cubos, situado en la subida al monte Aloia, en el municipio de Tui, donde hay otros doce asentamientos castreños..

Esa gran cantidad de poblados es una constante en toda la zona de influencia de Vigo. Así, en Arbo existen restos de 12; en Crecente, de 8; en Covelo, de 7; en A Cañiza, de nueve; en Redondela hay 10; en Gondomar, 11; Pazos, 3; Mondariz, 14; Salvaterra de Miño, 9; Salceda de Caselas, 11; en O Porriño, 7; en Tomiño, 12; en O Rosal, 9; en Baiona, 8; y en Fornelos de Montes, 7.