«La soledad es horrible, piensa uno tanto...»

Pedro Rodríguez Villar
Pedro Rodríguez VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Xoán Carlos Gil

Enrique se quedó solo cuando murió su mujer. Ahora, a los 83 años, una de sus únicas compañías es David, voluntario de Grandes Amigos con el que toma un café y juega a las damas cada semana

16 may 2024 . Actualizado a las 00:53 h.

Enrique se levanta de cama, desayuna, come, cena y se va a dormir solo. Así siempre. Hay días en los que casi no mantiene una conversación con nadie. «Es horrible estar así, piensa uno tanto...», explica. La soledad lo ataca con recuerdos a cada rato. La mayoría son malos, pero hay veces, se emociona, en «los que me acuerdo de ella». Ella es Carmen del Rocío, la mujer con la que compartió 55 de sus 83 años. Vivieron una vida juntos que acabó en un recorrido por residencias de toda Galicia. «A ella le dieron plazas en muchos sitios. Estaba enferma y necesitaba una atención concreta», cuenta, pero a él no siempre lo pusieron a su lado. «Si yo no tenía plaza en su misma residencia, me alquilaba una casa o iba a una pensión cerca suya», explica. Enrique no quería vivir sin verla y destinó su pensión a mantenerse a su lado.

Durante una conversación Enrique se llena de recuerdos. Habla mucho. Suelta las palabras que se acumulan con la soledad. «Tengo una imagen grabada de esos días», explica. En su odisea por las residencias, Enrique consiguió alquilar una casa en Viveiro. «Pedí permiso y dejaron que mi mujer pudiera venir varios días conmigo», explica. Estaban en la cocina y Carmen se abrazó a él. «Qué feliz soy», le dijo. Enrique se calla. La recuerda y, entre las lágrimas, se le cae una sonrisa.

«Carmen se fue hace tres años». Le habían dado una plaza en Aldán, cerca de Vigo, «donde nacimos». Enrique se volvió a quedar sin plaza, pero se alquiló un piso e iba allí siempre. Murió de imprevisto y no se pudo despedir. «Me llamaron de la residencia y me dijeron que había muerto». Calla. «Luego me preguntaron si quería una plaza, ya que había quedado una libre». Con ella, se fue «parte de su vida». La incineraron y soltaron sus cenizas en el monte de A Guía, un lugar que les encantaba. «Yo ya he contratado a unas personas para que cuando muera dejen allí mis cenizas con ella», explica.

Sin Carmen, Enrique se quedó solo por primera vez en su vida. Tuvieron dos hijas, pero durante los últimos años de vida de su mujer se enfadaron. Nunca había sentido sobre él el peso de la soledad y de sus recuerdos. En Vigo ya no le quedaban ni amigos ni familia. Conoció a la fundación Grandes Amigos que acompaña a personas mayores en la ciudad y decidió entrar. Al principio, por la pandemia, lo llamaban por teléfono, pero desde hace dos años toma un café un día a la semana con David, un voluntario que se apuntó a la fundación.

Todos los martes van a una cafetería del centro para hablar, disfrutar de un rato y jugar a las damas, «aunque me gana siempre», ríe David. Muchas veces los acompaña Martín, su hijo pequeño, porque «me encanta estar aquí con Enrique», dice el niño. Al principio, «hacía voluntariado, pero ahora quedó con mi amigo», destaca David. Enrique se emociona. «Me da la vida estar aquí con ellos», son un refugio en el «que dejar de pensar».

David y Martín son casi las únicas personas con las que Enrique puede mantener una conversación de más de cinco minutos. También está Amparo, una amiga suya que le ayuda con alguna tarea de casa. Con ella, «habló todos los días», explica. Desde hace unas semanas va a un centro comunitario a jugar a las cartas. «Me apuntó David y ya voy cogiendo confianza con los demás», explica.

«Hoy es mucho más difícil hacer amigos o hablar con la gente», cuenta. Enrique recuerda que cuando era pequeño todo el mundo sacaba las sillas fuera de casa y hablaba, se contaban sus vidas, se reían o se quejaban juntos. Ahora, en cambio, «todos van con prisa y solo hay tiempo para trabajar. Por ejemplo, en mi edificio hay muchos vecinos que ya ni saludan», cuenta. Por historias como la suya existe Grandes Amigos. En Vigo ofrecen un servicio gratuito con el apoyo del Concello al que la gente se puede apuntar como usuario o voluntario en el teléfono 650182456 o en vigo@grandesamigos.org

El programa del Concello para conocer la situación real de los mayores se retrasa

El alcalde, Abel Caballero, anunció que lo tendrían en octubre de 2021 pero, pasado este tiempo, todavía no se ha terminado de confeccionar

Alejandro Martínez

El Concello de Vigo sigue sin tener un plan metodológicamente estructurado para la atención a las personas mayores. El alcalde, Abel Caballero, anunció que lo tendrían en octubre de 2021 pero, pasado este tiempo, todavía no se ha terminado de confeccionar, pese a que «a protección social das persoas maiores é unha prioridade do goberno municipal», expresaban en la memoria justificativa de este contrato de servicios. La Junta de Gobierno Local aprobó en su sesión del 29 de octubre de 2021 el expediente de contratación de los trabajos de análisis y diagnóstico de las condiciones de vida de las personas mayores de Vigo y la propuesta de un plan estratégico de atención que fue aprobado con un gasto de 85.305 euros.

Pasados casi tres años desde aquel acuerdo, no se ha vuelto a saber nada. El grupo municipal del PP se interesó por esta cuestión y la respuesta de la jefatura del área de Benestar Social ha sido que «está en proceso de elaboración a partir do documento inicial coa intención de aprobalo en Xunta de Gobierno Local no segundo semestre do ano». Actualmente, el Concello ya presta varios servicios para mayores, como la teleasistencia, el Servizo de Axuda no Fogar, los cuidadores de barrio o los programas de envejecimiento activo. Sin embargo considera necesaria una planificación para conocer la situación real de las personas mayores, así como la utilidad de sus programas. En Vigo hay cerca de 20.000 personas de más de 80 años y el 66 % son mujeres.