El plan de Manuel Gómez Román para modernizar Vigo

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Recreación de un edificio para un oceanográfico en Teis
Recreación de un edificio para un oceanográfico en Teis cedida

El arquitecto realizó en 1929 un anteproyecto para realizar importantes cambios estructurales en la ciudad

21 oct 2024 . Actualizado a las 13:02 h.

A finales de los años veinte de la pasada centuria, la Cámara de Comercio de Vigo, presidida por Tomás Mirambell, comenzó a mover sus influencias políticas para que Vigo acogiera la exposición internacional de la pesca prevista para el año 1935. Al mismo tiempo, encargaba un proyecto que fuese lo suficientemente atractivo para que el Gobierno, entonces dirigido por el general Miguel Primo de Rivera, apoyase la iniciativa. Con el respaldo de todas las instituciones locales y provinciales, la Cámara de Comercio constituyó un comité, que tendría en Manuel Gómez Román a su ideólogo.

El arquitecto vigués ya tenía perfilado a comienzos de 1929 un anteproyecto en el que colaboró Eduardo Cabello, ingeniero jefe de la Junta de Obras del Puerto, antecedente de la Autoridad Portuaria. La implicación de esta institución era fundamental porque parte de las infraestructuras que se pretendían realizar se levantarían en los rellenos que entonces comenzaban a hacerse en O Areal y que estaba prevista su conclusión para comienzos de la siguiente década.

Aquel proyecto tenía un recorrido mayor que su mera utilización para la exposición internacional, ya que se preveía la permanencia de los edificios que serviría de pabellones. También contemplaba la ordenación urbanística del espacio situado entre la actual alameda y el monte de A Guía. Todo ello, antes de que se hablase del Plan Palacios.

El presupuesto de este proyecto alcanzaba los 42 millones de pesetas, y en Vigo se esperaba que el 50 % procediese del Estado a fondo perdido. Y ahí empezó el problema. A comienzos de marzo de 1929, una comisión viguesa empezó a recorrer los ministerios del Gobierno con el proyecto bajo el brazo. Manuel Gómez Román no se cansó de mostrar sus planos al ministro de Fomento, al de la Gobernación y, el 8 de marzo, al propio Primo de Rivera. «Nadie puede disputar su primacía a Vigo para celebrar este certamen», dijo el dictador, y prometió estudiar el tema antes de llevarlo al Consejo de ministros. Pero, no, Primo de Rivera, en una visita a la ciudad ese verano, ya daba a entender que debería ser Vigo quien afrontase totalmente el presupuesto. Y ahí se murió el asunto, no sin antes provocar un enfrentamiento entre Gómez Román y el alcalde Viondi.

Garrido e Iglesias

Xaime Garrido y Xosé Ramón Iglesias recogen, en su libro Manuel Gómez Román. Mestre da arquitectura galleguista, las principales características del proyecto urbanístico propuesto por el arquitecto vigués. Suponía el plan una remodelación de la fachada marítima. Gómez Román proyectaba una amplia plaza desde Concepción Arenal que abarcaba el malecón de Montero Ríos, ensanche de García Olloqui, Alameda y calle Victoria. Desde esa plaza se abría una amplia avenida que concluiría en el monte de A Guía, con un estrechamiento en su parte final. El arquitecto vigués concebía la zona de exposición con varios edificios, a ambas orillas de la gran avenida. Algunos de estos edificios tendrían un carácter permanente, como la Aduana y la Alhóndiga municipal. El gran pabellón de la exposición se convertiría, una vez concluida la cita industrial, en la estación central de autobuses.

En el relleno proyectado para la playa de Espiñeiro, ya cerca de A Guía, estaba prevista la construcción de un acuario y un museo oceanográfico que también sería empleado como escuela de pesca. En esta zona estaba proyectada la construcción de la estación de mercancías.

En O Castro, Gómez Román ubica un hotel y un teatro al aire libre, así como un santuario en la cima, que no destruiría el castillo. Antonio Palacios polemizó con el proyecto de su amigo. Una de las cuestiones de debate fue la ubicación del nuevo edificio consistorial. Mientras Gómez Román proponía la calle Reconquista o Marqués de Valladares, el porriñés se decantaba por el castillo de San Sebastián. Antonio Palacios vio años después como tampoco se hacía realidad su proyecto urbanístico, aunque sí acertó con la ubicación de la casa consistorial.