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Yihadistas, guerra y drogas

Captagon, la 'cocaína de los pobres' que viene de Siria

El Captagon nació como fármaco en Alemania en los años sesenta. Y se prohibió. Ahora se fabrica en Siria y circula en Arabia Saudí, Líbano, Irak, Jordania y Europa.

Viernes, 19 de Julio 2024, 10:03h

Tiempo de lectura: 2 min

Se prescribía a niños hiperactivos y para combatir la depresión y la narcolepsia. Sus efectos eran similares a los de las anfetaminas, pero con la ventaja de no alterar la presión arterial.  Pero en 1983 el Captagon, un medicamento que se empezó a utilizar en Alemania en 1961, se prohibió por su gran poder adictivo.

Ahora ha resurgido como una droga en auge en Oriente Próximo. Lo llaman 'la cocaína de los pobres' (una pastilla cuesta unos veinte dólares) y 'la droga de los yihadistas' porque se creía que lo habían consumido los terroristas que atacaron París en los atentados de noviembre de 2015. Eso se ha descartado, pero su presencia en Oriente Próximo se está disparando.

Su consumo se multiplica y hay fuentes británicas que incluso sostienen que está generando un volumen de tráfico similar e incluso superior al que mueven los cárteles mexicanos de la droga.

Además del precio, la  clave de su éxito reside en que impulsa la actividad y quita el hambre. Según ha explicado Caroline Rose, Directora del New Lines Institute a Euro news, «los estudiantes la toman para aumentar su productividad; los taxistas, camioneros e incluso soldados la consumen para mantenerse despiertos y rendir en su trabajo,  y otros recurren al Captagon para evitar las comidas».

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Al-Asad, acusado.Manifestantes en Bélgica acusando al presidente sirio de beneficiarse del tráfico de Captagon.

Circula desde Siria, su principal productor, y se cree que están vinculados en su tráfico miembros del Ejército Sirio y familiares del presidente Bashar al-Asad. Desde ese país viaja hasta el Líbano, Jordania, Irak y Arabia Saudí, donde la última incautación fue de nada menos que 9,5 millones de pastillas.

La guerra que asola Siria desde 2011 ha contribido a su expansión. La favorecen la falta de controles y el colapso económico. Según Caroline Rose, el Captagon  se ha convertido en una «fuente de ingresos alternativa clave». Es una manera de obtener ingresos y de esquivar las sanciones económicas.

De alto efecto euforizante, se calcula que el tráfico del Captagon genera una cifra de negocio de más de seis mil millones de dólares al año. Además, se expande por el mundo: se han detectado laboratorios en Holanda, Bélgica, Bulgaria y Polonia.

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