El factor cortisol
El factor cortisol
Martes, 04 de Febrero 2025, 12:28h
Tiempo de lectura: 5 min
Los siete trucos definitivos para mantener tu casa organizada’, ‘Los cinco productos infalibles para quitar una mancha’ y… lo que es peor… ‘Cómo alcanzar la felicidad a través del orden’… ¿En serio? ¿No teníamos bastante con los libros de autoayuda? Osea, que para ser feliz tengo que salir de mi zona confort ¿pero dejarla limpia como una patena? Yo, de verdad, que no puedo más.
Soy perfectamente consciente de que las influencers del orden y las instacleaners viven de mis obsesiones con la limpieza y de que el algoritmo me va a seguir ofreciendo sus trucos porque no puedo dejar de dar click cada vez que veo a alguna mezclando vinagre con bicarbonato… Y, aún así, aquí estoy: pasando la aspiradora. ¿Pero qué me pasa, doctor?
Para empezar, una obviedad: estoy dentro de la estadística. Las mujeres españolas siguen siendo las principales responsables del trabajo de cuidados en el hogar, una realidad que se mantiene a pesar de los avances en la igualdad de género. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el 86 por ciento de las mujeres dedican más de 20 horas semanales a tareas no remuneradas como el cuidado de hijos, ancianos o la gestión del hogar, mientras que solo el 57 por ciento de los hombres alcanza esa dedicación.
Y llegados a este punto, la pregunta del millón sale casi sola: «¿No será que los salarios más bajos que ganan las mujeres explican la mayor propensión a aceptar trabajos a tiempo parcial y de ahí esa diferencia?». Pues vamos a ver los datos: según el centro de análisis Funcas, la brecha salarial con los hombres se ha reducido en diez puntos desde el año 2012, así que vamos bien. Eso sí, seguimos ganando menos, concretamente un 8,7 por ciento menos que ellos. Y, claro, si en una pareja hombre/mujer hay que escoger quién se queda con el trabajo a tiempo parcial, la Encuesta de Población Activa (EPA) que publica el INE me da la respuesta: el 73 por ciento de los trabajadores a tiempo parcial en España son mujeres y solo el 27 por ciento, hombres.
Pues si que estamos bien. Lo mismo, lo de la aspiradora es el menor de mis males. ¿Y si esto influye en algo más? Y sigo buscando datos. Según un estudio reciente del Instituto de la Mujer, «más del 60 por ciento de las españolas manifiestan sentirse estresadas o agotadas mentalmente debido a la carga de cuidados que asumen. Este agotamiento no se limita a un cansancio físico, sino que se traduce en problemas más profundos de salud mental, como ansiedad, depresión y burnout (desgaste profesional)». Vaya, me lo estaba viendo venir.
Vamos a consultar a una psicóloga, a ver si es que todo esto se nos está yendo de las manos. Nos atiende Silvia del Ben, psicóloga especializada en ansiedad, estrés, reacciones familiares y dificultades en el lugar de trabajo. Doctora: esto de combinar responsabilidades laborales y domésticas en un bucle infinito, es decir, la doble jornada, ¿cómo nos afecta? «El impacto de la carga de cuidados sobre la carrera profesional de las mujeres es significativo. Muchas de ellas se ven obligadas a reducir su jornada laboral, rechazar promociones o incluso abandonar su carrera profesional para atender las necesidades familiares. Esto no solo contribuye a la brecha salarial de género, sino que también afecta a su desarrollo personal y profesional, generando frustración y una sensación de pérdida de oportunidades», explica la directora de Unobravo.
Está bien, pues vamos a soltar la aspiradora, a ver si así nos calmamos un poco… Vaya, dos migas en el suelo… Inspiro, espiro. Aquí tiene que haber algo más. Un par de búsquedas en Google y ya lo tengo: es el cortisol (ya estaba tardando en salir la hormona de moda). Según un estudio realizado por la Universidad del Sur de California (USC), las personas que viven en hogares desordenados o sucios son más proclives a tener un nivel elevado de cortisol, la principal hormona del estrés.
Para su investigación, los científicos de California hicieron visitas guiadas a hombres y mujeres por espacios desordenados y atestados de objetos y ellas se estresaron más. La conclusión del estudio es que las mujeres asociaban un hogar ordenado con una familia satisfecha y con éxito. Ellos, sin embargo, consideraban que la casa, al margen de su orden, era siempre fuente de placer y orgullo, no de estrés.
Lo más curioso es que, según concluye en estudio, los hombres que realizaban más tareas domésticas por la tarde cuando llegaban de trabajar tenían el mismo nivel alto de cortisol que las mujeres y, por tanto, el mismo estrés. Total: que el cortisol no entiende de géneros, sino de responsabilidades. Lo explica la psicóloga Silvia del Ben: «En esta obsesión de algunas mujeres por tener la casa impoluta hay algo de sentimiento de culpa por no encajar en la expectativa social, algo de perfeccionismo autoimpuesto y algo de mito con respecto a la capacidad que tenemos las mujeres de hacer muchas cosas a la vez». La maldita multitarea. Ya salió. Pero si hasta la ciencia ha desmentido ese mito, confirmando que solo era una trampa para que ‘alguien’ pudiera escaquearse de alguna faena.
Lo confirmaron en 2019 los investigadores Patricia Hirsch, Iring Koch y Julia Karbach, de la Universidad Técnica de Aquisgrán (Alemania) con su estudio publicado en la revista PLOS ONE. En la investigación, se puso a prueba la habilidad de hombres y mujeres en el mismo entorno y con las mismas tareas. Tanto en los casos en los que se tenían que realizar diferentes trabajos de manera simultánea, como cuando se ejecutaban varias tareas de manera seguida, los resultados eran iguales: «No hay diferencias de género sustanciales en el rendimiento multitarea», concluía Hirsch.
A lo mejor, ver menos vídeos sobre cómo organizar calcetines y doblar camisetas también me podría ayudar. Pero si hasta Marie Kondo y su mantra «ordena tu espacio, transforma tu vida» tuvo que admitir hace poco que, con la llegada de su tercer hijo, ni siquiera ella era capaz de hacerle justicia a su imperio del orden.
Pues hasta aquí hemos llegado. ¿Qué podemos hacer? «A veces, las mujeres no somos capaces de mirar fuera de la caja y no nos damos cuenta de que con nuestros actos cotidianos podemos cambiar muchas cosas. En la mayoría de los casos, nadie nos obliga a coger la aspiradora, lo hacemos por costumbre, porque no podemos parar, porque nos resulta muy difícil sentarnos en el sillón y no hacer nada», explica la psicóloga. A ver si vamos a estar diez minutos sin hacer algo productivo… «Claro, por eso tenemos que aprender a manejar nuestro tiempo, a delegar tareas y a redistribuir las responsabilidades familiares. Así que empieza por soltar la aspiradora».