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NFT El arte digital que puede acabar con el sistema financiero

Una multimillonaria subasta de arte ha desatado la fiebre por los NFT. Su característica: son obras digitales únicas, imposibles de falsificar. Artistas, empresas y hasta clubs de fútbol se han lanzado a este nuevo y colosal mercado. Pero ¿qué son? Y, sobre todo, ¿por qué van a cambiar para siempre la economía y las finanzas? Te lo contamos

Por Carlos Manuel Sánchez y María de la Peña Fernández-Nespral / Foto: Mekakushi y Beeple

Viernes, 25 de Junio 2021

Tiempo de lectura: 9 min

Fue una puja a distancia, sin la adrenalina de una sala repleta y sin el martillazo final. El lote de Christie’s era un collage de imágenes digitales titulado Todos los días: los primeros 5000 días, firmado por el autor y certificada su autenticidad mediante una clave criptográfica. En la jerga, lo que se subastó fue un token no fungible (NFT, por sus siglas en inglés). Y fue adjudicado el 11 de marzo por un precio de fábula: 69 millones de dólares, pagados con el equivalente en la criptomoneda ether, el dinero (o lo que sea) que circula por la plataforma Ethereum.

La reacción del autor, un diseñador gráfico que se hace llamar Beeple, quedó inmortalizada en un tuit: «¡Joder!». Y el comprador, un tal Metakovan, alias del fundador de un fondo de inversiones, declaró: «Es la obra de arte más valiosa de esta generación; algún día valdrá mil millones». Eso sí, no podrá colgarla en la pared y tendrá que encender su ordenador para contemplarla. Porque lo que ha comprado por ese pastizal es un archivo jpg y tiene la misma corporeidad que un fondo de escritorio, es decir, ninguna.

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La obra de los 69 millones.Parte de la obra de Beeple ‘Todos los días: los primeros 5000 días’, subastada en marzo por Christie’s por 69 millones de dólares. Es un NFT, una obra digital cuya autenticidad está avalada por una clave criptográfica en blockchain.

¿Arte en serio? El propio Beeple califica sus propias creaciones como «basura artística para tu jeta». Y reconoció que los NFT, hoy por hoy, son una burbuja especulativa. En cuanto cobró, cambió los ethers en dólares como quien cambia las fichas en el casino, «acojonado por la volatilidad» de la criptodivisa de marras. «¡Bum! A mi cuenta… No soy ni remotamente un criptopurista. Hacía arte digital mucho antes de toda esta mierda, y si todo este maldito asunto de los NFT desapareciera mañana seguiría haciendo arte digital».

Pero el asunto no va a desaparecer mañana. De hecho, se ha abierto la veda para un mercado potencialmente colosal, y que no solo es cosa de ricos. Usted, querido lector, va a pagar por poseer tokens. Y si tiene hijos en edad de coleccionar cromos, mucho antes de lo que imagina. Si a estas alturas anda un poco perdido, no se preocupe: en el siguiente párrafo va un cursillo acelerado.

Un token es cualquier cosa que tenga un valor monetario, pero que no se puede tocar físicamente. Hay dos clases. Si son fungibles, como las criptomonedas, puede usted pagar con ellas (si le dejan). Elon Musk le deja… Un Tesla vale (aproximadamente) un bitcoin. Y al cierre de esta edición el bitcoin se cotiza a unos 45.800 dólares, aunque dentro de un rato ni se sabe… O puede guardarlas en su monedero virtual y confiar en que suba su cotización (y rezar para que no se desplome), igual que tiene euros en su cuenta del banco o en el bolsillo. Da lo mismo que pague con un billete recién sacado del cajero o arrugado, todos los euros tienen el mismo valor. Por el contrario, los tokens no fungibles, los famosos NFT, son únicos en el mundo. Su carácter exclusivo está garantizado por una clave en la cadena de bloques (blockchain), una especie de registro contable, de sello, imposible de falsificar. Y valen lo que esté dispuesto a pagar el comprador.

Los clubs de fútbol lo han entendido al vuelo. Real Madrid, Barça, Atlético de Madrid, Betis, Levante y la selección española han sacado ya sus NFT, que se compran con sus propias criptomonedas

El mercado más obvio, y el primero que se ha subido al carro, es el del coleccionismo. Puede ser una obra de arte, pero también un libro dedicado por el autor o un cromo firmado por un futbolista. Los clubs de fútbol lo han entendido al vuelo y el que no ha sacado ya su ‘fan token’ para los forofos está tardando. Real Madrid, Barça, Atlético de Madrid, Betis, Levante e incluso la selección española ya disponen incluso de sus propias criptomonedas para vender su merchandising digital.

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Jugada maestra / 170.000 €.La NBA vende vídeos de jugadas de sus estrellas a precio de oro. El vídeo también está en YouTube, pero el formato NFT lo hace ‘único’. ¿La explicación?: también hay fotos de jugadores, pero los niños coleccionan cromos ‘oficiales’.@ Getty Images

Pero un NFT puede ser más que un archivo único (por ejemplo, una obra de arte certificada por su creador), también puede ser un contrato digital único entre usted y una empresa: lo que llaman ‘los contratos inteligentes’. Y eso abre posibilidades infinitas… Por ejemplo, en el mundo de la música: la compra de una edición limitada de un álbum puede ir acompañada de un contrato inteligente con oportunidad de conseguir una primera fila o acceso vip al camerino. Y un director podría conseguir financiación para producir una película a cambio de una visita al rodaje o, por qué no, de una participación futura en los beneficios de explotación… Mark Cuban, el multimillonario dueño de los Dallas Mavericks, es un entusiasta: «Si hubieran aparecido en 1995, me hubiera vuelto loco. Ahora no hago otra cosa que explorar las posibilidades de los NFT, el blockchain y los contratos inteligentes… Son el futuro», asegura.

La reinvención del dinero

Por eso, la subasta de la obra de Beeple pasará a la historia, aunque no a la historia del arte, sino de las finanzas. Porque lo interesante no es que Beeple ya sea el tercer artista vivo más cotizado, solo por detrás de Jeff Koons y David Hockney, sino que el mundo digital y el analógico se han fusionado y están al mismo nivel en el mercado. Y este es un hito que alterará para siempre la economía. Por lo menos, eso opina Sebastian Smee, el crítico del Washington Post, al que deja indiferente la obra subastada, que palidece ante la transacción misma: el formato de la mercancía, el método de pago, las plataformas que la custodian… «Nuestro sistema financiero global se basa en la premisa de que no necesitamos productos materiales para generar valor monetario», reflexiona Smee. Y los NFT son la prueba. Por su parte, el experto en tecnología Steven Levy puntualiza en Wired: «Aunque parece radical atribuir un valor tan disparatado a cadenas de bits, recordemos que el dinero en sí es un concepto abstracto, en el que todo el mundo está de acuerdo en pretender que hay valor en lo que llamamos dólares o euros… Incluso los diamantes son valiosos solo cuando todo el mundo está de acuerdo en que lo son. Y el valor de las obras de arte ha descansado durante mucho tiempo en su procedencia y su singularidad. Un ejemplar en rústica de El gran Gatsby tiene el mismo contenido que una primera edición firmada por el autor. Pero un ejemplar original con la firma de Fitzgerald vale una fortuna».

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Sofá virtual / 370.000 €.Este sofá tampoco es real. Pertenece a una colección de muebles virtuales creada por el artista argentino Andrés Reisinger, que reside en Barcelona y es un hito en este tipo de objetos de diseño por su elevada cotización.@ Reisinger Studio.

Parece que los NFT han irrumpido de la nada, pero no es así. El fenómeno se veía venir desde 1975, cuando dos informáticos, Whitfield Diffie y Martin Hellman, inventaron la clave pública que revolucionó la criptografía y permitió que se pudiera comprar con seguridad (relativa) en Internet. Otro innovador fue David Chaum, cuyas ideas hicieron posible el dinero digital. Un concepto que llevó al avance decisivo: la cadena de bloques, o blockchain, en 2009. Un registro contable compartido entre millones de usuarios en el que las transacciones están a la vista, pero se garantiza el anonimato de comprador y vendedor. Con el blockchain nació la criptomoneda más famosa, el bitcoin.

Para muchos analistas estamos asistiendo, nada menos, que a la reinvención del dinero. Da vértigo. O sudores de pánico, según se mire. La banca tradicional se adapta como puede mientras cierra sucursales, despide a miles de empleados y compite con un montón de start-ups para ofrecer servicios fintech en el móvil. Y los bancos centrales, tres cuartos de lo mismo. El BCE ha anunciado la creación del euro digital para intentar mantener la primacía del euro como método de pago en la Unión Europea. Aunque no será una criptodivisa y estará respaldada por los gobiernos.

Buenos tiempos para los audaces

No es casualidad que las criptomonedas y los NFT se hayan popularizado durante la pandemia, cuando gran parte de nuestras vidas han transcurrido en Zoom, Twitch, Amazon o Netflix. Nuestras existencias nunca habían sido tan virtuales como este último año. Además, le hemos cogido aprensión a la calderilla y a los billetes manoseados. Preferimos acercar el móvil al terminal o enviar un Bizum. Pero el adiós al cash solo es la primera fase de esa metamorfosis del dinero. La tokenización es la siguiente. Y aunque las criptomonedas no son de curso legal, poco a poco están consiguiendo ser aceptadas en todas partes; y los NFT las han terminado de legitimar. No hace mucho el bitcoin solo se utilizaba para comprar drogas en los bajos fondos de la deep web, pero hoy hasta El Corte Inglés ha creado una plataforma para comprar y vender criptomoneda.

No es casualidad que los NFT se hayan popularizado durante la pandemia: nuestras vidas nunca habían sido tan virtuales y las criptomonedas ya están siendo aceptadas en todas partes

«¿Ha muerto el dinero fíat?», se pregunta la revista Time en una portada que, por cierto, ha subastado como NFT entre sus lectores. El llamado ‘dinero fiduciario’ es el que se basa en la confianza de la comunidad, es decir, el que no está respaldado por metales preciosos ni nada que no sea una promesa de pago por parte de la entidad emisora. Pero si el dinero fiduciario es un acto de fe, el nuevo dinero es una cabriola de la imaginación a la medida de Silicon Valley. Es independiente e irrastreable. Es el dinero que hubiera soñado la filósofa libertaria Ayn Rand. Y no hay que olvidar que magnates como Peter Thiel o Jack Dorsey fueron los libertarios fundadores de Paypal, la plataforma de pagos en línea que revolucionó el cotarro en 1998. Y que el propio Dorsey hoy está volcado en Square, otra pasarela para las transacciones digitales.

Y es un dinero volátil. Lo cual es una pega para los sensatos, pero un plus para los audaces. A Elon Musk le divierte haber hinchado el valor de otra criptomoneda, el dogecoin (que nació de una broma entre informáticos), a base de tuits.

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El primer tuit / 2,5 millones de euros.Jack Dorsey, CEO de Twitter, subastó el tuit que inauguró esta red social en 2006. Cinco palabras. A medio millón por palabra, Dorsey se convierte en el escritor mejor pagado de la historia al convertir su tuit en NFT.

Claro que existen dos relatos. El de los gigantes tecnológicos y el del resto de los mortales. Eso piensa William Deresiewicz, autor de La muerte del artista. Cómo los creadores luchan por sobrevivir en la era de los billonarios y la tecnología (Capitán Swing). Y es un cuento que pueden aplicarse no solo los artistas, sino muchos otros profesionales; entre ellos, los periodistas. El relato que surge de Silicon Valley dice así: «Nunca ha habido un mejor momento para ser artista. Si tienes un ordenador portátil, tienes un estudio de grabación. Si tienes un iPhone, tienes una cámara de cine. Y la distribución es gratuita: se llama Internet». El otro relato proviene de los propios artistas. «Claro, puedes poner tus cosas ahí, pero ¿quién te va a pagar por ellas?». Lo cierto es que en una era de libre acceso a mucho contenido, cada vez queremos pagar menos por los productos, despreciando así el trabajo y el esfuerzo que requieren. Ahora, con los NFT, surgen nuevas fuentes de ingresos. Unos pocos se ‘forrarán’. Está por ver si esta nueva economía beneficiará o acabará empobreciendo a la inmensa mayoría.