
Lunes, 17 de Febrero 2025, 16:32h
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Lo único que necesito es una ducha», bromeaba Rüdiger Koch, el ingeniero espacial alemán de 59 años que ha estado 120 días a once metros de profundidad en una cápsula submarina frente a la costa de Panamá. Ha batido el Récord Guinness de permanencia bajo el agua en un hábitat fijo y sin despresurización, y parece que ese ha sido su único inconveniente. En su 'apartamento con vistas al mar' tenía cama, baño portátil, televisión, ordenador con acceso a Internet por satélite y hasta bici estática para mantenerse en forma. Además, tampoco estuvo solo en su aventura.
Koch contó con un equipo de apoyo que operaba desde otra cámara superior con forma circular situada justo encima de su cabina y que le suministraba alimentos a través de un tubo. Desde allí, varios profesionales monitorizaron sus constantes vitales para comprobar cómo funciona el cuerpo humano en situaciones especiales y cómo nos afecta el aislamiento.
El proyecto también ha tenido dimensión ecológica, ya que la cápsula submarina ha servido como lugar de experimentación al actuar como un arrecife artificial que fomenta la vida marina. Según ha declarado Koch en CBS News, su hazaña va más allá del premio que representa batir un Guinness: «Lo que estamos intentando probar aquí es que los mares son un entorno viable para la expansión humana».
Su visión está estrechamente ligada al movimiento de seasteading, que promueve la creación de comunidades autónomas flotantes que ofrezcan soluciones a problemas de espacio y recursos en la superficie terrestre. El sueño no es nuevo, sino más bien una mezcla entre las aventuras del Nautilus y las ansias de colonizar Marte de Elon Musk. La parte controvertida de este movimiento es que no solo pretende que estas nuevas comunidades sean autosuficientes, sino también que estén fuera del control gubernamental.
De hecho, ya hay empresas, como Ocean Builders, que han construido los primeros prototipos de hogares flotantes permanentes. Eso sí, de momento solo son aptos para aquellos muy concienciados con el tema, ya que el precio de las casitas, que tienen una parte sumergida para ver el fondo marino, llega a alcanzar el millón y medio de euros.
Un movimiento que, desde el año 2008, ha liderado el Seasteading Institute en San Francisco para motivar a los emprendedores a hacer diseños en los que se aproveche todo el potencial de la tecnología y que se vio reforazado después de que el cofundador de PayPal, Peter Thiel, donara 500.000 dólares en capital inicial.
¿El lado oscuro? Lo cuenta Peter Newman, profesor de Sostenibilidad en la Universidad Curtin, en Perth, Australia: «Si están en aguas internacionales, están evadiendo impuestos. Donde quiera que floten, se trata de evadir responsabilidad». Y concluye: «Básicamente es como decir: 'Nosotros, la gente rica, merecemos vivir de una manera en la que podamos hacerlo sin que nadie más nos preocupe; podemos hacer lo que queramos'».