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Mi hermosa lavandería

Y yo le dije

Isabel Coixet

Domingo, 05 de Diciembre 2021

Tiempo de lectura: 3 min

Soy una cotilla irredenta. Creo que ya de pequeña lo era, cuando espiaba las conversaciones de mis padres. Me gusta mucho saber qué dice la gente cuando cree que no la escucha nadie, cosa que en el mundo en el que vivimos es cada vez más difícil. Sí, ya sabemos que nuestro teléfono nos espía para saber si estamos pensando en comprar una plancha o cambiar de coche o cenar comida tailandesa, pero no sé si también está muy interesado en nuestros desdenes amorosos, la manía que de repente le hemos cogido a un primo o el deseo de huir de una fiesta a la que de entrada nos daba pereza asistir.

En bares, en cafés, en salas de espera, en oficinas, en restaurantes, probablemente  debido al uso continuo de la mascarilla, pero lo cierto es que cada vez hablamos más alto y es imposible no enterarse de la vida y milagros del prójimo. Mi espíritu cotilla se ve colmado así de un enorme abanico de oportunidades. Estoy ahora mismo tomando una coca-cola en la terraza de un bar y un grupo de chavales se pelea por pagar la cuenta. Cuando se levantan, se instala en la misma mesa una mujer de unos 40 años, hablándole al altavoz de su móvil.

«Que ni con una ni con dos ni con tres, que estás enviándole mensajes a siete tipas, no me extraña que estés agotado por la noche, cómo no vas a estarlo»

«Fui y le dije: 'Eso a mí no me lo haces, ni ayer ni hoy ni mañana ni nunca, ¿qué te has creído, que soy boba?, ¿que voy a tragar con todo porque me mires con esta cara de pánfilo de no haber roto nunca un plato cuando estás quedando con esta y aquella y la de más allá, con todas las que se te ponen a tiro, y tienes el morro de venir aquí con una caja de bombones de oferta del Lidl, que ni a una pastelería buena has ido, hijo mío, y decirme que son ellas, que tú nunca te mensajearías con nadie, que para ti soy la única?». (Aquí la camarera la interrumpe y ella le pide una caña).

«No me lo podía creer cuando vi todo aquello: que si Luisi, que si Loli, que si Ángela... ¿Cómo me iba a creer que don ocupado tenía tiempo para todas esas?, ¿cómo? Eso te digo, que le miré el teléfono y hasta fotos de... ya te lo puedes imaginar, de la polla: les había enviado fotos de su polla, que yo creo que ni era la suya, fíjate lo que te digo, yo qué sé, que me dio un asco y le dije: 'Pero que lo he visto todo, que lo he V I S T O, que no lo he soñado, ¿que quieres que te enseñe los pantallazos?'. Y le dije: 'Aquí están, que ni con una ni con dos ni con tres, que estás enviándole mensajes a siete tipas, que luego no me extraña que estés agotado por la noche, cómo no vas a estarlo con tanto trajín. Que me da igual que no hayas visto a ninguna, que me da igual que sean ellas las que te van detrás, que no lo estás entendiendo, Rodrigo, no lo estás entendiendo...'. No, bueno... sí... bueno, claro... te puedes imaginar, decírselo, decírselo, no se lo dije;  bueno, que se lo dije cuando ya se había ido. Pero de hoy no pasa. Yo se lo digo. Esta misma noche. Claro que se lo pienso decir».


Etiquetas: Podcast