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Desayuno de domingo con... Ignacio Goitia: «Me interesa qué hay detrás del poder, cómo se nos dirige y cómo acatamos órdenes»

Bilbao, 1968. Soy pintor y estoy ampliando mi trabajo a diferentes campos, con la intención de acercar la obra de arte al uso cotidiano del público y llevarla más allá de los museos y las galerías.

Viernes, 17 de Mayo 2024, 09:53h

Tiempo de lectura: 2 min

XLSemanal. Esto de llevar su obra a otros soportes seguro que lo fue gestando durante la pandemia...

Ignacio Goitia. Así fue [sonríe]. Empecé llevando la obra a los fulares y busqué quien me los fabricara en España, pero aquí no encontré la calidad que quería en cuanto al estampado y al tejido; finalmente, me los fabricaron en Italia, cerca del lago Como.

«Mis padres nos decían: 'Preguntaos siempre el porqué y no os dejéis llevar porque sí'. Quizá por eso no acepto las cosas solo porque me las impongan»

XL. Y después ha ideado otros soportes.

I.G. Eso es, jugando con la obra original, he estudiado diferentes elementos de uso cotidiano: desde jarrones y vajillas hasta una papelera. Puede sonar extraño usar una obra de arte para realizar un objeto donde se tira lo que sobra; pero, para mí, hasta eso tiene su significado.

XL. Estamos en su recién inaugurada tienda en la plaza de las Salesas de Madrid, al pie de la iglesia de Santa Bárbara y a las puertas del Tribunal Supremo… y nos recibe con este aspecto de Lord Byron que acostumbra [risas].

I.G. Y junto a la estatua de Rousseau [ríe], soy un hombre de contrastes al que le gusta unificar cosas. Esta tienda, como otra que abrí el año pasado en Bilbao, es una especie de minimuseo de mí mismo.

XL. Licenciado en Bellas Artes y doctor en Historia del Arte, le he oído decir que es un arquitecto frustrado.

I.G. Lo digo en broma porque no deben decirse cosas negativas de uno mismo. Soy un apasionado de la arquitectura, pero las matemáticas y la física son una pesadilla para mí, las suspendí desde BUP hasta COU; por eso decidí dibujar los grandes edificios.

XL. Romanos, griegos, neoclásicos o hipermodernos skylines.

I.G. Todos son grandes edificios de propaganda relacionados con el poder: desde las pirámides de Egipto o el panteón hasta un rascacielos que quiere demostrar lo potente que es, lo mismo que una iglesia muestra su inmensa magnitud.

XL. En sus obras suele expresar, de hecho, diversas formas de poder. ¿Le obsesiona?

I.G. A mí me interesa lo que hay detrás del poder, el cómo se nos dirige desde arriba y cómo acatamos las órdenes, a veces sin que nos demos cuenta. Mis padres nos decían: «Preguntaos siempre el porqué y no os dejéis llevar porque sí». Quizá por eso no acepto las cosas solo porque me las impongan.

XL. Pues qué suerte, porque a mí al tercer «y por qué», ya hartos, me decían: «Porque yo lo digo», y me tocaba obedecer.

I.G. ¡Jajaja! ¡Pero eso no vale! Aunque no se trata tanto de ordenar y obedecer como de entender cómo son las cosas y qué las mueven.

«Una cucharada de aceite de coco, para la memoria. Un plátano, por el potasio. Un puñado de frutos rojos. Y una taza de kéfir con cereales y nueces».