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John Hennessy Sabio 05 | Creador del procesador de todos los ordenadores «Los gobiernos tendrán que 'reeducar' a mucha gente»

Con motivo de nuestro 35 aniversario y en colaboración con la Fundación BBVA, hablamos esta semana con ‘el padrino de Silicon Valley’, uno de los hombres que ha diseñado el mundo en el que vivimos. Creó el procesador RISC, que está hoy en todos los ordenadores y teléfonos inteligentes del mundo, ha sido rector de Stanford y es el presidente ejecutivo de Alphabet, matriz de Google.

Por Carlos Manuel Sánchez

Miércoles, 01 de Junio 2022

Tiempo de lectura: 8 min

A sus 70 años, John Hennessy (Nueva York) es el presidente ejecutivo de Alphabet, la compañía matriz de Google. El colofón a la carrera de uno de los grandes protagonistas de la historia de la tecnología del último medio siglo. Por algo lo llaman 'el padrino de Silicon Valley'. En los años ochenta diseñó, junto con David Patterson, una arquitectura que simplificó la fabricación de ordenadores y que hoy es universal. Y de 2000 a 2016 fue rector de la Universidad de Stanford, cuyos alumnos fundaron compañías como Google, HP, Paypal, Netflix, Linkedin, YouTube... Hennessy compró 65.000 acciones de Google en la primera oferta pública. En 2017 recibió el Premio Turing, el máximo galardón en ciencias de la computación. Y, en 2021, el Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA.

XLSemanal. Silicon Valley es un centro de poder mundial. Y en Europa preocupa el tamaño de algunas compañías, más poderosas que muchos países. Algunos proponen dividirlas...

J.H. Dividir estas compañías aumentaría la ineficacia. Y ralentizaría el ritmo del progreso, sobre todo en el caso de la inteligencia artificial, que necesita centralizar los esfuerzos para avanzar. Es muy difícil trocear una gran compañía y que tenga sentido. Entiendo las preocupaciones, pero creo que también hay que preocuparse de todas las industrias que se pierden las oportunidades de la era digital. Es aleccionador, por ejemplo, cómo la industria musical que se resistía al streaming, ahora vende más música que nunca. Pero creo que también hemos cometido errores en Internet.

XL. ¿Por ejemplo?

J.H. El peor fue no implementar un sistema de micropagos que te permita acceder fácilmente a lo que quieras y que, si cuesta menos de un dólar, ni siquiera te pregunte, para que el dinero vaya a los creadores de contenido de una manera más fluida. Es mejor que las pasarelas de pago. No vas a suscribirte a veinte periódicos, pero puede que te interesen noticias de veinte periódicos diferentes.

XL. Hubo un tiempo en que se pensaba que Silicon Valley resolvería los problemas del mundo, ahora muchos creen que solo busca hacer dinero...

J.H. Bueno, es algo intermedio. Cuando yo empecé en Silicon Valley la motivación de la mayoría era hacer una tecnología que hiciera del mundo un lugar mejor. Ahora el objetivo de muchos es económico, pero los que triunfan suelen ser los que aspiran a mejorarle la vida a la mayoría.

XL. ¿Qué pasa cuando un producto fracasa?

J.H. Intentamos identificar cuáles eran las buenas y las malas ideas. Los usuarios no se adaptaron a las Google Glass, por ejemplo, pero se avanzó en el reconocimiento de imágenes. La tecnología rompedora es la que hace historia. Con el PC fue el procesador de textos. Con la realidad virtual y aumentada aún la estamos buscando más allá de los videojuegos.

«La gente tiene derecho a estar preocupada. Si nos fijamos en los albores de la Revolución Industrial, la tecnología creó nuevos trabajos y eliminó otros. Los gobiernos deberán ayudar mucho»

XL. Usted sostiene que un líder debe ser humilde. Difícil con tanto ego...

J.H. Ya, pero no eres tú el que importa, sino tu organización. Y siendo humilde te es más fácil pedir ayuda o consejo. Pero también hay gente arrogante con un gran talento para dirigir.

XL. ¿Por ejemplo?

J.H. Steve Jobs era un líder fuerte. Tenía su forma de ver las cosas... ¡y vaya si te lo dejaba claro! También podía ser humilde, a veces. Pero la arrogancia tiene un peligro y es que te puede llevar a una situación como la de Elizabeth Holmes [la fundadora de la biotecnológica Theranos, condenada por fraude]. Nadie quiere ser mala persona. Pero si das un primer paso en la dirección incorrecta, ya todo es cuesta abajo.

XL. ¿La mentalidad de «miente hasta que lo consigas»?

J.H. Sí, un líder debe decir la verdad, aunque duela. Como decía Abraham Lincoln: «Si no quieres mentir, no digas nunca una mentira» [ríe]. Es la primera mentira la que te lleva a la segunda y a exagerar lo que hace tu producto.

XL. Le cito: «Uno es tan bueno como su última buena idea». ¿Se aplica esta regla a sí mismo?

J.H. Sí, hasta cierto punto. Es un recordatorio de que siempre hay que mirar hacia adelante. O, si no, mejor retírate

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POR QUÉ PASARÁ A LA HISTORIA
Por crear el procesador RISC, que hoy está en el corazón de ordenadores, teléfonos inteligentes... «Hasta entonces, cada empresa los hacía a su manera. Era como visitar el Museo del Prado y admirar obras individuales», recuerda.

XL. ¿De qué pasta está hecho un innovador?

J.H. Debe ser un visionario, pero no para predecir el futuro, sino para explorar las diferentes posibilidades que nos brinda y crear el futuro. ¿Sabe lo que me impresionó de Elon Musk? Que hace diez años dijo: «Vamos a hacer un coche eléctrico». Pero no cogió un coche con motor de combustión y le puso un motor eléctrico. No, cambia el concepto, lo repiensa de arriba a abajo. Y hace un coche totalmente nuevo.

XL. Las tecnológicas recopilan nuestros datos y, a cambio, nos facilitan la vida. ¿Es un trato justo?

J.H. Nadie quiere que la privacidad sea binaria: o todo o nada. Si no dejamos que guarden alguna información de nosotros, cada vez que utilicemos Google Maps deberíamos introducir nuestras credenciales. Se puede hacer, pero si colocas cookies (ficheros de rastreo) es mucho más ágil. Y dejas al usuario que decida si las acepta. La privacidad es una cuestión de matices. Se están haciendo progresos. Hay que dar a la gente más control y algunas tecnologías muy invasivas deberían limitarse.

'La arrogancia tiene peligros. Te puede llevar a una situación como la de Elizabeth Holmes (la fundadora de Theranos, condenada por fraude)'

XL. En España tenemos el espionaje de Pegasus muy reciente...

J.H. Pero eso va más allá, hablamos de ciberseguridad, que se ha convertido en un asunto explosivo. Aunque el mismo razonamiento vale. Hay que gestionar qué nivel de seguridad es apropiado sin perder agilidad en el uso. Puedes tener una seguridad muy alta, pero puede ser inconveniente. ¿Queremos meter contraseñas larguísimas cada dos por tres en cien sitios diferentes? Se necesita un equilibrio.

XL. China no tiene ningún recato en usar la tecnología para vigilar a su población. ¿Le preocupa que el Gobierno chino esté dando ideas al resto del mundo?

J.H. Sí. China ha llegado a la conclusión de que quiere controlar las tecnologías de comunicación masivas. Esto ya ha tenido consecuencias a nivel mundial, dividiendo Internet y poniéndole puertas. Y puede empeorar.

XL. ¿Una inteligencia artificial ganará el premio Nobel algún día?

J.H. Si se alcanza la inteligencia artificial general, que es el santo grial, es muy posible. Pero no el de Literatura [ríe].

XL. La ley de Moore estableció que cada dos años se duplicaría el número de transistores en un microchip. Pero estamos llegando a los límites físicos de la materia. ¿Es el fin de la era del silicio?

J.H. La ley de Moore nos ha garantizado el progreso durante cincuenta años. Cualquier teléfono móvil tiene más memoria que el conjunto de todos los ordenadores que había en el mundo en 1970. Pero hemos llegado a niveles de miniaturización de escala atómica. Precisamente ahora que la inteligencia artificial se ha hecho tan compleja que requiere cada vez más tiempo de procesamiento. Estamos en un rumbo de colisión.

Si la industria del automóvil hubiera progresado tanto como los procesadores, un coche cruzaría Estados Unidos en dos minutos

XL. ¿Tan grave es?

J.H. Seguro que su ordenador va como un tiro, pero a usted le parecerá lento [ríe]. Si la industria del automóvil hubiera progresado tanto como la velocidad de los microprocesadores, un coche cruzaría Estados Unidos en dos minutos. Estamos obligados a pensar nuevas maneras de diseñar ordenadores. Pero las alternativas al silicio, sea el ordenador cuántico o la electrónica orgánica basada en el carbono, todavía están lejos. Los físicos investigan, pero hasta que los ingenieros puedan aplicar los conceptos pasarán veinte años.

XL. ¿El progreso puede estancarse?

J.H. Se progresa a oleadas. Siempre hay puntos de inflexión. Aparece el primer ordenador personal y, de repente, todo el mundo tiene uno en casa, cuando cinco años antes nadie veía la necesidad.

XL. Estamos ante una de esas oleadas: la cuarta revolución industrial, de la que unos hablan con ilusión y otros con inquietud.

J.H. Los ciudadanos tienen derecho a estar preocupados. Si nos fijamos en los albores de la revolución industrial, la tecnología creó nuevos trabajos y eliminó otros. Lo que hace diferente a la inteligencia artificial es que se extiende mucho más rápido que cualquier otra tecnología del pasado. Puede que no nos dé tiempo a adaptarnos. Los gobiernos van a tener que ayudar a mucha gente, reeducarla para esos nuevos trabajos.

XL. ¿Estamos preparados para la inteligencia artificial general?

J.H. No, esta tecnología no solo cambia nuestra forma de trabajar o interactuar. Tiene muchas más implicaciones. No hay acuerdos internacionales y debería haberlos. Hay mucha gente trabajando en esto a la que asusta, por ejemplo, su uso como arma. Debería prohibirse, como se hizo con los gases venenosos y la guerra biológica.

XL. La Universidad de Stanford, de la que usted fue rector, es el motor intelectual de Silicon Valley. ¿Qué la hace diferente de otras?

J.H. Valora mucho la innovación disruptiva y atrae a gente que piensa diferente y que está dispuesta a tomar riesgos. Y es un imán para el talento de todo el mundo. Tu impacto no termina cuando publicas en una revista científica, sino cuando tu idea llega a Silicon Valley. El mejor ejemplo son Larry Page y Serguéi Brin, que crearon el algoritmo que dio lugar a Google cuando eran alumnos de Stanford. Había otros motores de búsqueda muy buenos. Ellos perfeccionaron el suyo hasta que fue el mejor. Todavía me acuerdo del día que vi su demo. Fue impresionante.

XL. Todavía hay pocas mujeres en carreras tecnológicas.

J.H. Pero se está avanzando. Hace veinte años esto estaba lleno de muchachos que habían crecido con los videojuegos. A medida que la tecnología se ha extendido, más chicas se han interesado.


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