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Suicidio: romper el silencio 01 | Javi Martín, actor y expresentador de ‘Caiga quien caiga’ «El sufrimiento es tal que piensas que la única solución es saltar»

Más de 4000 personas se quitan la vida cada año en España y la cifra sigue aumentando. Tras décadas de tabú y silencio, varios personajes públicos dan un paso adelante y nos cuentan su historia. El actor y expresentador de ‘CQC’ Javi Martín, el bicampeón olímpico Gervasio Deferr y el exitoso productor televisivo Ramón Campos saben que hablar salva vidas.

Por Raquel Peláez | Fotos Daniel Méndez

Viernes, 13 de Enero 2023, 13:07h

Tiempo de lectura: 4 min

Javi Martín es actor y se hizo popular en la década de los noventa como presentador del programa Caiga Quien Caiga junto a El Gran Wyoming. Ahora acaba de publicar su primer libro, Bipolar y a mucha honra, de la editorial Espasa, en el que habla de salud mental, depresión y suicidio. Con él repasamos uno de los capítulos más complicados de su vida.

«Recuerdo estar sentado en el sofá de mi casa pensando en que todo lo malo que pudiera ocurrir me iba a pasar a mí. Que me iba a quedar sin trabajo, sin dinero... Y, de repente, como si fuera un rayo que me atravesara la cabeza, entró un pensamiento: 'Tírate por la terraza, tírate por la terraza'. Y no me refiero a uno de esos pensamientos intrusivos que todos hemos tenido alguna vez, no. El mío tenía hasta volumen y era atronador. Era real. Entonces empecé a darme golpes en la cabeza para quitármelo. Y a partir de ahí empezó una película de terror y de dolor absoluto».

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+ Suicidio: romper el silencio (2)

Gervarsio Deferr, exgimnasta bicampeón olímpico 

«Quería que todo acabase. Mi mejor medalla es seguir vivo»


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+ Suicidio: romper el silencio (3)

Ramón Campos, productor televisivo de éxitos como 'Fariña'

«Me intenté suicidar con pastillas. No sé ni cuántas cajas me tomé»


«Estuve semanas solo con ese pensamiento en la cabeza. Desde que me levantaba hasta que me acostaba. Por las noches, mi marido se dormía y yo subía a la terraza y me ponía a dar vueltas y vueltas. A él no se lo había contado aún. Y llegó un momento en que no pude resistirlo. El sufrimiento es tal que no puedes soportarlo, piensas que va a ser para toda la vida y que la única solución es el suicidio. Hasta que ya no pude más y decidí saltar».

«Subí las escaleras hasta la terraza, pasé las piernas por encima de la barandilla y me puse a imaginar en lo que pasaría cuando saltase: mi cuerpo caería desde la séptima planta, probablemente el golpe alertaría a algún vecino, verían el cadáver, la sangre alrededor, se oirían gritos, alguien llamaría al servicio de emergencias, me identificarían, llamarían a mi marido… Y entonces, cuando me imaginé el dolor que le causaría y su cara de terror cuando le comunicaran que me había quitado la vida, me dije: 'Tengo que aguantar'. Y decidí seguir luchando».

«Subí las escaleras hasta la terraza, pasé las piernas por encima de la barandilla y me puse a imaginar en lo que pasaría cuando saltase»

«Hasta ese momento, yo había tenido varios brotes psicóticos. Había entrado ya en el psiquiátrico por crisis maniaca, pero hasta que no llegó la depresión no se dieron cuenta de que lo que yo tenía era una bipolaridad. Todo esto ocurrió unos diez años después de mi trabajo como reportero en el programa Caiga quien caiga».

«Elegí no saltar, pero el sufrimiento y la voz siguieron allí, por eso decidí llamar a una psicóloga. Lo primero que me preguntó fue si había planificación en mis pensamientos. Eso es fundamental, porque lo que pretendía era saber el nivel de peligro en el que estaba. Porque una cosa es tener pensamientos suicidas y otra es tenerlo todo planificado: lo voy a hacer aquí, a esta hora... Yo tenía clarísimo cómo lo iba a hacer. Entonces, ella me dijo que la esperara, que me podía atender dentro de tres días, pero que la llamara antes si era necesario. Y yo pensé: 'Bueno, pues la voy a esperar. ¿Qué más me da suicidarme hoy que dentro de tres días?'. Y fue a través de aquellos encuentros con la psicóloga como poco a poco fui abandonando pequeños trocitos de mi tristeza y abriendo huecos para que entrara otra cosa».

«Cuando me imaginé el dolor que le causaría a mi marido cuando le comunicaran que me había quitado la vida, me dije: 'Tengo que aguantar'. Y decidí seguir luchando»

«La idea del suicidio volvió después, pero ya no era esa voz atronadora. Me decía que me tirara al Metro, pero yo pensaba: 'Ya está mi mente diciéndome gilipolleces', pero, aun así, me asustaba y me retiraba. Aunque ya era otro tipo de voz y ya la notaba más lejana».

«He estado siete años en terapia. Ahora ya ha pasado ese tiempo en el que estaba descompensado con la manía y la depresión. Desde hace cuatro años tengo, de vez en cuando, una subidita muy pequeña, pero nada que me impida trabajar ni seguir con mi vida. Me regulo con la medicación y estoy estupendamente».

«Yo soy una de esos miles de personas que no salen en las estadísticas. Cuando estuve a punto de lanzarme desde aquella terraza, nadie se enteró»

«Desde que 'salí del armario' de la salud mental y me atreví a contarlo, hago muchas cosas; entre ellas, dar charlas en institutos a chavales de 15 o 16 años, e incido mucho en los peligros de las drogas y del bullying».

«Yo soy una de esos miles de personas que no salen en las estadísticas. Cuando estuve a punto de lanzarme desde aquella terraza, nadie se enteró. Nadie tomó nota. Hay 4000 suicidios al año en España y no oigo a los políticos decir que es intolerable. Una media de 11 personas al día. Pero la salud mental se sigue considerando como algo de segunda. Y es muy desesperante, cuando sabemos que el suicidio se puede prevenir».

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El Ministerio de Sanidad pone en marcha la Línea 024, de Atención a la Conducta Suicida, con el lema ‘Llama a la vida’, que funciona las 24 horas del día, los 365 días del año.
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