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Cronopatía: la obsesión por aprovechar el tiempo (y cómo combatirla)

Poner pausa al reloj

Cronopatía: la obsesión por aprovechar el tiempo (y cómo combatirla)

La fijación con ser más productivos no es nueva, pero la sociedad digital –las redes sociales de influencers y cryptobros– ha acelerado el proceso hasta convertirlo en una obsesión, que incluso tiene nombre: cronopatía. Igual hasta te identificas con los síntomas: incapaz de descansar, vives exprimiendo cada minuto y, al mismo tiempo, planificando las siguientes tareas para 'rendir al máximo'. Los psicólogos ya alertan de las consecuencias mentales y físicas de vivir obsesionados con sacarle el máximo provecho al tiempo. Te lo contamos.

Miércoles, 05 de Febrero 2025, 14:13h

Tiempo de lectura: 6 min

Levantarse media hora antes para ir al gimnasio y así engañar al día aprovechando tus horas de sueño para estar en forma. Salir corriendo con el coche para dejar a los niños en el colegio, comenzar una interminable jornada laboral y, cuando parece que llega el momento de respirar, no. Todavía queda exprimir cada minuto: esa hora antes de que los niños vuelvan es perfecta para cumplir con la promesa de un café con esa amiga que hace meses no ves. «¿Qué planes tienes este fin de semana?», pregunta. «¡Uf, a tope! El viernes, cena de cumpleaños. El sábado, una boda… pero antes tengo que correr por el Retiro. Y el domingo, como siempre, pádel por la mañana y comida con los suegros». Lo que nadie se atreve a mencionar es la agenda del verano; con suerte, habrá un hueco para descansar… o tal vez no.

Esta obsesión frenética por exprimir cada día y sentirte culpable cuando tienes tiempo para descansar tiene un nombre: cronopatía. Aquellos que la sufren tienden a planificar su vida al detalle con tareas y planes «útiles» donde no hay lugar para la desconexión ni el descanso. ¿Hacer algo que no sea productivo? «Olvídate, no forma parte de mis check en la agenda». Muchos de ellos son incapaces de disfrutar el presente, porque ya están pensando en qué harán mañana. No es una enfermedad, pero sí una manera de vivir que puede derivar en serios trastornos mentales y otros problemas fisiológicos. Por supuesto, conviven con un elevado estrés crónico y cargas mentales. Actúan como máquinas incansables en las que su voz interior no para de repetir: «más, más y más». Como un hámster que no sale de su rueda.

Todo sucede 'ya': ¿Esperar cinco minutos? Imposible. ¿Comprar unas entradas de concierto? Un año antes. «Es como si nos hubieran metido un chip de 'sé productivo o muere en el intento'»

Seguro que te viene a la cabeza una persona para la que las prisas y la aceleración son las premisas de su vida, pero este problema está asentado en una gran parte de la población. De hecho, uno de cada tres españoles siente que no llega a todos sus planes más de cinco veces por semana, según un estudio de Strategy Company. «Es como si tuvieras un director de orquesta en tu cabeza, pero en vez de dirigir música, está obsesionado con dirigir cada minuto de tu vida. Y claro, como te puedes imaginar, esto no es fácil de reorganizar. Toda esta presión por aprovechar el tiempo al máximo rendimiento puede dejarte destrozado, tanto por dentro como por fuera», explica Fernando Miralles, doctor en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid  y profesor en el Máster Psicólogo General Sanitario de la Universidad CEU San Pablo.

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No necesariamente productivos. Existen países con una cultura social afianzada en la cronopatía como Japón, en el que incluso se registran muerte por exceso de trabajo y obsesión por la productividad tiene un término: karoshi. Sin embargo, pese a tener una cultura laboral tan estoica, la productividad es uno de los grandes problemas de Japón. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, el país se situó en el puesto 23 de las 36 naciones de la OCDE. | Getty Images.

Los expertos señalan que el rendimiento y la productividad son principios que nos inculcan desde pequeños y que reproducimos en su máximo esplendor en la etapa adulta, provocando que nazca la sensación de que lo correcto es estar siempre ocupado, tal y como explica la psiquiatra de éxito Marian Rojas Estapé en el libro Cómo hacer que te pasen cosas buenas.

¿Por qué cada vez más la sociedad adopta este estilo de vida? Los psicólogos asocian el origen de la cronopatía a la propia configuración de la sociedad digital en la que vivimos: imperan la inmediatez y el inconformismo, por lo que es mucho más complicado pararse a meditar los deseos o conectar con las propias necesidades. Todo sucede 'ya': ¿Esperar más de cinco minutos? Imposible. ¿Comprar unas entradas de concierto? Un año antes. Tal y como señala Miralles: «Es como si nos hubieran metido un chip de 'sé productivo o muere en el intento'. Y no nos olvidemos de la presión que nosotros mismos nos metemos. Esa vocecita interior que te dice 'Venga, que puedes hacer más' no ayuda, precisamente. Es como si tuviéramos un jefe muy exigente, pero resulta que el jefe somos nosotros mismos».

A su vez, la línea divisoria entre el tiempo personal y el digital está mucho más difusa, además de que suframos una hiperconectividad con la que resulta imposible el descanso: el cerebro permanece conectado y en alerta, con una alta estimulación. También influyen los discursos de hiperproductividad y concentración en las redes de personajes públicos como el psicólogo y podcaster Jordan Peterson, que comparte sus 'trucos' para concentrarse en sacar la mejor versión de sí mismo: alguno de ellos es no perder tiempo para no perder dinero.

«Es como si estuvieras constantemente con el acelerador del coche a tope: tarde o temprano, el motor se quema», alerta el psicólogo

Evidentemente la estructura empresarial también se ha contagiado de este problema. Al aumentar el teletrabajo y la flexibilidad horaria, los empleados están permanentemente conectados con sus responsables: correos fuera de su horario, reuniones en cualquier momento del día... Por lo que el tiempo libre para cualquier otra cuestión que no sea el trabajo se reduce y es necesario vivir más planificadamente. Por otro lado, la competitividad y el aumento de las expectativas laborales provoca en el trabajador una necesidad exagerada de destacar y demostrar su valor, por lo que muchos empleados se acogen a rendimientos laborales, en gran parte tóxicos,  y en los que la norma es cumplir los plazos en el menor tiempo posible.

¿Y cuándo llega el momento de descansar en vacaciones? ¿Qué ocurre? El mal común es caer enfermo cuando comienza la temporada estival. Los médicos lo llaman 'el efecto de bajada de tensión'. «Cuando el cuerpo está acostumbrado a funcionar con niveles altos de cortisol y adrenalina –las hormonas del estrés– y estos disminuyen de repente, nuestro sistema inmunológico queda expuesto y entonces somos propensos a infecciones menores y cansancio excesivo», explicaba la médico Suhail Hussain en The Independent.

Lo normal, según explica el psicólogo, es acabar con una sintomatología clara de estrés y un sistema inmunitario saturado. «Es como si estuvieras constantemente con el acelerador del coche a tope: tarde o temprano, el motor se quema», añade. Además, puntualiza que no solo se nota el efecto de la cronopatía en la salud, sino también puede debilitarse tu entorno social. «Tus relaciones personales también pueden ir a peor. Imagínate estar siempre pendiente del reloj en vez de disfrutar de una buena charla con tus amigos o tus familiares», aclara.

La terapia cognitivo-conductual o el mindfulness pueden ser muy útiles para encontrar un equilibrio entre la productividad y el descanso. «No nos olvidemos de algo tan simple, pero tan importante como aprender a decir 'no' y a poner límites», afirma. Ante problemas mayores de salud como estrés crónico, ansiedad, migrañas, taquicardias e incluso infartos por un nivel de exigencia en el día a día demasiado elevado, la solución por parte de los médicos está clara: «Ha llegado la hora de descansar». En este contexto, el hecho de que un médico recete descanso no es trivial: es una advertencia de que el cuerpo y la mente tienen límites.