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Las terapias y el negocio de la salud ¿Por qué si vamos cada vez más al psicólogo, nuestra salud mental está peor que nunca?

Cada vez son más las personas que acuden a terapia en España, pero aun así el empeoramiento de la salud mental en la población de todas las edades es una realidad aparentemente sin freno. Una de cada cuatro personas sufren o sufrirán un trastorno mental a lo largo de su vida. ¿Por qué está ocurriendo esto en nuestro país? Te contamos las razones.

Miércoles, 08 de Noviembre 2023

Tiempo de lectura: 6 min

Estamos viviendo 'la era de la salud mental'. Nunca antes se habló tanto de ello. El contenido de autoayuda en libros, pódcast, y redes sociales no deja de aumentar en todo el mundo. En lo que va de año, la venta de libros de autoayuda ha crecido más de un 40 por ciento y los productos relacionados con psicología en las redes sociales ocupan el puesto número 1 en viralidad en nuestro país. Por no hablar de los constantes discursos sobre la salud mental de políticos, actores y deportistas o la larga lista de términos de psicología que hemos aprendido en los últimos años: burn out, gaslighting, ghosting...

Ahora, además, las personas acuden más que nunca al psicólogo. Así lo demuestran los más de 12 millones de españoles —un 26,2 por ciento de la población— que acuden actualmente a un especialista de salud mental, según los datos del informe de Mutua Madrileña de este año. Una cifra bastante considerable respecto al 5,4 por ciento de los españoles que iban a consulta hace cinco años (ESNE 2017). Además, la demanda de psicólogos ha crecido un 37,2 por ciento, así como el consumo de ansiolíticos, un 18,9, lo que supone un aumento del 13 por ciento aproximadamente en los últimos cinco años, según datos del Ministerio de Salud.

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El 'boom' de las pastillas. España es el país con más alto consumo de benzodiacepinas, los medicamentos psicotrópicos empleados en tratamientos de insomnio, depresión o ansiedad. Y cerca de un 25 por ciento de los jóvenes de entre 15 y 29 años reconoce haber tomado ansiolíticos, según el Barómetro Juvenil de Salud y Bienestar de 2021.| Getty Images.

Estos aumentos en la demanda de psicólogos y el consumo de ansiolíticos coinciden con un escenario completamente contrario a lo que debería estar sucediendo respecto con las cifras precedentes: a pesar de que las personas acuden mucho más a terapia que hace una década, la salud mental en España no parece estar mejorando. Así lo piensa, al menos, un 74,7 por ciento de los españoles.

El número de suicidios en España tampoco deja de crecer desde que en 2008 pasó a ser la primera causa de muerte no natural en nuestro país, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). El año pasado ya fueron 4097, un 2,3 por ciento más que el año anterior. Algo que se potenció en la pandemia: «Mucho de lo que estamos viendo ha aflorado sensiblemente tras los tres años de pandemia y todos sus impactos en la vida de las personas», explica José Antonio Luengo, decano del Colegio Oficial de Psicología en Madrid. Se estima que cuatro millones de personas sufren depresión en España (Fundamed).

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No es algo exclusivo de adultos. En el último año, las consultas de niños y adolescentes —o de padres que asisten por el problema de sus hijos— con pensamientos suicidas han aumentado más de un 65 por ciento, según un informe de la Fundación ANAR.| Getty Images.

El futuro no es mucho más esperanzador. Una de cuatro personas sufre o sufrirá a lo largo de su vida un trastorno mental. Y la mitad de estas personas no recibe ningún tratamiento, o el de que disponen no es el adecuado, según la Confederación de Salud Mental en España.

¿Por qué la salud mental no mejora?

Las razones de que no se avance tanto como se querría en el tratamiento de los problemas mentales son varias y diversas. La primera, es que estamos ante una ciencia joven y, en parte, imprecisa. Todavía se conoce muy poco del cerebro humano. Por ejemplo, la primera tomografía cerebral no tuvo lugar hasta 1971. Es una disciplina científica y médica en una constante evolución y la subjetividad de los diagnósticos —que varían de un terapeuta a otro en muchas ocasiones— todavía influye a la hora de tratar los trastornos mentales. «La psicología se apresura demasiado presentando como ciertos algunos diagnósticos cuando en realidad todavía hay cierta área gris de ambigüedad», explica Paul Minot, psiquiatra con cerca de 40 años de experiencia, en The Washington Post.

Así lo reflejaba también un estudio publicado en Science Daily de 2019. En él, los expertos comentaban que, a la hora de realizar un diagnóstico psiquiátrico, los criterios se basan en métricas inconsistentes y de alcance limitado. Otro estudio de The British Journal of Psychiatry demuestra que son muchos los pacientes que reciben varios diagnósticos durante sus años de consulta, generando en ellos efectos negativos. Esta falta de precisión se ve potenciada con los nuevos tipos de terapia online, a través de videollamadas o chats virtuales que sustituyen a la presencialidad. «Extender la terapia virtual sin más reflexión supone un riesgo a estas alturas», opina Luengo.

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El negocio oscuro de la salud. La lista de aplicaciones que te ofrecen chats virtuales de salud mental es inmensa. Muchas de ellas tienen como antesala un test —casi como si se tratase del típico consultorio de revista— donde te hacen preguntas sobre cómo te sientes para detectar si necesitas apoyo psicológico y, por supuesto, derivarte a sus servicios.| Getty Images.

Pero el problema no solo radica en que el tratamiento de la salud mental sea una 'ciencia joven'. El problema también reside en el sistema de salud que, como el mismo Luengo confirma, «a veces falla». Las largas listas de espera para acudir a un especialista por la vía pública y la falta de profesionales frente a la creciente demanda del servicio son los principales problemas. Solo tenemos 11 psicólogos por cada 100.000 habitantes y sí, muchos se quedan sin la asistencia necesaria. «Aunque el miedo al estigma por ser atendido por especialistas parece haberse recortado, todavía son mayoría las personas que sufren alguna enfermedad mental o trastorno psicológico y no acceden a los recursos, bien por escasez de los mismos en el sistema público, bien por incapacidad para afrontar económicamente los gastos de una consulta psicológica privada», explica Luengo, decano del Colegio de Psicología de Madrid.

Solo el 23 por ciento de los creadores de contenido de salud mental en TikTok está cualificado, más del 80 por ciento de los consejos que dan son engañosos y el 15, peligrosos

Y una tercera razón tiene que ver con el cambio cultural y de estilo de vida de los jóvenes españoles y cómo entienden ellos que debe tratarse la salud mental. España es uno de los países con peor salud mental juvenil, según Unicef. Según los expertos, gran parte de la culpa la tienen las redes sociales y sus usos tóxicos, que potencian problemas como falta de autoestima, bullying, ansiedad... Sin embargo, ahora estamos ante un nuevo fenómeno que potencia aún más esta mala situación: el creciente autodiagnóstico de trastornos mentales a través del contenido de autoayuda y cuentas de psicólogos en redes sociales.

Ante publicaciones en las que los creadores de contenido hablan de trastornos o enfermedades mentales, se acumulan miles de jóvenes que, en sus comentarios, dicen sentirse identificados. Y no es difícil, porque muchos de estos trastornos tienen características con las que es fácil vincularte. Así es como comienza una rueda de pensamientos en la que consideran que pueden tener también ese trastorno mental y sienten que no están bien, causando un efecto rebote. Una experiencia que se refuerza en cuanto esos usuarios buscan información sobre ese trastorno o enfermedad: el algoritmo les proporciona más y más vídeos a modo de consejos, experiencias y videotutoriales, potenciando en ellos la idea de que, efectivamente, padecen ese problema.

Por si fuera poco, este tipo de contenidos no siempre es publicado por un profesional competente. Un estudio reciente asegura que solo el 23 por ciento de los creadores de contenido de salud mental en TikTok estaba cualificado. Además, más del 80 por ciento de los consejos que daban eran engañosos y casi el 15 por ciento, peligrosos. Y el decano del Colegio de Psicología de Madrid anticipa: «Va a ir a más porque el control de esta sinrazón se antoja imposible: crece nuestra presencia en redes sin norte, donde todo es posible».