El artista congregó a varios miles de espectadores en el auditorio de Castrelos
05 ago 2018 . Actualizado a las 00:05 h.Una estrella como Raphael, con 56 años de esplendorosa trayectoria musical, no tenía ninguna necesidad, a estas alturas de su carrera, de acercarse a canciones contemporáneas, pero lo ha hecho. El disco Infinitos bailes es la prueba de que además ha superado el reto con sobresaliente. Eso sí, el cantante jienense ha sabido rodearse de los adecuados cicerones para recorrer ese camino por el indie sin perder su propio carácter. Izal, Ferreiro, Bunbury o Vega le proporcionaron toda su experiencia compositiva para acercarle a otras generaciones.
Y ese fue el discurso oficial del concierto que anoche dio Raphael en el auditorio de Castrelos. Al aire libre, en una noche estrellada y calurosa, el cantante andaluz recorrió sus canciones más recientes. Claro, que el anfiteatro se vino abajo al poco de empezar. Fue cuando empezaron a sonar las trompetas que abrían Mi gran noche, uno de los mayores himnos de Raphael. En este punto, el concierto entró en modo karaoke.
El auditorio vigués estuvo repleto de espectadores. La parte de pago del recinto, que es la más próxima al escenario, agotó el taquilla, mientras que el graderío tampoco pudo asumir la demanda mostrada por el público vigués. Miles de personas siguieron entusiasmadas la sabia alternancia de canciones nuevas y grandes éxitos preparada por Raphael. Incluso hubo tiempo para escuchar alguna versión, como La quiero a morir, el clásico de la canción romántica escrito por Francis Cabrel.
Que Raphael es mayor, no hay duda ninguna, pero tampoco la hay de que pocos cantantes hay que tengan su carisma sobre el escenario. Al igual que le pasó a otros grandes de la canción mundial, Raphael sigue dándole sentido a la aplicación del término artista a un cantante. Y entregado, porque sus conciertos, si se encuentra a gusto, son de talla máxima. La perogrullada es destacar el excelente grupo de músicos que le rodean sobre el escenario.
Con todo ello, y visto lo visto ayer sobre el escenario de Castrelos, Raphael sigue mostrándose loco por cantar, como ha querido titular su actual gira.
Raphael comenzó su actuación con «Infinitos bailes», su último disco, pero fue en la quinta canción cuando comenzó la apoteosis. «Qué felicidad estar aquí en Vigo otra vez», dijo antes de interpretar «Mi gran noche». El público no dejó de cantar sus éxitos a partir de ese momento.
El sábado, en A Coruña
Raphael se queda en Galicia unos días más. Mañana sus seguidores lo podrán ver en la plaza de María Pita de A Coruña, a partir de las 22.00 horas. Al ser gratuito y coincidir en un sábado de bueno tiempo en plenas fiestas, se espera una afluencia masiva.