Cervo, la tierra de un brebaje al que hasta el mismo Obélix le daría «like»

y. garcía

AL SOL

Escenificación el sábado al filo de la medianoche de la 44ª Queimada Popular de Cervo.
Escenificación el sábado al filo de la medianoche de la 44ª Queimada Popular de Cervo. xaime ramalklal

La Queimada Popular volvió a reunir a numeroso público, «enfeitizado» por las meigas

22 ago 2022 . Actualizado a las 10:49 h.

«Magnánimes e fedorentas». Así son, sin filtros, las meigas. «Habelas hailas» pero incluso unas peores que otras, considerándose las más peligrosas las «chuchonas», a las que es mejor «hacer la cobra». Aunque en Cervo son más de recibirlas cada año por estas fechas con una mezcla de entusiasmo y terror a la vez, pues es la Queimada Popular la culpable de que la Praza do Souto rebose de público al igual que el ardiente brebaje lo haga desde los potes donde poco a poco se va consumiendo el alcohol (se utilizan aquí 1.200 litros de aguardiente, que no es poco) quedando un regusto dulce y cálido en la garganta, con matices de limón, café y... ¡azúcaaarrr! como diría Celia Cruz.

Antes de la hora de la consumición de esa «pócima mágica» que recuerda bastante a la de la saga de Astérix y Obélix, que se cayó en la marmita del druida cuando era pequeño, Airiños do Xunco ofreció su habitual representación, con guion este año de Pili González Rey y acompañamiento musical desde las Escolas Vellas de toda la comitiva con el grupo Medio Quiñón y los «fachos» encendidos a todo gas en el trayecto. Una vez en el centro del pueblo, con las farolas apagadas para que el ambiente fuese aún más tétrico, mirando al cielo se veía la constelación El Carro y a tierra otro carro, con el espantallo y el Bruxo aguardando entre bambalinas su triunfante aparición final en el escenario. Cuál Supermán estilo enxebre. Realmente la Queimada cervense es una fiesta con spoiler, aún cuando el vocablo anglosajón no se estilaba. Es decir, en la batalla ficticia entre el bien y el mal, el primero siempre gana.

Este año, la teatralización giraba en torno a una pareja, Lois y Carmela, y a la leyenda de la Pena da Chispa de Rueta, que en su día rompió un rayo y por cuya hendidura saldrían como pollos sin cabeza seres del inframundo. El look dorado y el baile sensual de la «moura Sara» deja prendado al joven, que pierde todo interés por su amada. No sabemos si aplica la técnica del ghosting pero sí que ella acaba recurriendo a la «raíña das meigas», tan malvada como la Ángela Channing de Falcon Crest. Le pide ayuda en la tarea de recuperar su amor pero acaba pagando un precio y formando parte de su aquelarre. Hasta que el pueblo descubre el «encantamento» y se subleva en masa contra toda presencia demoníaca, el mítico «castrón» incluido, poniéndolos contra las cuerdas. Pero necesitarán una mano extra. El Bruxo hace acto de presencia, leyendo el «esconxuro» final que deja a las meigas totalmente k.o. y a los espectadores con ganas de escuchar su última frase, que siempre despierta carcajadas: «E queimo o espantallo porque me sae do carallo». La fiesta continuó con la degustación gratuita (nadie sin su cunca) y mucha música con Festicultores Troupe, Sintrom Ni Son y Mi Rollo es el Rock.