Esta semana se espera un tren de borrascas profundas que afectarán a la comunidad gallega
27 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.La Tierra se está calentando a un ritmo sin precedentes. Pero esto no implica que solo haya que esperar calor. La ciencia lleva años apuntando a una correlación estadística entre el calentamiento del Ártico y los inviernos severos en las latitudes medias. El temporal Filomena de enero del 2021 es un buen recordatorio. He aquí otro caso que demuestra que el cambio climático tiene muchos rostros y sus propias paradojas.
La temperatura en el Polo Norte aumenta hasta cuatro veces más rápido que el resto del planeta debido a un mecanismo conocido como amplificación. El hielo refleja mucha radiación solar, pero al retroceder deja al descubierto superficie oceánica que la absorbe. El océano se convierte además en una fuente de humedad para las regiones circundantes como, por ejemplo, Siberia.
En el otoño e invierno boreal, la región siberiana es uno de los lugares más gélidos del mundo. Las temperaturas pueden descender fácilmente hasta los 30 grados bajo cero. Cuando el aire húmedo procedente del Ártico alcanza el continente, puede provocar nevadas descomunales.
El meteorólogo estadounidense Judah Cohen del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) lleva décadas analizando la relación entre la nieve siberiana que se acumula en octubre y los inviernos europeos. Cada año por estas fechas, la comunidad meteorológica de todo el mundo está pendiente de sus previsiones. En una publicación reciente, Cohen asegura que la temporada de nieve se ha adelantado y la cobertura ha alcanzado una extensión superior a la media.
Anticiclón térmico
La acumulación de nieve en Siberia refleja la radiación solar y enfría el suelo. Se inicia así una retroalimentación que provoca que el aire esté cada vez más gélido. Como consecuencia, aparece un potente anticiclón térmico, diferente al de Azores, capaz de alterar la dinámica meteorológica del hemisferio norte.
El anticiclón siberiano puede debilitar el vórtice polar, el cinturón de vientos que hay en la alta atmósfera del Ártico y que confina un aire extremadamente frío.
Cuando se deforma, afecta a su vez a la corriente en chorro. En lugar de moverse de oeste a este, suele configurarse en forma de meandros que canalizan aire polar en la ondulación que desciende y cálido en la que asciende.
Cuando la corriente circula con meandros, la meteorología en Galicia es inestable y facilita episodios de temperaturas diferentes a la media, tanto por encima como por debajo. Si la comunidad gallega acumula unos meses muy cálidos se debe a que la Península ha estado de manera recurrente dentro de la parte ascendente de la corriente que trae aire subtropical.
Cohen destaca que en los últimos cuatro octubres, entre el 2020 y el 2024, se registró una cobertura de nieve inferior a la media, de tal forma que la situación actual representa un cambio de tendencia. Dice que es pronto para pronosticar con garantías cómo será el invierno, pero con la información disponible, apuesta a que será como mínimo «muy dinámico». Y ya adelanta que en noviembre podría formarse un anticiclón de bloqueo en Groenlandia que obligaría a las borrascas a circular más al sur. Es justo lo que va a ocurrir al menos esta próxima semana
Los modelos meteorológicos anuncian la llegada de un tren de sistemas de bajas presiones que cruzará el Atlántico y que afectará de lleno a la comunidad gallega. Mañana se esperan las primeras precipitaciones de la mano de una borrasca que llega desde las Azores y no desde Terranova, donde suelen nacer las que afectan a la comunidad.
El viernes se va a situar al noroeste de la Península un ciclón extratropical bastante profundo que dejará vientos intensos y lluvias fuertes, especialmente en las provincias atlánticas.
Después, los principales modelos de predicción anuncian la llegada de nuevas borrascas que se van a situar muy cerca de Galicia. De hecho, alguna de ellas también afectará al sur de la Península, algo que suele ocurrir cuando circulan más al sur de lo normal.