Aitana, esa estrella que deslumbra en el firmamento pop

Javier Becerra
Javier Becerra REDACCIÓN / LA VOZ

AL SOL

Aitana en los primeros momentos de su actuación en el Morriña Fest
Aitana en los primeros momentos de su actuación en el Morriña Fest Sara Toja

La cantante hizo valer su condición de cabeza de cartel en el Morriña Fest de A Coruña, con un concierto donde pisó segura y rotunda

28 jul 2024 . Actualizado a las 21:19 h.

Hace un año Aitana se plantaba en el festival O Son do Camiño de Santiago como un cuerpo extraño en ese entorno. Ahí, en ese hábitat normalmente regido por el indie, el rock y la música electrónica, se infiltraba una figura totalmente mainstream acostumbrada a gobernar ella sola el espacio con un público devoto que la adoraba. Tenía cierto temor, tal y como confesó desde las tablas ante la inmensidad de O Monte do Gozo. Pero pronto obtuvo una apabullante respuesta del público. No solo por su legión de fans, sino por muchos otros que estaban allí en el bufé libre festivalero y se encontraron con una estrella pop muy diferente a la habitual en la música española.

Entonces —aún no había salido Alpha (2023)—, se dijo en este periódico que daba la impresión de que Aitana se encontraba en una fase de tránsito para dejar de ser una figura de pop-rock juvenil, que seguía el camino de El Canto del Loco o La Oreja de Van Gogh, a convertirse en una diva pop en la onda internacional de Dua Lipa, Ariana Grande y esos nombres que sugieren lentejuelas, vértigo y (muchísimos) suspiros. Ayer en el Morriña Fest, donde ejercía de rotunda cabeza de cartel, se pudo ver materializado parte de ese movimiento. Decimos parte, porque contra lo que se pudiera prever, Aitana continúa teniendo un pie en ese pasado emotivo que concilia con un presente impresionante.

Sara Toja

Lo que quedó claro, al poco de empezar, es que se acabaron los titubeos y el caminar en plataformas para asegurar. Aitana pisa firme el escenario como una grande. Se pone la mano en modo visera para contemplar al público como Taylor Swift. Canta canciones que evocan a la mejor Kylie Minogue. Y se mueve en el escenario con la soltura de Dua Lipa. Es una silueta fascinante que emerge, de entrada, con el pop oscuro y electrónico Los ángeles. Pero que pronto vira al frescor soleado de Berlín. O se marca un baladón como Vas a quedarte sobre una infinita sábana de linternas de móviles. Salpica su actuación con guiños de la electrónica de los noventa, el Sweet Dreams de Eurythmics y los ecos de Daft Punk. Todo ante la sorpresa de los progenitores de sus fans. Muchos iban allí algo resignados para acompañar. Pero a mitad de actuación se veían ya contagiados. Al final, acababan perdiendo la vergüenza cantando y bailando Las Babys, feliz relectura del Saturday Night de Whigfield. Precedió el cierre del recital con uno de los temazos del último pop español, Formentera, palanca definitiva de la artista que es hoy.

No faltaron esos bailes sexis de Mi amor. Los que escandalizaron a miles de progenitores que tuvieron que ver de niños a Madonna hacer lo mismo en los ochenta y debieron olvidarlo. Proyectando los titulares de la polémica sobre la pantalla para amplificar su sentido, jugó la otra baza del pop: la de ofrecer una sensación de rebeldía de baja intensidad para unas fans que la conocieron de niñas y ahora ya están en plena adolescencia caminando de la mano de esas canciones. Ninguna salió defraudada el de un bolo-show eficaz, divertido y muy bien planteado. El de Aitana, la estrella que deslumbra en el firmamento pop y que sigue ahí, en ese tránsito que no se sabe si abandonará en el futuro. Sus últimos temas, Hermosa casualidad y 4to 23, que también sonaron (lástima que en la primera no se subiera el escenario Sen Senra que estaba el viernes), lo pintan tremendamente excitante. Una vez más.