Micky: «¿El hombre de goma? ¡Ahora tengo 81 años, tío! La goma está reseca ¡Se nos rompió de tanto usarla!»

Javier Becerra
JAVIER BECERRA REDACCIÓN / LA VOZ

AL SOL

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Figura seminal del pop-rock español actúa esta noche en Arteixo en el O Gran Guateque. Recuerda lo mucho que se ligaba entonces: «Siempre digo que hay mucho hijo del guateque»

05 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Incombustible y con el rostro ligado de por vida a los guateques de los años sesenta, Micky llega esta noche a Arteixo precisamente para honrarlos en O Gran Guateque, donde actuará con Pablo Abraira y Pedro Pastor del grupo Fórmula V.  «Es como una especie de reencuentro con tu juventud. En aquellos encuentros estaba el clásico que ponía los discos y no se comía ni media rosca, y los demás a apretar ahí lo posible», recuerda. La cita es hoy, 1 de agosto a las 22.00 horas, en el Campo da Festa de Arteixo.

—Quién diría ahora eso del pinchadiscos, cuando es el rey de la fiesta.

—En los 60 era otra cosa. Las melodías eran muy ingenuas y los mensajes muy fáciles de digerir. Había censura. Cuando te pasabas un poquito, venía el censor y te corregía. Pero, por lo demás, todo bien. Yo me lo pasé muy bien. Se organizaban en casas particulares. Uno sabía que sus padres estaban en el campo y organizaba. ¿Qué había ahí? Pues patatas fritas, unas aceitunas, unos panchitos y unos cubatas. El más débil ponía los discos y los demás no perdían el tiempo [risas]. Siempre digo que hay mucho hijo del guateque. De repente, se oían ruidos de puertas que se abrían y se cerraban. Y luego pillaban a uno porque aparecían los padres. ¡Buf, lo que era aquello! Te lo digo por experiencia: me ha pasado a mí también.

—Entonces, aquel rock n' roll español a lo mejor no tenía drogas, pero sí sexo por lo que dice.

—Sí, claro. El eslogan era: sexo, drogas y rock and roll. Las drogas las traían a España algunos chicos de la Guardia de Franco. Venían del África profunda y no sé qué fumaban, pero aquello era tremendo. Yo no, que no soy drogadicto. Eso sí, he bebido muchos litros de alcohol. ¿Sexo? Teníamos 18, 19 y 20 años. ¿Quién se iba a resistir en ese momento?

—¿Cuándo empezó usted en la música?

—En 1959, con Los Estudiantes, en una fiesta de patinaje sobre ruedas del Apóstol Santiago. Nos marcamos un Hound Dog muy bueno. En el público estaban Los Tonys y, al terminar, me pidieron hablar conmigo. Y allí me fui con ellos y me quedé de fijo en el grupo. Esto era así.

—Lo llamaban «el hombre de goma». ¿Mantiene la elasticidad con el tiempo o la ha perdido?

—Lo del hombre de goma no me lo puse yo, sino vosotros, los medios. No sabían explicar los movimientos que hacía, las contorsiones y esas cosas. Pero quedó eso. Y a mucha honra. ¿El hombre de goma? ¡Ahora tengo 81 años, tío! La goma está muy reseca ya. ¡Se nos rompió de tanto usarla! Pero yo me subo a un escenario, como voy a hacer en Galicia, y ahí soy feliz siendo Micky. El público quiere ver eso: al hombre de goma. Después, esto lo adornamos con la de Eurovisión, con Enséñame a cantar, con El chico de la armónica y todo eso. Pero cuidado, todo con mucho rock n' roll. Puro y duro. Eso es impepinable.

—¿Seguirá dándole caña al rock?

—Sí, porque me lo pide el cuerpo y porque soy feliz. Está feo que lo diga yo, pero creo que domino un poco ese género. A mí siempre se me ha venido a ver antes que a escuchar. Se espera cualquier sorpresa, requiebro y sentido del humor. Yo soy así, ¿qué le voy a hacer? Así tengo que ser y así tengo que morir. Además, va a venir una señorita a echarme un cable en una canción, Amor y deudas, pero no puedo descubrirla. Es un tema de un grupo colombiano que se llama Cuerpo Candelaria.

—¿Usted tuvo una canción del verano?

—Sí, No sé nadar, un tema de Micky y Los Tonys de 1965. La pusimos en el número 1. Es una canción que me recuerda a uno de mis favoritos: Trini López, un cantante mexicano que hizo cine. Muy cotizado en los sesenta. La voy a hacer. Espero que la gente se una al coro diciendo: «Es una pena, no sé nadar».

—¿Qué le sugiere el verano a nivel musical?

—Yo soy de verano total. Vivo en una zona de sol ardiente, como es Alicante. Me atruena el calor. Y como estoy a base de cubatas, al principio todo va bien, pero al número cinco sales a la calle tontolino.

—¿Se toma cinco cubatas de verdad?

—Bueno, estoy exagerando. Ahora mismo tengo un cubata delante de mí, en el local de ensayo, que me está diciendo: «¡Bébeme, bébeme!» [risas]. Me estoy conteniendo, pero cuando venga la banda, me lo zampo.

—¿Cubata de qué?

—Ginebra con Coca-Cola, claro. Si no hay Coca-Cola, me vale naranjada.

—Siempre transmite buen rollo y mucha energía.

—Procuro tener una actitud positiva. Y después, la energía, sí. Yo me cuido mucho para estar en forma. No solo en el escenario, sino en mi vida privada. Mi mujer me dice: «Te veo muy gordo, esos kilos de la tripa fuera». Claro, yo me bebo el cubata, pero también soy propenso al pincho de tortilla y las croquetas... De hecho, voy a Galicia para ponerme en situación.

—¿Mal sitio este para mantener la línea, no cree?

—Ya lo sé. Yo soy muy tortillero, con cebolla y poco hecha, muy jugosita. Sé que por ahí no me vais a fallar.

—Dice que en los guateques se ligaba mucho. ¿Sigue siendo así ahora?

—No te quiero descubrir el asunto. Prefiero que no vaya nadie que me haya conocido, porque yo he ido mucho por Galicia y no quiero que vengan a verme.

—¿Viejas parejas?

—Exactamente. A ver si me dicen: «Oye, queremos un hijo tuyo». O aparece algún improperio. Pero sí, en los guateques se iba a ligar, pero a fondo. Hay mucho hijo de aquellos yeyés.

—¿Tiene muchos recuerdos de Galicia?

—Prefiero no revelarlo [risas]. Buf, a Galicia hemos ido cuando las carreteras eran horrorosas y tardabas dos días en llegar, haciendo noche en Puebla de Sanabria. Entonces se hacían dos funciones y, a veces, tres al día.

—Es un pionero del rock n' roll. Hay quien dice que el reguetón es el rock n' roll de esta generación. ¿Qué piensa?

—Me vas a perdonar. Yo respeto todas las músicas habidas y por haber, pero yo he estado en la República Dominicana y me despertaba con la bachata y con el reguetón... Sé que hay textos que merecen la pena, que son muy comprometidos, pero no es mi rollo. Mi rollo es estar aquí con mis músicos y hacer las canciones que yo digo normales. Pero, en realidad, hace años no eran tan normales. ¿A mí boleros? Vale. También un chachachá o un mambo. Pero el reguetón, la bachata, todo eso, no.