Agosto en Ílhavo, un festín para los amantes del bacalao

AL SOL

Brais Suárez

17 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Ilhavo sufre una gran paradoja. Su frente marítimo de casas coloridas, pintadas con líneas blancas verticales, es una de las postales más típicas del verano portugués. Sin embargo, suele ser muy habitual que se le atribuya a la vecina Aveiro, por error. Pero, en realidad, es Ílhavo, cuyo hermoso istmo, situado entre el océano y las marismas de la ría de Aveiro, está decorado, como un cuento de hadas, por pequeñas viviendas —conocidas como palheiros—, cada vez más codiciadas en Portugal. De pequeñas instalaciones para pescadores, que era su función en origen, han pasado a ser una de las zonas de veraneo con más encanto en el país, por su pintoresco aspecto y por lo que ofrecen: a un lado, grandes playas de dunas y olas salvajes; por el otro, aguas tranquilas, fáciles de navegar para embarcaciones recreativas, que acceden a un puerto deportivo donde abundan las marisquerías. Es la famosa zona de Costa Nova, que culmina con el gran faro de Aveiro, un monolito rojo y blanco que ayuda al navegante a ubicarse en esta laberíntica ría, donde las corrientes y los entrantes de tierra se unen de una manera anárquica.

La fiesta del bacalao

Ahí radica su encanto. El mar como elemento constante, en sus distintas formas, capaz de erosionar la naturaleza, de tallar el pueblo y de alimentarlo cada día. De hecho, tras la fiesta del marisco vivida a principios de este mes, el centro de Ílhavo celebra ahora su festival del bacalao, que termina hoy. Con entrada gratuita, en el jardín Oudinot, son cinco días donde probar el pescado portugués por excelencia, en todas sus formar y derivados, preparados por asociaciones locales y acompañada con una muestra de vinos de la región, Bairrada. Además, hay espectáculos para todas las edades, con muestras de artesanía, exposiciones, conciertos de música o demostraciones de cocina en directo

Un paseo en barco

Desde el muelle de Costa Nova, merece la pena hacer un paseo en barco por la ría de Aveiro, que ofrece una curiosa muestra, con grandes contrastes, de hasta qué punto el mar condiciona la región. Por una parte, se pueden divisar las históricas salinas, todavía activas y parceladas. Además, la zona sirve de reserva de aves, como especies como la garza imperial, flamenco, milano, cigüeñuela de cabeza roja, aguiluchos, zarapitos y patos. Y, dejando atrás el característico faro que marca el inicio de la ría, se pueden también ver las labores de los pescadores, en sus pequeños botes, capturado lubinas. Ya más adentro, según nos acercamos al puerto, se divisan los grandes barcos de pesca de altura atracados o en reparación, así como los muelles de carga

Pazo de Toubes

También típico de Ílhavo es la cerámica de la fábrica Vista Alegre, con un gran patio y su propio desarrollo residencial, que comenzó a inicios del silgo XIX y que todavía se puede visitar, con excursiones guiadas desde el Museo de Vista Alegre que resultan muy interesantes.