«Si no hubiese dado el paso de abrir la tienda, ahora estaría arrepentida»

j.a. RIBADEO / LA VOZ

A MARIÑA

04 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

A sus 31 años, lleva un tercio de su vida trabajando de enfermera en el Hospital da Costa, al principio en sustituciones más breves y desde hace años, en una evolución lógica, con más estabilidad. A Raquel Pernas Laso la idea de crear un negocio le surgió ?así lo reconoce? en el momento probablemente más inapropiado, al poco de nacer su hija. «Fue quizás en la etapa más complicada, pero nunca me he arrepentido. Soy una persona inquieta, me surgió la inquietud de abrir una tienda y ahora pienso que si no me hubiese decidido a dar el paso siempre tendría el remordimiento, la duda de por qué no lo había hecho», explica.

Así abrió Querocolo, en las galerías San Francisco de Ribadeo, cuando su hija cumplía un año. Ahora tiene tres. Y ella fue, precisamente, quien alumbró en Raquel la idea de emprender: «Vi que había un nicho de negocio y surgió la posibilidad, que poco a poco fue creciendo hasta hacerse realidad. La verdad es que nunca me lo había planteado antes de nacer la niña».

Fundó Querocolo, un establecimiento exclusivo de moda para bebés y niños y niñas de 0 a 4 años. «Es una tienda multimarca, que apuesta por firmas reconocidas, y si bien hay un rango de precios, busco ofrecer al cliente un plus de calidad. Trabajo con marcas como Mi Canesú, Pili Carrera, Cosan Baby, Home and Kids, Pasito a Pasito...».

A su entender, la clave para afrontar el ajetreo de ser madre y tener dos trabajos radica en la organización y en la ayuda que puedas recibir, en su caso de la familia: «Tengo una empleada y, como yo trabajo a turnos, nos alternamos en la tienda. Prácticamente no hay ningún día que falle sin venir por aquí», explica al pie del mostrador de Querocolo.

Una inquietud personal. Es lo que se oculta tras Querocolo. «Me gusta hacer cosas, innovar. Tengo otro trabajo, y si la tienda fuese mal no me quedaría en la calle. Por eso, aunque cuando abres un negocio lógicamente siempre piensas en obtener un beneficio económico, en mi caso no era tan determinante. Por dinero no te metes en esto. Era una experiencia y me arriesgué, porque coincidió en una etapa de mi vida en que me vi con fuerza y ánimo para emprender, aunque seguramente fuese la más complicada», recuerda.

Y ahora, haciendo balance, no duda: «Estoy contenta. No me arrepiento para nada. La tienda forma parte de mi vida y a la vista de mi experiencia, animaría a emprender. Sin duda». El sacrificio, de momento, merece la pena: «A mí me gusta, más allá de la compensación económica que puedas tener. Estoy contenta de cómo están saliendo las cosas».