El público pasa parte del día en la localidad y en otras de la zona, y a partir de la tarde gozan del festival hasta la madrugada
15 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.«¡Hay que vivirlo para creerlo!». Cuando el decimotercer Resurrection Fest entra en su día grande, esa frase tantas veces repetida resume los elogios que se intercambian. Reina la armonía entre seguidores del Resu, viveirenses residentes en otras localidades de A Mariña y Ortegal donde también los acogen con los brazos abiertos. Viveiro es el epicentro de un fenómeno de masas que hace realidad la combinación perfecta del gran cartel del Resurrection con el paisaje, la gastronomía, los precios asequibles y, sobre todo, la tolerancia y el respeto a lo diferente.
Las leyendas del rock y las bandas de moda son un imán que multiplica la población de Viveiro. Los horarios del festival de rock, metal, hardcore y punk marcan los movimientos de miles de fans y, en consecuencia, de los hosteleros y comerciantes. Acampadas gratuitas o de pago y hoteles son las bases de pandillas, familias o parejas que viven el Resu como unas vacaciones, y muchos repiten. Pasan parte del día en la localidad (ayer se sumaron a la sesión vermú del Carmen de A Pescadería) y en otras de la zona (no se perdieron la Festa do Percebe de Xove). Y después, desde la tarde a la madrugada, disfrutan de sus grupos favoritos en el festival.