A finales del siglo XIX, miles de gallegos dejaron su tierra y sus familias y tomaron el camino de la emigración. En ella, con su ejemplo, rompieron el tópico del gallego individualista y mostraron al mundo un carácter y un sentido cívico del que pocos pueblos pueden presumir. Los centros que crearon fueron el fruto de la unidad y la solidaridad que aprendieran en las duras tareas campesinas que, en nuestros pueblos y aldeas, se realizaban de modo comunitario, compartiendo medios y recursos entre todos los vecinos. La más alta cima de ese espíritu fue el Centro Gallego de Buenos Aires y su Hospital. En él se curaron, nacieron y murieron miles de compatriotas que exhibían, orgullosos, la pujanza de lo que llamaban A nosa casa.
De ese gran Hospital ?inaugurado en 1920- formó parte de su primer plantel médico el mindoniense Patricio Freire Rivas, según publica el Boletín Oficial del Centro Gallego de julio de ese año. Dice que fue nombrado Practicante Interno cuando cursaba el 5º curso de Medicina en la Universidad de Buenos Aires. Su vida es todo un ejemplo ?uno más- de lo que fue la emigración: trabajo, esfuerzo, sacrificio, emprendimiento, solidaridad, valentía… Trabajó desde los 17 años para pagarse los estudios.
Había nacido el 17 de marzo de 1895 ?datos que debo a la generosa y documentada labor investigadora de Andrés García Doural- en la calle San Roque de Mondoñedo. Era hijo de José Freire Díaz, oriundo del Carmen, y de Carmen Rivas, de Mondoñedo. Y nieto paterno de José Freire y Juana Díaz -entonces difuntos, oriundos él de Valiñadares y ella del Carmen- y materno de padre desconocido y de Josefa Rivas, del Couto de Outeiro. El niño fue bautizado en la parroquia de Santiago apadrinado por sus propios hermanos Lino y Josefa Freire Rivas.
Se pagó sus estudios
Patricio llegó a Buenos Aires con sus padres y hermanos en 1904. Al año siguiente, inició los estudios escolares que terminó en 1907 para ingresar en el Colegio Nacional Bernardino Rivadavia en el obtuvo el título de Bachiller en 1912. Ese año se matriculó en la Facultad de Ciencias Médicas al tiempo que, desde marzo de 1913, trabajaba como Practicante honorario ?sin retribución- en el Instituto Jenner de la Asistencia Pública. Un año después, en febrero de 1914, ganó mediante concurso el cargo de Practicante Rentado ?retribuido- de la casa central del citado Instituto donde ejerció hasta julio de 1919 cuando fue contratado como Practicante en el Hospital Rawson. En él prestó servicios en Cirugía y Clínica General con los doctores Rubiera y Arturo Medina, que era el director del centro.
A lo largo de esos años completó los cursos de Medicina y en julio de 1920, al inaugurarse el Gran Hospital del Centro Gallego de Buenos Aires, fue contratado como Practicante titular e interno y luego como médico titular.
El centro de nació de una canción y el sanatorio inaugurado en 1920
El Centro Gallego, del que dependía el gran Hospital, nació de una canción. El 31 de octubre de 1906, en el Teatro Victoria, tuvo lugar un acto en memoria de Pascual Veiga, fallecido en julio de ese año. El programa tenía el plato fuerte de la actuación conjunta de los tres orfeones gallegos existentes en Argentina: el Orfeón Gallego, el Gallego Primitivo y el Mindoniense. Los separaban muchas diferencias y rencillas pero esa noche los 120 coralistas las aparcaron para acentuar sus afinidades y cantar, dirigidos por Paz Hermo, la Alborada de Veiga.
Todo cuanto Galicia tenía en Buenos Aires de representativo se congregó en el Teatro Victoria para rendir tributo de amor y añoranza a su tierra y para rendirse a la emoción de la inmortal canción. Algo se removió en su alma y en sus conciencias pues, al día siguiente, un artículo de José R. Lence pidió, desde el Diario Español, crear un Centro Gallego que fuese la casa común de los hijos de Galicia en la Argentina.
Así nació el Centro Gallego de Buenos Aires. Y en junio de 1907, 200 socios firmaron el Acta Fundacional para “llenar las necesidades médicas y asistenciales de que completamente carece nuestra colectividad”. Su primer presidente fue Roque Ferreiro y sus primeras sedes, en San Telmo: primero en la calle Estados Unidos, luego en la de Perú donde el doctor Pablo Rubido atendía gratis un pequeño servicio de curaciones y en 1912 en la calle Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen) con los primeros consultorios que dirigía sin cobrar el doctor Avelino Barrio, de Lalín, primer director médico del Centro que implantó también servicios nocturnos, fúnebres, de farmacia y jurídicos.
En 1914, ya eran diez los facultativos. La afiliación crecía y en 1917 los socios acordaron comprar el actual inmueble de la calle Belgrano 2189. Las aportaciones de los emigrantes hicieron posible el edificio del Centro y de su Hospital, orgullo de la colectividad y de América, que se inauguró en 1920, el año en que entró a trabajar en él Patricio Freire Rivas.
La influencia de seis emigrantes de Ribadeo, Cervo y Mondoñedo, y una clínica con más de 500 camas
Además de Patricio Freire, otros mariñanos trabajaron en el Hospital del Centro Gallego de Buenos Aires por la gran influencia que tenían entonces en él seis emigrantes de A Mariña. De Mondoñedo eran Fernando Lorenzo Rico, fundador de la entidad, su primer bibliotecario y mecenas de la colectividad; Francisco García Olano, el presidente que promovió la Oficina de Empleo y dirigió el Banco de Galicia; y José Mª Miranda Luaces, directivo, gerente del Banco de Galicia y fundador de Villa Calzada. De Cervo, José Mª Cao Luaces, caricaturista, y Miguel Crego, tesorero del Centro Gallego y fundador del Banco de General La Madrid. Y de Ribadeo, Pedro Moreno, el donante del primer equipo quirúrgico.
Patricio Freire fue Practicante Jefe del Servicio Médico cuando se inauguró el Hospital bajo la dirección de Juan Salleras y Avelino Barrio y con un plantel formado por los doctores Candia (Piel), Mario Soto (Pediatría), Antonio Mané, López Rubido y Arturo Serantes (Clínica Médica), Gabriel Romero (Rayos X), Juan Salleras (Cirugía y vías urinarias), Pedro Tesome (Garganta, nariz y oídos), Fernández Castro (Oculista) y Alfonso Gallo (Medicina Interna).
El Hospital tuvo Laboratorio, Caja de Ahorros y Mutualidad, servicios de medicina integral y asistencial y servicios fúnebres propios con dependencias en el cementerio de La Chacarita. Contaba con seis plantas y dos sótanos, 60 salas de consulta, 6 quirófanos y más de medio millar de camas. En él se atendía a los 120.000 socios que llegó a tener el Centro Gallego y a multitud de pacientes ajenos al Centro pero que acudían a él por su enorme prestigio.
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