
Picasso llegó a situar los orígenes de las corridas de toros en Mondoñedo en el siglo XVI. Se basaba en un documento y en un texto del escritor local Silva Posada. La historia es digna del fabulador Cunqueiro pero lo cierto es que Galicia es tierra de un millón de vacas pero de un solo torero: Alfonso Cela, Celita, que era de Láncara. Una encuesta del Instituto Gallup precisaba en 2006 que el 86% de los gallegos “rechazan o aborrecen la fiesta nacional”. Y una viñeta de Castelao, que muestra a un labrego ante el cartel de una corrida en Santiago, corroboró el dato casi cien años antes: “Lástima de bois!”, decía. Y, sin embargo, A Mariña tuvo corridas de toros y novilladas hasta los años 60 del siglo XX.
En Ribadeo hubo toros al menos desde 1610, cuando el Ayuntamiento decretó el cierre de la Plaza de Abaixo, según Francisco Lanza, para fiestas con toros que por San Juan. La costumbre siguió hasta el siglo XVIII y las corridas, novilladas y charlotadas le sucedieron hasta mediados del pasado siglo. Tenían lugar en la Plaza de Toros Municipal Miramar, tras la Aduana y el Concello, donde hoy está la guardería.
Angelillo Primote, de Castropol
A las corridas de Ribadeo acudían gentes del contorno. El archivo fotográfico de la sociedad La Unión, de Sarria (Lugo), guarda fotos de la plaza y de vecinos que acudieron a ella el día en que toreó Modesto Rivas González, Modestete, un sarriano que participó, con éxito, en festivales de la provincia. La prensa de la emigración ?singularmente Correo de Galicia- y la local y regional recogen notas de celebraciones taurinas en Ribadeo y Viveiro. En 1951, por ejemplo, Ribadeo acogió una Gran Becerrada en la que se lidiaron reses bravas por cuatro cuadrillas: la de Tapia de Casariego, formada por Servando Méndez, Manuel Ron Valea, Rafael López Cancio e Ignacio Perillán; la de Ribadeo, denominada El Viejo Pancho, que ya había actuado en otras ocasiones; la de Castropol, con Angelillo Primote “que ejecutará la suerte del remo” y el más joven torero de la temporada, Fredy Horta, Niño de Torrijos, además de un “distinguido aficionado que de todos es conocido”; y la cuadrilla de Luarca. El empresario sorteó 20 magníficos regalos (trajes, baterías de cocina, medias de cristal, juegos de café, candelabros, balones…), la barrera costaba 25 pesetas, la contrabarrera 20, el tendido 15 y general, 7 pesetas. Tras la becerrada, tuvo lugar el partido de fútbol Mondoñedo C.F.- Ribadeo F.C. y luego bailes en Rosa Lar, en sesión de tarde y noche…
En esos años, eran frecuentes los espectáculos cómico-taurinos (con Gaonita, Ramper Flamenco o El Cocinero Torero en 1952), las novilladas (con Pepito Rodríguez, El Exquisito y Victoriano Roger, Valencia, en 1953) o el gran mano a mano que se celebró en 1954 entre Victoriano Posada y Pepe Luis Flores…
En Viveiro, la diestra Guerrita y el Toledano, torero y tenor
En Viveiro, Correo de Galicia informaba a principios del siglo XX que “se trata de construir una plaza de toros por una sociedad de personas entusiastas de la fiesta. Levantarán un nuevo circo donde ya lo había pero ahora con ladrillo y mampostería”. En 1887 se anunciaba “una corrida por toreros de verano” con nombres como Mazzantini, Guerrita, Manene o Bartolesi que “no sabemos si los auténticos denunciarán criminalmente a los usurpadores”. Y en 1892 la prensa decía que en junio “aficionados al arte de Pepe Hillo” corrieron una vaca brava en el patio de la casa de don José González Mateo, en Viveiro. Ese año “la empresa de la plaza de Vivero” contrató los novillos de la corrida de agosto a Luis Maquieira, de Villalba (Madrid) e invitó a varias señoritas a confeccionar “las moñas de los toretes”…
El 13 y el 15 de agosto de 1893 se celebraron dos corridas con reses de José García Díaz, de Madrid, en la que torearon los sevillanos Francisco Juárez, Paquetá, (matador), Eulogio Fernández, Armagüero, Antonio Juárez, Teorías, y Antonio Valle (banderilleros), Eugenio Montes, Niño bonito y José García, Badila chico, picadores. En otra sesión, ofreció dos corridas El Oruga, que venía de actuar en El Ferrol, y “la diestra Guerrita, que matará cada tarde un novillo de tres años”, según La Voz de Galicia. La afición debía ser grande pues, al año siguiente, torearon Anastasio López, Niño del Guarda, espada; Antonio Juárez, Teorías, sobresaliente; Badila chico y Juan Grajo, Grajito, picadores; y Eulogio Díaz, Algabeño, Luis González, Luisillo y José González, Ochoa, banderilleros. Uno de los toreros célebres que actuó en Viveiro fue Gregorio Alonso, El Toledano. Era de Illescas, debutó en Madrid en 1877, fue torero algunos años y luego tenor en compañías líricas.
En los años 50 del siglo XX la villa acogió novilladas. Una de las últimas tuvo lugar el 3 de agosto de 1969 con Julio Robles, Tomás Belmonte y José Luis Girón. Luis Mariñas ?presidente de la Peña Taurina de A Coruña- colaboraba en la organización con el local José Luis Adelino.
Frascuelito de Mondoñedo, detenido por no matar un toro, y Chechu, hijo de un emigrante de Oirán
En Mondoñedo, como escribieron Silva Posada y Lence Santar, se corrieron toros ocasionalmente desde el siglo XVI al XIX. El animal se corría por el casco urbano, dentro de la muralla, y concluía su periplo en la plaza de la Catedral sin ser sacrificado pues se utilizaba en otros festejos...
De Mondoñedo presumía ser un torero que se hizo célebre. Según Andrés García Doural, se llamaba José Antonio de Dios Fernández, Frascuelito, y había nacido en Madrid donde sus padres habían emigrado. Al regresar, abrieron una panadería en San Lázaro y enviaron a su hijo a estudiar al Seminario. El muchacho fue contratado para una corrida de toros que se celebró en A Coruña por las fiestas de María Pita. Iba como banderillero del torero Ángel García de la Flor, Padilla. Pero las cosas no salieron bien. El mindoniense clavó las banderillas al primer toro de cualquier manera y provocó el enfado y la hilaridad del público. Y Padilla, que resultó herido al clavarle Frascuelito su estoque en un pie, remató al animal sin miramientos… Quedaban dos astados y Frascuelito huyó a la enfermería entre una lluvia de insultos y objetos. No quedó nadie para rematar la faena y, al final, el mindoniense acabó en el calabozo por negarse a matar los toros.
El mismo García Doural rescató la figura de otro torero originario de Oirán (Mondoñedo). Se llama José Ramón García Olivares, Chechu. Nació en San Sebastián de los Reyes (Madrid) el 14 de enero de 1988 y es frecuente su presencia en festejos de localidades de Madrid como Almonacid de Zorita, Villlaviciosa de Odón, Guadalix, El Molar, San Fernando de Henares… Su padre es natural de la parroquia de Oirán.
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