«Era una necesidad vital para mí conocer O Vicedo, donde nacieron mis padres»

Lucía Rey
lucía rey O VICEDO / LA VOZ

A MARIÑA

Amelia regresará este viernes a Buenos Aires «enamorada» de la tierra donde nacieron sus padres
Amelia regresará este viernes a Buenos Aires «enamorada» de la tierra donde nacieron sus padres PEPA LOSADA

Amelia Vale González, de 59 años, ha viajado por primera vez desde Buenos Aires a Galicia, a Vicedo; «cuando entré en la casa donde nació mi madre, tuve una sensación muy fuerte»

01 jun 2024 . Actualizado a las 11:36 h.

A lo largo de los años, las vidas se mezclan, se entrelazan, se cruzan..., trazando a veces sorprendentes caminos que en ocasiones son de ida y vuelta entre ambos lados del Atlántico. Una de esas «pequeñas grandes historias» tiene como protagonistas a Amelia Vale González, de 59 años e hija de emigrantes mariñanos nacidos en las parroquias de Riobarba y Cabanas (O Vicedo), y a su tía, Remedios González González, de 83 años y hermana de su madre. Tras décadas de contacto por carta o vía telefónica, hace poco más de una semana que las dos mujeres tuvieron la oportunidad de conocerse en persona y fundirse en un abrazo en el lugar de Xestoso (Cabanas), donde reside la anciana.

«Vine de Argentina a Galicia por primera vez con 59 años porque era una necesidad vital para mí conocer a mi tía Remedios antes de que falte porque es muy mayor. Ella no se casó, no tuvo hijos y nos tuvo siempre en sus pensamientos», explica todavía con emoción Amelia, que nació en Montevideo, la capital de Uruguay, en 1964. Al país sudamericano había emigrado en 1957 su padre: Francisco Vale López, natural de Riobarba. Estando allí se casó por poderes con su novia, Amelia González González (hermana mayor de Remedios), que se reunió con él en 1961.

En ese lugar, junto al Río de la Plata, el matrimonio dirigió dos bares: uno en el casco viejo y otro también en el centro de la capital. «Tuvieron tres hijos. Yo soy la mayor, y en 1978 nos fuimos a Argentina», expone la mujer sobre una etapa que la marcó profundamente. Cuenta que, en aquel momento, poco después de que sus padres gestionasen el cambio de vida que los llevó a Buenos Aires en una época convulsa, en plena dictadura, surgió la oportunidad de regresar a Galicia, pero dar marcha atrás era complicado. En Argentina tuvieron comercio con almacén. Pero Galicia, y especialmente A Mariña, continuaron muy presentes.

«Mi madre amaba su tierra»

«Mi madre amaba su tierra y yo adoraba los relatos que me hacía. Al ser la mayor, todo lo que ella me contaba me llegaba muchísimo. Me llegaba la música, la gaita..., aunque nunca había venido», evoca Amelia, que tuvo cuatro hijos, aunque una de las niñas murió con 13 años. «Ahora que los otros tres, Victoria, Marina y Sebastián, ya son adultos, hacen su vida y les gusta mucho viajar... vi que era mi momento. Y económicamente pude. Ellos me ayudaron a preparar todo el viaje», señala la mujer, que se alojó en Oli Vita Hostel, en Viveiro.

«Lo que está haciendo mi primo Pepe Penabade por la cultura en Cabanas tiene un mérito tremendo»

En O Vicedo, Amelia, que tiene doble nacionalidad (uruguaya y española, ya que su padre la inscribió en el Consulado nada más nacer) ha tenido la oportunidad de conocer y visitar las casas donde nacieron sus padres, los lugares donde jugaron de pequeños... «Cuando entré en la casa donde nació mi madre tuve una sensación muy fuerte. Ha sido un viaje muy introspectivo, necesitaba hacerlo sola», destaca la mujer. Su marido y sus hijos la esperan ya en Buenos Aires. «Ellas vinieron hace diez años y volvieron encantadas. Ojalá en el próximo viaje pueda venir con mis hijos», señala una mujer que vivió uno de los momentos más emotivos de su estancia en el Teatro das Cortes, en Cabanas, durante el «Sábado das Letras» que organizó el actor Pepe Penabade, que es su primo. Tía y sobrina subieron juntas al escenario para recitar versos de Rosalía de Castro (Remedios) y Luz Fandiño (Amelia). «Me hubiera gustado estudiar Derecho, Ciencias Políticas o Literatura, pero no pude porque desde los 14 años ayudé a mis padres en el mostrador. Pero me encantan la música, la literatura, el teatro..., y lo que está haciendo mi primo por la cultura en Cabanas tiene un mérito tremendo», reflexiona.

Y regresa a casa con deberes: aprender a hablar gallego. «Lo entiendo perfectamente, pero desde que murió mi madre no lo había vuelto a escuchar hablar y quiero aprender, lo necesito. Y ya sé de un lugar donde lo enseñan», sonríe.