Agosto 1972: último Naseiro (Dedicado a Eugenio Del Valle, Berta, Chelito Meirás, Jovino, etcétera)

A MARIÑA

CEDIDAS POR DE CARLOS NUEVO

28 ago 2024 . Actualizado a las 11:39 h.

Romaxe do bo xantar. Final de ese veraneo que comenzaba con a XIRA DE SANTA CRUZ. Por el medio fiestas de El Carmen, San Lorenzo, San Roque, San Bartolo, Santiago, y otras. Así entre baños playeros, partidos de fútbol, batidas al percebe, disfraces veraniegos, meriendas en soutos, queimadas nocturnas entre habaneras, desplazamientos en bicicletas, mareas vivas, visitas con la luna llena a las muchachas que compartían servicio social en el Albergue de Area... Como de costumbre transcurrió el verano de 1972.

Hoy somos conscientes de lo que no fuimos entonces. Se terminaba para siempre una etapa de nuestras vidas. Dejábamos de ser estudiantes y con los títulos bajo el brazo nos dispusimos a formar parte de aquellas legiones laborales que con sueldo y empleo estable pasábamos a formar parte de la clase media de nuestro país.

La última pandilla o cuadrilla de amigos/as en torno a la libertad del verano. Nunca más volveríamos a vernos o por lo menos en aquellas mágicas circunstancias. Septiembre nos esperaba en los cuatro puntos cardinales de aquella España que trataba de cerrar las últimas páginas de una larga dictadura, cuestión que notábamos más nosotros por ser la generación de la paz pero también viajada a la Europa de la guerra fría y el amor libre.

El campo de Naseiro nos reservaba una mesa. Cerca el hórreo para las orquestas que tocaban en riguroso directo, empezando por la mítica sesión vermú, y entre luces de toda índole y el murmullo del Landro aquellas verbenas dónde ejercitábamos los bailes de los ritmos propios del momento al servicio del noble arte para la seducción.

Tengo la visión en mi retina conectada al centro neurálgico de los recuerdos. No había botellones. No había "campamentos con tiendas negras plastificadas". No se degustaban bollus preñados o sidra asturiana. La reina era como siempre la empanada en sus diferentes modalidades. Excelentes manjares extendidos por mesas adornadas con mantelerías artesanales como si de un concurso para premiar el buen gusto se tratara. Gaiteiros recorriendo los aposentos familiares. Hospitalidad para con los visitantes.

Nuestra última pandilla había llegado en coches particulares. Ya disponíamos de tales vehículos fruto del trabajo o del regalo fin de carrera. Acentos muy variados: gallego de la costa o del interior, astur, vasco, castellano y catalán. Los Lewis y las camisetas eran la indumentaria de uso. El moreno de la brisa nordeste en nuestra piel. Las chicas más 

guapas que al comienzo de las vacaciones. Los chicos con aquella musculatura propia del remo. Canciones populares cada vez que nos encontrábamos con amigos de nuestra querida Vila do Landro. Para los del puerto de San Ciprián, la ciudad de Pastor Díaz era punto de encuentro ya fuera en aquel Cantábrico de Enrique o en la cafetería del Motel Las Sirenas, amén del Pelosqui, la Cepa, Pepe, o Xoaquín. Además, algunos de nuestros componentes pandilleros habían estado adquiriendo sus títulos en la prestigiosa Maestría Industrial.

Naseiro era gallego y mariñano. Alegre e intergeneracional. De vino blanco del país y de cubata con Ron Negrita. Sombreros de paja para el sol. Bañadores siempre a punto para un chapuzón en Area o en Covas. Para luego regresar de inmediato al campo de la feria. Escopetas de aire comprimido para probar la puntería en las barracas.

Cualquier parecido con este 2024 es mera coincidencia a excepción para la regla de los nuevos tiempos. Hay demasiados impostores y usurpadoras. Hay miedo a esas ignorantes feministas. Hay que huir de las sirenas que entonan cantos embaucadores para luego señalar machistas por doquier. Han conseguido crear mal ambiente. Romper la convivencia. Armar la defensa para evitar ser acusado de acosador. Resulta muy complicado ser de antes y ejercer ahora. Han logrado levantar muros de indecentes manipulaciones.

NASEIRO es una consecuencia del cambio que se ha instalado en nuestros pueblos. De vivir en casas unifamiliares a compartir edificio convecinal y así sufrir horteras con pretensiones o alumineros que han logrado expulsar esa cultura marinera propia de nuestro siglo XX. En las mesas siguen hablando de ALCOA...

No solo ha pasado ferozmente el tiempo. Es que cuando contemplo una de aquellas fotos que hacía Belarmino, Carlos o Alfonso, entre el amarillo del papel descubro lo peor. Faltan más de la mitad. La otra mitad somos venerables jubilados con muchas anécdotas del pasado, un presente muy incómodo y un incierto futuro.

Este agosto se ha caracterizado por al menos dos hechos. La inestabilidad del tiempo. Las aglomeraciones de las auto caravanas que amenazan con expulsarnos de nuestro derecho al aparcamiento, sin que a la autoridad costas-municipal-guardia civil, les importe un comino.