Juan Carlos Fernández, el hostelero que más factura en A Mariña y con negocios en Asturias, opina que la transformación del sector es imparable
20 ene 2025 . Actualizado a las 12:45 h.Juan Carlos Fernández es, con su mujer Esther Moreno, el propietario del grupo La Quinta, firma hostelera que con sus dos empresas tractoras, Restaugal y Terras de Miranda, constituye la compañía hostelera de A Mariña que más factura. A sus negocios en la costa lucense suma un restaurante La Quinta en Avilés y desde el pasado verano un Mar de Rinlo en un espectacular bajo en Gijón junto a la playa de Poniente y frente al acuario. Su actividad es incesante. En su cabeza rebullen proyectos e ideas para desarrollar en Oviedo y Gijón, con inversiones muy importantes porque una premisa de Juan Carlos Fernández es adquirir los locales en propiedad. Son apuestas que muchos podrían ver como arriesgadas, con las que siempre trata de ofrecer un plus que singularice su oferta porque tiene claro que el futuro del sector pasa -con independencia del tipo de negocio que se trate- por ofrecer algo más, acorde con una clientela cada vez más exigente. El cambio en la hostelería, dice, ha llegado para quedarse, y es imparable. Ciñéndose a los restaurantes lo resume en una frase: «Tenemos que dejar de dar comer y convertir el comer el ocio».
«Hablo en términos generales, con una visión amplia y así se debe entender. No me refiero al bar del pueblo, ni a restaurantes pequeños que podrían seguir viviendo dando menús del día económicos, pero los negocios de éxito se está viendo que van por otro camino», señala. Y añade: «Estamos en un cambio de ciclo y vienen tiempos complicados por varios factores. Por un lado, con la pandemia la gente cambió el chip, no está dispuesta a renunciar a su ocio y exige cosas nuevas, y por otro están los cambios legislativos y laborales que incrementan los costes. Muchos locales no se van a poder adaptar. Esto ya lo hemos visto antes, por ejemplo con los pubs y locales de copas que en los 90 estaban a tope y ahora apenas va alguien. Lo que gusta es otro modelo de negocios, que ofrecen algo más».
«El negocio del ocio es el futuro, pero no vale lo de antes, hay que reinventarse. Y por supuesto también es un tema económico, de rentabilidad. Tenemos que dejar de dar de comer y convertir el comer en ocio, en una experiencia. Esto que digo habrá mucha gente que no lo comparta, pero creo que los profesionales del sector sí estarán de acuerdo conmigo», añade Juan Carlos Fernández.
Y aclara que ello no implica la apuesta exclusiva por la calidad incrementando los precios: «Depende del local que se trate. No es lo mismo un bar en la zona rural que en la playa de As Catedrais o una terraza asomada al mar. Ahí se ofrece un plus que es lógico repercutir en el precio. Pero no es solo una cuestión de precio. Puedes estar en un local, digamos, de batalla, y tener una muy buena organización, rapidez en el servicio, ser acogedor, tener variedad y calidad en el producto... y todo eso el cliente lo valora y es el plus que contribuye a la supervivencia del negocio. Lo que quiero decir que la típica imagen del bar o restaurante donde te sirven con frialdad, esos locales sin alma, van a tener muy difícil seguir, porque el cliente puede picar una vez, pero al final escapará de allí».
Con todo, siempre habrá un sector de la clientela, trabajadores por ejemplo, que demandarán los menús del día económicos. «Hay que ver de qué manera se sirve, qué se sirve y a qué precio. Yo entiendo que menús del día económicos, salvo contadísimas excepciones de gestión familiar, son un complemento pero no un negocio en sí. Sé de restaurante donde aún los dan a 9 euros. ¿Como rentabilizas y lo compatibilizas con tener empleados? En La Quinta en Ribadeo tenemos menú a 15 euros y nos hace función porque tenemos una buena clientela, pero a partir de las tres de la tarde llega otro tipo de cliente que pide de carta. Es muy diferente a vivir solo del menú del día», concluyó Juan Carlos Fernández.