Catalin Ionut, rumano que llegó a Burela con 15 años: «Tanto yo como mi familia tuvimos suerte de encontrar aquí gente que nos ayudó y nos apoyó»

Yolanda García Ramos
yolanda garcía BURELA / LA VOZ

A MARIÑA

Pepa Losada

Él y su madre se ocupan por la semana de las cafeterías de los institutos burelenses y, a mayores, trabaja en peluquería en Xove los fines de semana

09 abr 2025 . Actualizado a las 11:46 h.

Catalin Ionut Trestianu y su madre se ocupan de que las dos cafeterías de los institutos de Burela, tanto el IES Monte Castelo como el Perdouro, funcionen en cada jornada escolar, desde temprano. Son lugares que favorecen la charla y, al tratarse de un entorno académico, un posible tema de los jóvenes que allí estudian es el futuro laboral. Unos quieren ser enfermeros, otros biólogos, otros profesores o dedicarse al arte... Son sus sueños. Como el que tuvo Catalin, rumano que llegaba con 15 años recién cumplidos a A Mariña. Echa la vista atrás, su anhelo era simplemente mejorar. Y encontró la hostelería y la peluquería. Combina ambos oficios en la actualidad y desarrollando el último en Mayte Peluqueros, en Xove. Es natural de Braila. Hijo de Ion, que ahora vive en el país de origen por razones de salud, e Ioana Trestianu. Su madre fue la primera en llegar a la comarca «porque ya teníamos unos parientes que trabajaban en la madera, un primo nuestro que la ayudó para venir un verano, encontró trabajo en un hotel de camarera de pisos y acabó quedándose», explica. Hostelería, limpieza, peluquería y forestal fue lo que encontraron de oportunidad al pisar A Mariña. La última era la ocupación del padre. Su madre y hermana contaban con formación en contabilidad. «En España lo que peor llevo es el tema del papeleo, porque prácticamente no puedo convalidar nada. Por ello tuve que acabar la ESO aquí, al no darme la última titulación que tenía», enfatiza Ionut Trestianu.

Con su madre Ioana en la cafetería del IES Monte Castelo
Con su madre Ioana en la cafetería del IES Monte Castelo

Aquí cursó FP Básica, ganando experiencia laboral al mismo tiempo con las prácticas. En hostelería trabajó en la cafetería focense Xoyma y con su hermana regentó Aroma Café durante tres años hasta que un poco antes de la pandemia, con suerte como reconoce debido al gran parón que supuso para el sector, cerraron el negocio. «Siempre digo: 'cuando pierdo gano'. Nos vino bien cerrar entonces porque la hostelería fue la más afectada en la pandemia». En el Perdouro hizo peluquería, probando suerte en otra rama laboral, realizando prácticas en Ribadeo: «Mi suerte fue encontrar trabajo antes de acabar el ciclo. A pesar de no tener experiencia me dieron una oportunidad en verano y luego el fin de semana mientras acababa por semana el ciclo». Es agradecido con todas las puertas que se le abrieron, destacando que «la hostelería me gusta muchísimo y no quiero dejar ni una cosa ni otra, por lo que la única forma es durante la semana estar en la cafetería y de vacaciones, en verano, y los fines de semana, en la peluquería. Cuando hay más trabajo en la peluquería es en verano, cuando no hay clases».

«Hubo gente que nos abrió la puerta de su casa. Sin ninguna duda. Sin preguntar. Aquí el trato que tuvimos es maravilloso»

Es fundamental, sobre todo cuando se deja atrás la tierra natal, encontrar buena gente en el lugar de acogida. En ese sentido, Catalin dice que «tanto yo como mi familia tuvimos suerte de encontrar gente que nos ayudó y nos apoyó. Y desde el primer momento, a pesar de no saber quiénes éramos. Cuando vinieron mis padres primero era en 2011. Entonces, dentro de los extranjeros, no teníamos los rumanos la mejor fama por esta zona». «No todos somos así. Es normal y comprensible que hubiese miedo, sobre todo cuando había rumores. Sin embargo, hubo gente que nos abrió la puerta de su casa. Sin ninguna duda. Sin preguntar. Aquí el trato que tuvimos es maravilloso».

Recuerdos de la infancia de Catalin Ionut en Rumanía
Recuerdos de la infancia de Catalin Ionut en Rumanía

«En Rumanía era un niño raro al comer pero aquí empecé a comer de todo»

Tener que emigrar tan joven lo ve como «bueno y malo» a la vez, dice Catalin  en primera persona: «Justo en ese momento de cambio, yo me adapté bien aquí. Muy rápido. Fue mucho más fácil, porque en Rumanía veía todo fuera de lugar. Mi país cambió muchisimo aunque falta por mejorar». «Además, sorprendentemente, en Rumanía era un niño raro al comer. Comía cuatro cosas y patatas fritas, huevo y salchichas. En cambio, al venir fue un cambio de chip, de mentalidad, y empecé a comer de todo. Me encanta la gastronomía de aquí. Obviamente el pulpo. No tengo un plato favorito, hay poca cosa que no me guste». Es inevitable preguntarle por su morriña de Rumanía, a lo que contesta: «Hay ese dicho de 'la tierra te llama' pero, y eso que tengo a la familia aquí, me pasa más en fechas señaladas como Semana Santa o Navidades. A veces como que uno necesita volver, unos días, para recargarse». «Cuando tienes que dejar todo atrás, y más cuando tienes familia, no es fácil. Y sobre todo cuando hay que marcharse por necesidad o por algo grave. Yo agradezco que en mi caso no fue así, porque mis padres me trajeron y me ofrecieron un futuro diferente. No quiero decir solamente mejor porque allá tampoco estábamos tan mal», concluye.