Gabriel Doce y Eleonora Güimil, argentinos afincados en Viveiro: «Aquí vinimos buscando la tranquilidad y la certidumbre, y se daba todo»

A MARIÑA

«Si bien a ella le gusta ir a Italia, en mi caso las raíces tiraron mucho y sentía que por mis venas corre sangre española», dice él, teniendo ambos ascendencia gallega
27 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.«Entre 1882 y 1935 se produce una emigración en masa a Iberoamérica. Grosso modo, se calcula que abandonaron el país 4,7 millones de españoles, de los cuales el 41,80% eran gallegos. Aunque no hay consenso en el número exacto de gallegos emigrados, todo apunta a que fueron 1,2 millones. Teniendo en cuenta que en ese período la media de población de Galicia era de 2 millones, la cifra se vuelve significativa», explicaba Óscar Cardoner en el trabajo titulado La emigración gallega a América que publicó la Universidad de Kansas. Argentina fue uno de los principales destinos y en el futuro se acabó invirtiendo la ruta en el caso de los argentinos Gabriel Doce y Eleonora Güimil, de ascendencia gallega. De Buenos Aires vinieron hace casi tres años tras nacer allí en 1961 y 1962 respectivamente. En la capital eran vecinos del barrio de Almagro: «Yo estaba en la planta baja y ella estaba en el piso dos. Era justo mi época de adolescente y tenía una terraza amplia en mi apartamento, donde hacíamos bailes. Una vez le dije a ella si quería unirse, vino y ahí nos empezamos a relacionar». Juntos desde 1983, casándose muy jóvenes y con dos hijos Guido y Amina. En unos meses serán abuelos por primera vez.

«Siempre _dice Gabriel Doce_ fue necesaria la ayuda de los padres en Argentina, para arrancar». La economía es una preocupación clave, se viva donde se viva: «No nos podemos quejar porque siempre tuvimos trabajo y nos hemos esforzado». Aunque él dice que en su país se vive «en constante incertidumbre, porque un gobierno reemplaza a otro y cada vez que viene uno nuevo se descarta todo lo que hizo el anterior, fuera bueno o malo. Es como si nos estuviéramos reseteando cada cuatro años u ocho si hay una reelección. En Argentina casi no se sabe lo que va a pasar con la economía de un día para otro». «Para vivir en Argentina hay que psicoanalizarse», concluye con humor. Las estadísticas apuntan que es el país con más psicólogos.
Gabriel Doce trabajó primero allá una fábrica de golosinas, sector con el que su padre había estado ligado empresarialmente. Más tarde, él y Eleonora acabarían en el sector de los seguros, continuando hoy desde Viveiro en el mismo, además de llevar la cafetería de especialidad propia Latitud Doce. «La razón de venir no fue por problemas económicos. Lo que buscamos aquí fue la tranquilidad y la certidumbre. Eso no significa que no tenga la puerta abierta a Argentina. Más que volver allá, iría y vendría. Tengo apego a los dos lugares», señala él. «Nuestros hijos siempre nos apoyaron muchísimo», agrega Eleonora. Si el nieto es niño, será Felipe Doce. «Lo primero que nos han dicho es que suena a rey», sonríe. Si es niña, podría ser Lila.
«Sabemos que las raíces de mi abuela eran de Ourense pero no tengo forma de rastrear de dónde era»
El padre de Gabriel Doce, Manuel Doce, nació en Ferrol y vivió en Santiago, antes de poner rumbo a Argentina: «Mi abuela tuvo ocho hijos pero no podía tenerlos juntos. De hecho, nunca coincidieron todos viviendo en el mismo techo». Su madre, Eulalia Meli de la Torre, era hija de una ourensana y de un leonés. Ella murió en Argentina y por ello él volvió a su tierra. En el caso de Eleonora, hay ascendencia gallega e italiana, la primera de parte paterna y la segunda de parte materna. Sabe que una abuela suya era de Ourense, «pero no tengo forma de rastrear de dónde era porque tenía apellidos muy comunes. Se llamaba Teresa Rodríguez. Tengo fecha de nacimiento y de fallecimiento, pero mi padre, Raúl Güimil, era muy reservado. No contaba», explica. Desconocer parte de la historia familiar, dice Eleonora, «es tremendo porque como que te falta una parte de tu estructura». Norma Trincheri era su madre.

Con respecto al fenómeno migratorio de Galicia a Sudamérica, Doce reconoce que «la capacidad de trabajo del gallego era única y no solo había mucho gallego sino también mucho asturiano en Argentina. Hicieron lo mismo, abrir ultramarinos y hostelería y trabajar de sol a sol». «Si bien a Eleonora _continúa_ le gusta ir a Italia, en mi caso las raíces tiraron mucho y sentía que por mis venas corre sangre española». «Si quieren venir, saben que aquí tienen un lugar para estar», finaliza sobre sus hijos.
La «morriña» argentina
Lo que Gabriel Doce echa de menos de su país es el «ambiente de Buenos Aires, el asado y el sándwich de miga que está muy bueno, aunque tengo a mi mejor amigo viviendo en Málaga». En su top gallego están el pulpo, los callos y la zorza. Argentina es el octavo país más grande del mundo, situado entre India (séptimo) y Kazajistán (noveno), con «todos los climas y paisajes, entre los que nos gustaron mucho las cataratas del Iguazú y muchísimo la Puna, en el norte, que es realmente hermoso». «También la costa gallega es muy bonita», enfatiza de aquí. «Todo lo que se refiere e Galicia yo lo aprendí ya por la familia de Gabriel», señala Eleonora, quien afirma sentirse «muy bien y tranquila, aunque extrañamos a nuestros hijos». «Antes de venir a Viveiro, vinimos de vacaciones para no venir a ciegas. Tomamos el mapa de Galicia, sabíamos que no queríamos vivir en las Rías Baixas. De A Coruña a Ribadeo recorrimos toda la costa», relata. «En Viveiro se daba todo», dice. Añora de Argentina «las relaciones humanas porque somos de compartir en el día a día, aquí es parecido».
Ambos comentan que «hay que recordar que muchos españoles fueron recogidos por otros países y los gallegos y asturianos que fueron iban a trabajar, también los italianos. Hoy en día, si no fuera por los inmigrantes no habría quien cosechara una naranja y muchas otras cosas en España». «El que viene de fuera también tiene que adaptarse. Enriquece pero no hay que olvidar que uno viene a un lugar que está dándote una oportunidad y que una forma de agradecer es cuidando lo que la gente del lugar tiene», finalizan.